UPAL. ¿Defiende la ONU los derechos humanos o los intereses de las potencias?

Editorial de la Unión Palestina de América Latina –                                       UPAL 

Han pasado casi ocho décadas desde la fundación de las Naciones Unidas, una organización que nació sobre las ruinas de la Segunda Guerra Mundial con el propósito de garantizar la paz, promover los derechos humanos y evitar que la humanidad repitiera los horrores del pasado. Sin embargo, la realidad contemporánea muestra una ONU debilitada, silenciada por los intereses de las grandes potencias y distante de los pueblos que claman justicia.


El Consejo de Seguridad, que debería ser garante de la paz, se ha convertido en un espacio donde el veto es utilizado como escudo para la impunidad. Allí, una sola potencia puede bloquear resoluciones que buscan frenar genocidios, ocupaciones o guerras ilegales. Así ha ocurrido una y otra vez: mientras en Gaza se comete un genocidio televisado, la ONU permanece atada de manos por la decisión de Estados Unidos, protector del régimen sionista.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, que alguna vez fue símbolo de esperanza, hoy parece un documento decorativo frente a los crímenes sistemáticos que se cometen en Palestina, Yemen, el Sahara Occidental o el Congo. Los pueblos son testigos de cómo los discursos sobre derechos humanos se utilizan selectivamente, como herramienta política para castigar a unos y encubrir a otros.
¿De qué sirve entonces la ONU si calla ante el sufrimiento de millones? ¿A quién representa cuando ignora las resoluciones que ella misma aprueba? Su estructura, dominada por cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, refleja un orden mundial injusto que perpetúa la hegemonía de unos pocos y condena al silencio a las mayorías.
La Unión Palestina de América Latina (UPAL) reafirma que los derechos humanos no pueden estar subordinados a los intereses económicos, militares o geopolíticos. Es hora de una profunda reforma del sistema internacional, donde la voz de los pueblos libres pese más que el veto de los poderosos.
La verdadera defensa de los derechos humanos no nace en los palacios de la diplomacia, sino en las calles, en los campos de refugiados, en las comunidades que resisten y en los pueblos que se niegan a ser cómplices del silencio.
Mientras la ONU siga sirviendo más a las potencias que a la humanidad, su bandera azul será solo un símbolo vacío frente a la injusticia.
Unión Palestina de América Latina – UPAL
3 de noviembre de 2025

 

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