Fuente: https://literafricas.com/2023/05/13/una-reflexion-y-una-censura/
A veces me entra la sensación de incomodidad. En esos momentos me siento punzante, con las púas del erizo en señal de amenaza. Es un sentimiento hacia dentro que tiene que ver más con la incapacidad propia que con la realidad que me rodea.
Esta mañana me ha vuelto a ocurrir. He amanecido con los pelos subterráneos a flor de piel. Y todo por Yamen Manai.
Echábamos de menos un título que nos llevara de la mano por algún trocito de Túnez, ya fuera del presente o del pasado. Todos celebramos cuando finalmente se da ese paso y se traduce, en esta ocasión del francés, algún libro de un autor de un país que seguía inédito en las baldas de muchas bibliotecas.
Después vienen las preguntas.
Vivimos en una sociedad líquida que solo se sacia con las novedades mientras devora imágenes. Sobre esto ya escribí en el pasado pero me sigue surgiendo la misma necesidad de reescribirme a mí misma. Y la publicación de Nuestro abismo encantado me la ha hecho renacer.
Ridha Mami
“La primera novela de Túnez”. Suele ser el tipo de titular que engancha a mucha gente, nunca la suficiente. La sed insaciable de novedades, pienso, de encontrar lo único, lo raro, lo solo.
Sin embargo, en Túnez se escribe y se publica. No es un abismo sin fondo literario. Hace algún tiempo plasmé, un intento que nunca es suficiente, esta riqueza en varias piezas dispersas por Literafricas. Y la Red de Redes guarda muchas botellas lanzadas a este mar por el que navegamos esperando que lleguen a nuestras orillas. Recomiendo no esperar demasiado y lanzar la caña cuanto antes porque los tesoros que podemos encontrar son inimaginables.
Hace un tiempo, Maribel González abrió Separata árabe como un espacio donde pasearte por la literatura árabe. En esta pieza de su blog encontramos que hay ya varios libros traducidos tunecinos. Destaco de entre ellos los pocos que se pueden encontrar en la actualidad, esa maravilla que es la Antología de poesía tunecina contemporánea seleccionada por Ridha Mami y la obra de Mohammed Doggui que pertenece a la Literatura Hispanomagrebí.
A su listado añado a Mohamed Al Aroussi con Las moras amargas (Agencia española de cooperación internacional, 1996), ya imposible de encontrar, y Arenas funámbulas, una antología poética de Amina Saïd (El Perro y la Rana, 2006).
Pero, además, se escribe y no se traduce y más si es en origen en lengua árabe.
Por mencionar unos nombres, Shukri al-Mabkhout es un destacado escritor tunecino que en 2015 se alzó con el IPAF (llamado el Booker árabe). Escribe en árabe y su novela, tampoco las posteriores, han tenido la oportunidad de ser traducidas al castellano. Y este mismo mes nos hemos sobresaltado ante la censura, que ha recibido la exhibición en la Feria Internacional del Libro de Túnez del libro El Frankenstein de Túnez, escrita en árabe, del reconocido Kamel Riahi.
La obra, publicada en 2021, en palabras de su autor: “Trata del colapso de la democracia en Túnez junto con el declive de las libertades públicas y las violaciones de los valores de la Revolución Tunecina por parte de Saied”. Confiscada la edición y cerrado el stand de Dar el-Kitab lo que ha provocado una oleada de reacciones por lo que parece un aviso contra la libertad de expresión.
Son solo un par de ejemplos que aumentan mi sensación de incomodidad. La incapacidad de la que hablaba antes me llega por una mera imposibilidad. Por eso intento siempre no ser simple, no ser escueta, huir de los reduccionismos, tratar de mostrar que hay más mundos de los que conocemos.
Porque las traducciones, bienvenidas todas, es muy improbable que lleguen a ser un reflejo de la riqueza literaria, en este caso hablamos del continente africano, dado el ritmo con el que aparecen (las razones para otro día). Siempre recuerdo la frase de mi querido Nuruddin Farah cuando afirmaba que El Mundo necesitaba a un autor somalí para completar su mesa literaria y que él había sido el único invitado. Ilustra muy bien lo que suele ocurrir con las literaturas denominadas “del sur”. Nos contentamos con un solo autor y lo tomamos como representativo de un país de por vida. Cuando dentro de cada país, huelga decirlo, viven múltiples culturas, lenguas, formas de ver la vida.
Sigo teniendo los pelos erizados pero las púas se han relajado bastante.
Y ahora sí, celebro con todo mi corazón que se haya traducido Nuestro abismo encantado de Yamen Manai.