Editorial de la Unión Palestina de América Latina – UPAL
Desde los primeros días de la ocupación sionista en Palestina, incluso los propios líderes del movimiento sionista hablaban con absoluta claridad: Palestina sería la base de un proyecto colonial. No lo ocultaron, no lo disfrazaron y no lo negaron. Utilizaron, de hecho, la misma terminología del colonialismo europeo del siglo XIX, el mismo lenguaje de conquista territorial y la misma lógica de reemplazo poblacional que caracterizó a los imperios que devastaron África, Asia y América Latina.
Las declaraciones fundacionales son contundentes. Desde Herzl hasta Jabotinsky, pasando por ejecutores directos como Ben Gurion, la idea era siempre la misma: crear un “Estado judío” sobre una tierra ya habitada, expulsando, marginando o subordinando a su población nativa palestina. Esa es la esencia del colonialismo de asentamiento: no explotar al pueblo originario, sino reemplazarlo. Y eso, exactamente eso, es lo que vivió y sigue viviendo Palestina desde 1948.
El sionismo adoptó y perfeccionó la doctrina del “muro de hierro” —la convicción de que los palestinos jamás aceptarían voluntariamente su propia eliminación nacional— y por ello, según su propia visión, solo la fuerza bruta podía imponer una realidad colonial permanente. De esa raíz ideológica nace la Nakba, las masacres, las expulsiones, los asentamientos y la arquitectura del apartheid que domina la Palestina histórica.
A lo largo de décadas, los defensores del proyecto sionista han intentado reescribir la historia, blanquear el registro colonial y vender al mundo la narrativa de una “lucha por la supervivencia”. Pero los documentos, las declaraciones y los hechos siguen ahí: Israel no es el resultado de una necesidad humanitaria, sino la culminación de un proyecto político de colonización diseñado mucho antes del Holocausto y ejecutado con sistematicidad después de él.
Hoy, cuando los colonos siguen usurpando tierras, cuando Gaza es sometida a un castigo colectivo inhumano, cuando Jerusalén y Cisjordania son fragmentadas mediante el asentamiento y la limpieza étnica, el carácter colonial del proyecto sionista se revela con más crudeza que nunca. No se trata de un conflicto entre “dos lados”, sino de un pueblo colonizado que resiste frente a un proyecto que, desde su nacimiento, buscó despojarlo.
Frente a esta realidad, la misión de UPAL es clara: mantener viva la verdad histórica, denunciar el colonialismo sin ambigüedades y acompañar la lucha legítima del pueblo palestino por su liberación. La historia está escrita, los pueblos del mundo la entienden, y la resistencia palestina la reafirma cada día: ningún proyecto colonial ha sido eterno, y el sionismo no será la excepción.
Unión Palestina de América Latina – UPAL
26 de noviembre de 2025