Una aproximación hacia las posibles secuelas pandémicas

Fuente: Portal Libertario OACA https://periodicogatonegro.wordpress.com/                                                  30 Mar 2020 10:42 AM PDT

Si el comunismo tiene un objetivo, es la gran salud de la vida

Comité invisible, Ahora

Pareciera ser que con esta situación casi mundial que infecta cuerpos y subjetividades, los oportunismos, las imposiciones, los miedos, las amenazas, los castigos, las re-legitimaciones, afloran cada día en el precario sistema inmunológico social. Y sí, sus defensas están bajas. Tan civilizado, tan globalizado, tan mercantilizado, tan estatizado, que pareciera que ya no le quedan fuerzas para defenderse. Así y todo, surgen reflexiones, posicionamientos y prácticas que intentan formas de vida ajenas a los virus circundantes.

Coexistencias

Si atacan en muchos frentes, quedamos expuestos a la falta de respuestas. Lo saben, por eso también el ataque es mixturado. Regulación poblacional: viejxs, presxs, enfermxs, pobres, refugiadxs como costos, como improductividades, como descartables. Eran desechables antes del virus y el virus es la razón civilizatoria para su deshecho:

El coronavirus podría ser el Holocausto del siglo XXI para generar un exterminio masivo de personas que morirán y están muriendo, porque sus cuerpos no resisten la enfermedad y los sistemas de salud las, les y los han clasificado bajo una lógica darwiniana como parte de quienes no tienen utilidad y por eso deben morir. (Galindo, 2020)

Ya en el 2012 lo había anunciado el FMI, la longevidad era una “amenaza para sostenibilidad de las finanzas públicas”Ah. ora, en esta pandemia, el vicegobernador de Texas, por ejemplo, dice que no hay que poner en peligro el “sueño americano”, así que los abuelos se tienen que cuidar solos para no sacrificar la economía.

Fortalecimiento de las relaciones de dependencia con los organismos financieros: brindar “apoyo” a las economías de mercados emergentes es una de las “preocupaciones” principales del FMI. Por esta razón, declara que disponen de una sólida capacidad financiera, de USD 1 billón, que pueden utilizar en nuestra “defensa”, en estrecha colaboración con el Banco Mundial y otras instituciones financieras internacionales (Georgieva, 2020). Por lo tanto, no solo “nos cuidan” los Estados, sino también las entidades financieras que depositan su confianza en nuestro país. En este caso, el Banco Mundial que, tan generosamente, ha desenvuelto un préstamo de 300 millones de dólares. El bucle de la dependencia siempre a entera disposición.

Alberto Fernández, en este sentido, nos dice al respecto: “Estamos dispuestos a trabajar y satisfechos por la mirada cercana y parecida a la nuestra sobre lo que pasa en el mundo. El mundo financiero tiene una cuota de humanidad, y lo celebro” (Página 12, 2020). Es curioso lo que dice el presidente, ya que, como es sabido, el sistema de salud del Estado argentino se encuentra quebrado (Anred, 2020). Solo basta ir a un hospital público para verlo. Horas y horas de espera para que te atiendan por quince minutos como mucho. Una de las principales razones por las que no se puede invertir en estructura para salud, es porque gran parte del PBI de la Argentina se destina a pagar la ilegítima, violenta y opresora deuda externa. Una nota de Infobae del 2019 indica que la deuda representa el 58% del  PBI (Sticco, 2019), mientras que en Salud se suele destinar entre el 9%/10% (Télam, 2019).

Entonces, ya que no podemos combatir la pandemia porque no tenemos estructura y debemos plata al mundo financiero “humanitario”, pedimos un préstamo para invertir en Salud que se encuentra desfinanciada. Esto debido a que antes nos han convertido en deudores y pagadores seriales. Son en estos momentos de crisis total en donde la ficción y la estupidez del sistema capitalista se desnudan y se muestran claramente ante nuestros ojos. “Es por nuestra seguridad”, nos dicen.

Reestructuración de las relaciones productivas: disminución de empleo, precarización laboral, pérdida de ingresos. En la “uberización del mundo” cada quien gestiona su precariedad. El paradigma laboral del siglo XX está tocando fondo, si es que ya no está hundido en las aguas estancadas de la mitología del pleno empleo: “Según una nueva evaluación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la crisis económica y laboral provocada por la pandemia del COVID-19 podría aumentar el desempleo mundial en casi 25 millones de personas” (OIT, 2020). En estos días, dicha evaluación se está materializando:

En Estados Unidos se contabilizó un aumento récord de solicitudes de desempleo para registrar a casi 3,3 millones de personas durante la semana que culminó el 21 de marzo, un aumento de más de tres millones más respecto a la semana previa, cuando se presentaron 282.000 nuevos pedidos. (Perfil, 2020)

Caducidad de formas de trabajo anunciada por los altoparlantes de esta nueva fase del Capital. ¿Y qué decir de la honrosa burguesía argentina edificadora de proyectos “nacionales y populares”? Este lunes Techint despedirá a 1.450 trabajadores (La izquierda diario, 2020), y los otros sectores se preparan para realizar ajustes similares. Dentro del capitalismo y el Estado, no hay salud posible.

Control social: parálisis de la vida, supresión de las revueltas que cuestionan la normalidad, militarización de los territorios, individualismo, xenofobia. Otros cuerpos como amenaza, como contagio, como peligro, el “sueño fascista de que l@s otr@s son el peligro” (Galindo, 2020). Se erige un nuevo enemigo público, invisible, imperceptible, pero señalable, denunciable: “El enemigo ha vuelto. Ya no guerreamos contra nosotros mismos, sino contra el enemigo invisible que viene de fuera. El pánico desmedido en vista del virus es una reacción inmunitaria social, e incluso global, al nuevo enemigo” (Han, 2020). En este punto, amplía Agamben (2020): “(…) así como frente al terrorismo se afirmaba que la libertad debía ser suprimida para defenderla, también se nos dice que la vida debe ser suspendida para protegerla”. Todxs somos posibles infectados, todxs somos posibles amenazas a la pulcritud sanitaria del orden.

No solo delegaríamos nuestras libertades, sino también nuestras vidas a quien en realidad, desde su nacimiento genocida, nos ha enfermado. La servidumbre voluntaria para la cual nos han estado preparando constantemente, ve hoy en día su expresión pura: “A nivel mundial, cerca de tres cuartas partes de la población mundial dice que está dispuesta a sacrificar algunos de sus derechos si eso puede contribuir a luchar contra el virus” (Bonard, 2020).

Pareciera que bajo el ala del ciudadanismo, esa peste de la modernidad, no concebimos otra forma de resolución que no sea a través del Estado. ¿Llegará el día en que asesinaremos a todos los mitos para empezar a creer en nosotres y no en políticos, reyes, presidentes, policías, ni amos?

Las posibilidades del Leviatán y las salidas

El mazo se sigue barajando, pero algunas cartas ya se han repartido. ¿Qué cara del Estado emergerá con más fuerza? ¿La del Estado “protector”, ese que “nos cuida” y que se hace “presente” ahora atendiendo la salud de “todos y todas”? ¿Ese que ve en esta crisis sanitaria “la apertura de una nueva forma de estatalidad que asuma un modelo policial centrado en el cuidado”:

Hoy estamos en una situación excepcionalísima frente a la cual las fuerzas de seguridad cumplen un rol fundamental. La pandemia –aislamiento preventivo obligatorio mediante– cambió el sentido común securitario. Y esta nueva manera de experimentar colectivamente la cuestión securitaria puede ser una oportunidad para imaginar una policía por fuera de un paradigma securitario punitivo. Situación excepcional e inédita, entonces, que requiere de médicas y médicos, de enfermeras y enfermeros, pero también de policías. Y esta situación nos pone frente a un dilema: a veces la vigilancia y el control son también prácticas de cuidado1. (Gabriela Seghezzo – Nicolás Dallorso, 2020)

¿O, por el contrario, un rostro no tan “benévolo”, que no se esconde tras una supuesta seriedad política, académica, cientificista y profesional que le da el coraje de pronunciar que “la vigilancia y el control son también prácticas de cuidado”, sino lisa y llanamente un Estado policial digital exportado del estilo chino en el que no podamos movernos sin el ojo orwelliano?:

En China no hay ningún momento de la vida cotidiana que no esté sometido a observación. Es posible esta vigilancia social porque se produce un irrestricto intercambio de datos entre los proveedores de Internet y de telefonía móvil y las autoridades. Prácticamente no existe la protección de datos. En el vocabulario de los chinos no aparece el término “esfera privada”.

En China hay 200 millones de cámaras de vigilancia, muchas de ellas provistas de una técnica muy eficiente de reconocimiento facial. Toda la infraestructura para la vigilancia digital ha resultado ser ahora sumamente eficaz para contener la epidemia. (Han, 2020)

Byung-Chul Han (2020) afirma, entonces, que China podrá vender ahora su Estado policial digital como un modelo de éxito contra la pandemia y que “exhibirá la superioridad de su sistema aún con más orgullo. Y tras la pandemia, el capitalismo continuará aún con más pujanza”. Dicha sentencia es en respuesta a la posición de Slavoj Žižek (2020), la cual, a pesar de ver que el coronavirus ha desencadenado “vastas epidemias de virus ideológicos que yacían latentes en nuestras sociedades: noticias falsas, teorías conspiratorias paranoicas, explosiones de racismo”, también plantea que otro virus se extenderá y con suerte nos infectará: “el virus de pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá del Estado nación, una sociedad que se actualice a sí misma en la forma de la solidaridad y la cooperación global”.

Una mirada que piensa ambas cuestiones mencionadas es la de Franco “Bifo” Berardi (2020). Por un lado, más cerca de Han, plantea que podríamos pasar a “una condición de aislamiento permanente de los individuos, y la nueva generación podría internalizar el terror del cuerpo de los otros”, preocupación similar a la de Agamben (2020), que sostiene que una prohibición internalizada puede dar lugar a la imposibilidad de reunión y de hablar por razones políticas o culturales, intercambiando “mensajes digitales que sustituyan todo contacto —todo contagio— entre los seres humanos”. Por otro, por el contrario, más cerca de Žižek, Berardi (2020) nos dice que “podríamos salir de ella con un gran deseo de abrazar: solidaridad social, contacto, igualdad. La igualdad ha vuelto al centro de la escena. Imaginémosla como el punto de partida para el tiempo que vendrá”.

El capitalismo como plaga

Una de los análisis más contundentes y críticos que podemos leer hasta el momento es el producido por el grupo comunista Chuang, “Contagio social. Guerra de clases microbiológica en China”. En él nos encontramos con lo siguiente:

El virus que está detrás de la actual epidemia (SARS–CoV–2), al igual que su predecesor, el SARS–CoV de 2003, así como la gripe aviar y la gripe porcina que la precedieron, se gestaron en el nexo entre la economía y la epidemiología.

El coronavirus más reciente, en sus orígenes “salvajes” y su repentina propagación a través de un núcleo fuertemente industrializado y urbanizado de la economía mundial, representa ambas dimensiones de nuestra nueva era de plagas político–económicas. La acumulación capitalista produce tales plagas. (Chuang, 2020)

En este escrito se menciona la “transferencia zoonótica”, que es una forma técnica de decir que tales infecciones saltan de los animales a los humanos, la cual el capitalismo ayuda a gestar y desatar. Por un lado, en un sentido directo, los virus se gestan dentro de entornos industriales que han sido totalmente subsumidos en la lógica capitalista. Pero por otro lado, de forma indirecta, a través de la expansión y extracción capitalista en el interior del país, los virus hasta ahora desconocidos son esencialmente recogidos de poblaciones animales salvajes y distribuidos a lo largo de los circuitos mundiales del Capital. Por lo tanto, este grupo advierte que “estas son lecciones importantes para una época en que la destrucción causada por la acumulación interminable se ha extendido tanto hacia arriba en el sistema climático mundial como hacia abajo en los sustratos microbiológicos de la vida en la Tierra” (Chuang, 2020).

En esa misma lectura, una recomendable crónica es la de Anfibia, “Las nuevas pandemias del planeta devastado”. En ella leemos:

La aparición de esos raros virus nuevos, como el coronavirus COVID-19, no es otra cosa que el producto de la aniquilación de ecosistemas, en su mayoría tropicales, arrasados para plantar monocultivos a escala industrial. También son fruto de la manipulación y tráfico de la vida silvestre, que en muchos casos está en peligro de extinción.

Hace más o menos una década, los científicos vienen estudiando la relación entre la explosión de las enfermedades virales y la deforestación. (Aizen, 2020)

Surge una pertinente inquietud en esta crónica: “cómo nuestra visión extractiva del mundo vivo está llevando a la humanidad a una encrucijada en la que pone en jaque a su propia existencia” (Aizen, 2020). Sin embargo, pareciera ser que no hay lugar para culpabilidades-responsabilidades internas, sino siempre ajenas al espectro político que milita esta revista digital de la UNSAM. Cuando escriben crónicas laudatorias hacia las campañas políticas oficiales, sí aparecen los nombres y los apellidos. Cuando se escribe sobre extractivismo, no conviene identificar a los responsables políticos. La vocería proselitista no puede cometer exabruptos. Ante esto, podríamos preguntarnos, ¿cómo informar realmente si no se pueden decir verdades? ¿Cómo hacer periodismo libre de esa forma? Es decir, aquella “visión extractiva del mundo vivo” que menciona la crónica, es la que profundizó la “década ganada”, continuó el macrismo y seguirá el presente gobierno: el modelo económico del extractivismo como política de Estado que atraviesa a todos los gobiernos.

Siempre fue de excepción

Hace unos días, ya habíamos pensado que el coronavirus se constituye como una de las manifestaciones del Capital. Mientras, otras manifestaciones invisibilizadas siguen vigentes: el hambre, la guerra, el progreso, el trabajo, la precarización de la vida. Pandemias como radicalización del acto de globalizar que aniquilan ecosistemas, mutilan cuerpos, restringen encuentros, producen muertxs.

Frente a este panorama, ¿qué institución material e ideológica nos ha expuesto a la constante violencia sistemática y planificada y se ha apropiado de lo vital? ¿Qué institución nos “protege” y nos violenta? La respuesta la podríamos encontrar en el Estado, no solamente como la institución jurídico-política que administra la ley y el monopolio legitimado de la fuerza, no solo como el poder soberano que “hace morir o deja vivir”, sino también como lógica opresiva totalitaria que “hace vivir o deja morir”. Es decir, sería necesario ver al Estado como una concepción que se materializa negando libertades a través de una moral de la propiedad privada que se expande como plaga. Así, la vida, los territorios, los cuerpos y los vínculos entre nosotrxs y el planeta se convierten en medibles y cuantificables, cosas externas a nosotrxs, ajenidades, propiedades.

En esta mercantlización global que han sabido construir y frente a la dicotomía del Estado ausente/presente y otros cuentos para colorear, no existe algo tal como el Estado “ausente”, sino que, fiel a su hermano inseparable, el Capital, ha estado y está presente, desde su nacimiento hasta que lo veamos arder, robando y precarizando la vida.

Es imposible para el Estado resolver la pandemia de forma no represiva. En tanto y en cuanto no puede dejar morir a las personas “productivas” porque sino, ¿el parásito de dónde chuparía la sangre?, ¿quién trabajaría?, ¿de quién obtendría la plusvalía? Se ve obligado, entonces, a fomentar información de cuidado y sanidad, inyectar algunos subsidios y paralizar el trabajo momentáneamente. Pero, en tanto y en cuanto es una estructura esencialmente violenta, pone todo su aparato represivo a disposición del supuesto “bien común”. En tiempos “excepcionales” como éstos, las caretas se caen, y podemos ver el verdadero rostro de las ideologías políticas que no conciben una vida más allá del Estado capitalista y consideran que las fuerzas estatales en las calles son una forma correcta de enfrentar la pandemia.

Agamben (2020) nos dice que “los gobiernos securitarios no funcionan necesariamente produciendo la situación de excepción, sino explotándola y dirigiéndola cuando se produce”. Creemos que en esto estamos de acuerdo. Esta nueva plaga política-económica es producida por la devastación capitalista. El Estado es quien administra y dirige la devastación. En esta otra consideración del filósofo italiano: “lo que la epidemia muestra claramente es que el Estado de excepción, al que los gobiernos nos han familiarizado desde hace tiempo, se ha convertido en la condición normal”, podríamos ir un poco más lejos: el Estado no se convierte de Estado de derecho a Estado de excepción. No existe el Estado de derecho. El Estado siempre es de excepción. Esta siempre ha sido la condición de su asfixiante normalidad. Es de excepción porque exceptúa la vida, restringe la comunidad, no como entidad, sino como experiencia vital continuada entre los seres y el mundo.

Roscigna

Fuente: https://periodicogatonegro.wordpress.com/

Nota

1 Recomendamos fervientemente seguir la página “aislamiento represivo”, https://www.instagram.com/aislamientorepresivo/?hl=es-laen la cual comunicadorxs autoconvocadxs se organizaron para recopilar videos e imágenes de las acciones represivas de las fuerzas estatales.

Referencias bibliográficas

-AGAMBEN, Giorgio. “La epidemia muestra que el Estado de excepción se ha convertido en la condición normal”. Lobo suelto [en línea]. 25 de marzo de 2020. Fecha de consulta: 28 de marzo de 2020. Disponible en: http://lobosuelto.com/normalexcepcion-agamben/

-AIZEN, Marina. “Las nuevas pandemias del planeta devastado”. Anfibia [en línea]. Marzo de 2020. Fecha de consulta: 28 de marzo de 2020. Disponible en: http://revistaanfibia.com/cronica/las-nuevas-pandemias-del-planeta-devastado/

ANRED. “No son héroes, son trabajadores precarizados”. Anred [en línea]. 23 de marzo de 2020. Fecha de consulta: 28 de marzo de 2020. Disponible en: https://www.anred.org/2020/03/23/no-son-heroes-son-trabajadores-precarizados/.

-BERARDI, Franco. “Crónica de la psicodeflación”. Caja Negra Editora [en línea]. Febrero/Marzo de 2020. Fecha de consulta: 28 de marzo de 2020. Disponible en: https://cajanegraeditora.com.ar/blog/cronica-de-la-psicodeflacion/

-BONARD, Virginia. “El 61% de los argentinos cedería derechos para ayudar a que no se propague la pandemia”. Infobae [en línea]. 28 de marzo de 2020. Fecha de consulta: 28 de marzo de 2020. Disponible en: https://www.infobae.com/sociedad/2020/03/28/el-61-de-los-argentinos-cederia-derechos-para-ayudar-a-que-no-se-propague-la-pandemia/

CHUANG. “Contagio social. Guerra de clases microbiológica en China”. Lazo ediciones [en línea]. Marzo de 2020. Fecha de consulta: 28 de marzo de 2020. Disponible en: https://www.mediafire.com/file/g6m0tuu72zauwg3/Contagio_Social_-_Lazo_Ediciones.pdf/file

-DALLORSO, Nicolás; SEGHEZZO, Gabriela. “Elogio a la policía del cuidado”. Página 12 [en línea]. 28 de marzo de 2020. Fecha de consulta: 28 de marzo de 2020. Disponible en: https://www.pagina12.com.ar/255797-elogio-a-la-policia-del-cuidado

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-STICCO, Daniel. “La deuda externa ya representa el 58% del PBI: “se duplicó en los últimos dos años”. Infobae [en línea]. 27 de septiembre de 2019. Fecha de consulta: 28 de marzo de 2020. Disponible en: https://www.infobae.com/economia/2019/09/27/la-deuda-externa-ya-representa-el-58-del-pbi-se-duplico-en-los-ultimos-dos-anos/

-TÉLAM. “El gasto en salud pública representa entre el 9% y 10% del PBI”. Télam [en línea]. 22 de marzo de 2019. Fecha de consulta: 28 de marzo de 2020. Disponible en: https://www.telam.com.ar/notas/201903/343071-el-gasto-de-salud-en-argentina-representa-entre-el-9-y-el-10-del-pbi-aseguro-rubinstein.html

-ZIZEK, Slavoj; HAN, Byung-Chul. “Sobre el coronavirus y el capitalismo”. Lobo suelto [en línea]. 23 de marzo de 2020. Fecha de consulta: 28 de marzo de 2020. Disponible en: http://lobosuelto.com/sobre-el-coronavirus-y-el-capitalismo-debate-zizek-byung-chul-ha

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