Fuente: https://mpr21.info/una-trabajadora-de-telemarketing-de-konecta-muere-en-su-box-de-san-blas-y-ningun-companero-se-atrevio-a-parar-la-produccion/
Una trabajadora del Grupo Konecta BTO murió repentinamente el pasado martes 13 de junio mientras trabajaba en la empresa Konecta BTO, situada en el número 26 de la calle San Romualdo, en el distrito de San Blas-Canillejas, en Madrid. Ningún trabajador suyo se atrevió a alzar la voz y parar la producción. Siguieron atendiendo llamadas con el cadáver de su compañera yaciendo.
Si bien los sindicatos CGT, UGT y USO intentaron camuflar la cobardía generalizada de la plantilla argumentando que el resto de los trabajadores se vieron obligados a continuar trabajando con el cadáver de su compañera, lo cierto es que lo ocurrido, aparte de generar estupor, es la prueba del estado de cosas en el movimiento obrero (y en general): para rebelarse hay que pedir permiso.
El sindicato de telemarketing de la CGT publicó un comunicado, sin autocrítica alguna hacia la plantilla, donde relatan lo angustiante de la situación: «Una compañera tuvo que sujetarla para que no se cayese de la silla, acto seguido intentaron por activa y por pasiva reanimarla«. Pero el relato no pasa de la angustia… «y seguimos trabajando porque nos obligaron».
La propia Confederación General del Trabajo exigió «responsabilidades» y «protocolos», lo cuál redunda en el ridículo papel que juegan actualmente las centrales sindicales (inclusive las tildadas como «combativas»). Lo ocurrido en Konecta es un acto vil y cruel por parte de una empresa que ha sido una de las pioneras en la explotación del sector del telemarketing.
Existen numerosos estudios realizados sobre las consecuencias que la tarea de atención telefónica puede ocasionar sobre la salud de los trabajadores, tanto física como mental. Uno de los estudios más asentados fue el que realizó en 2009 el especialista en el estrés laboral Pablo Cólica (director de la Asociación de Medicina del Estrés de Córdoba, Argentina) que describió el síndrome conocido como “burn-out”, que consiste en un desequilibrio entre las expectativas en el ámbito profesional y la realidad del trabajo diario.
Los síntomas de esta enfermedad, según Cólica, llegan a su fase más aguda, en el caso de los call centers, en apenas tres años, contra los diez y quince años que tarda en otras actividades.
Esta patología abarca una infinidad de síntomas, que se dividen en tres grupos. Uno es el desgaste a nivel emocional, que se manifiesta en cambios de humor, irritabilidad, ansiedad, angustia, crisis de llanto, sensación de agotamiento, cansancio al levantarse.
El segundo grupo se relaciona con cambios en los pensamientos, ya sea olvidos frecuentes, incapacidad para concentrarse, pensamientos negativos recurrentes, etc.
El tercero y más grave presenta alteraciones en el comportamiento, que se reflejan en ausentismo laboral, resistencia a ir al trabajo o llegadas tarde, pérdida de la creatividad para la resolución de problemas, incrementos en el consumo de tabaco, alcohol y drogas psicotrópicas, aumento de conflictos interpersonales y distracciones frecuentes. Además, se observan alteraciones de tipo cognitivo, tales como pérdida de concentración, falta de atención, pérdida de memoria, fracaso y/o abandono de los estudios.
Si a esto se suman los problemas ergonómicos, auditivos, y el sedentarismo, queda claro que nos hallamos en presencia de una actividad insalubre, ya sea mediante la modalidad presencial o de teletrabajo.
El primer paso para que no ocurran más muertes como ésta pasa porque sean los propios trabajadores quienes disuelvan estas agrupaciones sindicales. Que muera una compañera y no pase absolutamente nada, tendría que ser motivo de vergüenza.