Sugerir que Israel está matando deliberadamente a niños en Gaza es un «libelo de sangre» que le recuerda al novelista británico Howard Jacobson los pogromos de judíos en la Inglaterra del siglo XIII, desencadenados por rumores de que comían los restos de niños cristianos en pan matzá.

Pero las fuerzas israelíes están matando deliberadamente a mujeres y niños en Gaza y el Líbano y la opinión interna en Israel insta a sus soldados a seguir haciéndolo. 

En el debate que se está celebrando en Israel sobre la solución final para el norte de Gaza o el sur del Líbano no hay tabúes, ni complejos a la hora de utilizar palabras como «exterminio».

Esto es lo que hace Uzi Raby, uno de los expertos israelíes más solicitados en Oriente Próximo. El profesor titular del Departamento de Estudios de Oriente Próximo y África de la Universidad de Tel Aviv dijo en una entrevista televisiva el mes pasado: «Cualquiera que se quede allí (en el norte de Gaza) será juzgado por la ley como terrorista y pasará por un proceso de inanición o un proceso de exterminio». 

El ‘Plan de los Generales’

Los historiadores de Israel no son un freno a los discursos genocidas, sino sus incitadores. 

Raby dijo  que Israel no debería tratar de resolver los problemas de la región con guantes occidentales, y agregó que las acciones de Israel estarían condimentadas con un «sazón de Medio Oriente».

Benny Morris, quien en tiempos pasados ​​fue uno de los «nuevos historiadores » que descubrieron las masacres que Israel cometió en 1948, ahora quiere lanzar una bomba nuclear sobre Irán.

El plan que debaten estos historiadores fue ideado por el ex general del ejército Giora Eiland, quien reconoce que las tácticas de Israel en Gaza han fracasado. Señala que cada vez que despejan una zona de combatientes de Hamás y se retiran, Hamás reaparece.

Eiland, sin embargo, no es una paloma.

Su solución no es negociar, sino obligar a 400.000 habitantes del norte de Gaza a marcharse, dándoles la opción de morir de hambre o morirse de hambre. Ésta, dice Eiland, es la única manera de lograr los objetivos bélicos de Israel.

Este plan ha recibido un amplio apoyo en el ejército, la Knesset y los medios de comunicación. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dijo que lo está estudiando.

El plan de Eiland dista mucho de ser una idea ideal. El pasado mes de diciembre, Netanyahu encargó a su asesor principal, Ron Dermer, que estudiara formas de  «reducir la presencia de Gaza».

Muchos creen que el ejército ya está implementando partes de este plan. El ejército ha emitido órdenes de expulsión mencionadas en el plan como la primera etapa.

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La clave de las tácticas de asedio de Eiland, el corredor Netzarim que divide la franja al sur de la ciudad de Gaza, ya ha sido construido y armado con su propia guarnición.

Durante su construcción el pasado mes de febrero, Shimon Orkabi, el teniente coronel encargado de pavimentar la carretera, explicó que uno de los objetivos de la misma era «impedir el paso de sur a norte y controlarlo con mucha precisión».

Tres soldados que sirven en Gaza dijeron a Haaretz esta semana que el plan se está implementando.

«El objetivo es dar a los habitantes que viven al norte de la zona de Netzarim un plazo para trasladarse al sur de la franja. Después de esa fecha, quien permanezca en el norte será considerado enemigo y será asesinado», dijo un soldado estacionado en el corredor de Netzarim.

La máquina de matar

También se están produciendo matanzas indiscriminadas. Al cóctel letal de bombardeos ininterrumpidos, cuadricópteros y bombas de 2000 libras que caen sobre tiendas de campaña, los israelíes han introducido la última máquina de matar: robots explosivos capaces de demoler seis casas seguidas.

Los habitantes del norte de Gaza ya han experimentado «demoliciones explosivas» de una intensidad que les resulta desconocida incluso a ellos, después de sobrevivir a un año de guerra total.

Un periodista que vive en este infierno dijo a MEE: «El bombardeo ha sido diferente a lo que habíamos experimentado anteriormente. El sonido de la demolición explosiva es muy fuerte, como nunca antes lo habíamos experimentado. 

«A pesar de ello, la gente, sobre todo en Jabalia, no se mueve de sus casas. La gente dice que preferimos morir en las calles que irnos al sur, porque incluso la gente del sur dice que es mejor morir en la ciudad de Gaza que en el sur, porque aunque la muerte es la misma, la vida en el sur es insoportable y mucho más dura que en el norte. La gente vive en tiendas de campaña y en la humillación.»

La matanza que se produce a diario es alentada con entusiasmo. Cuanto más palestinos se niegan a marcharse, más voces en Israel, como la del popular comentarista Eliahu Yusian, proclaman que no hay civiles «inocentes» en Gaza.

El profesor Avi Bareli, profesor de Israel y de historia del sionismo en la Universidad Ben-Gurion, escribió en octubre pasado que los palestinos son «una sociedad que rinde culto a la muerte y levanta la bandera del asesinato».

Raby, Bareli, Morris y todos los generales y soldados que cometen crímenes de guerra contra civiles están bastante a salvo. 

No tienen, y no deberían tener, miedo de ser arrestados la próxima vez que vayan a Oxford Street de Londres para hacer sus compras navideñas o ver el último musical del West End, porque hay una ausencia total de condena o presión por parte del cada vez menor número de países que todavía apoyan a Israel.

Silencioso o cómplice

Los medios de comunicación guardan silencio o son cómplices. Sky News describió inicialmente a los soldados muertos en un ataque con cohetes de Hezbolá contra una base militar como «víctimas adolescentes» en el mismo titular que hacía referencia a los 23 muertos en una escuela atacada por Israel sólo en cifras. 

La BBC se refiere sistemáticamente a la cifra de muertes de civiles como si la hubiera afirmado Hamás, ni siquiera una autoridad sanitaria «dirigida por Hamás». De manera similar, el editor de la BBC para Oriente Medio, Jeremy Bowen, entrevistó a Eiland, con estudiada neutralidad, como si su plan fuera una opinión legítima. 

Bowen no sugirió, hizo referencia ni informó sobre el hecho de que hay dos importantes casos judiciales en curso sobre crímenes de guerra y genocidio en dos de los tribunales más importantes de justicia internacional, de los cuales el plan Eiland es prueba principal.

Tal vez Bowen piensa que estos casos son irrelevantes o que las Convenciones de Ginebra y sobre Genocidio son letra muerta. 

El propio Eiland dedica energía y tiempo a afirmar que todo lo que sugiere es legal, pero Bowen, como periodista, no lo cuestionó ni intentó verificar sus afirmaciones. 

¿Habrían informado de la masacre de Sabra y Chatila de esta manera? Exactamente lo mismo está sucediendo ahora en el campo de refugiados de Jabalia.

Tal vez nuestros medios públicos de radiodifusión no crean que su deber de servicio público les obliga a hacer referencia en sus informes al enorme, algunos podrían decir abrumador, cuerpo de opinión jurídica internacional que existe actualmente sobre este tema. 

Tanto la BBC como Sky News habitualmente desdibujan la distinción entre combatientes armados y civiles desarmados, que es el propósito de Israel.

El silencio compra tiempo. El tiempo compra muerte. 

El último intento de Biden de limitar el asedio y la hambruna en el norte de Gaza sigue los pasos de su intento, manifiestamente fallido, de impedir que Netanyahu ocupara Rafah, cuando amenazó con detener el lanzamiento de bombas pesadas.

Su amenaza no detuvo el suministro de armas ni impidió la ocupación completa de la frontera con masacres diarias.

El Programa Mundial de Alimentos ha dicho que toda la ayuda ha dejado de llegar al norte de Gaza durante 16 días, pero el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, y el secretario de Defensa les han dado 30 días más antes de que comiencen una «reevaluación» de la ayuda militar.

«Desde una perspectiva humanitaria, un plazo de 30 días es básicamente una sentencia de muerte, especialmente para aquellos en el norte de Gaza que enfrentan la hambruna», dijo a Middle East Eye Natasha Hall, investigadora principal del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).

Pequeño Israel, Gran Israel

Si el plan de Israel para el norte de Gaza tiene éxito, el sur del Líbano será el siguiente. Meir Ben Shabbat, ex asesor de seguridad nacional y jefe de personal para la seguridad nacional, dijo que Israel tenía tres opciones en su operación actual en el Líbano: crear una zona de seguridad bajo control militar israelí, ofrecer un acuerdo político que permitiera a Israel imponer un nuevo régimen en la frontera o vaciar el territorio a lo largo de toda la frontera.

Shabbat se inclina por esta última alternativa : «La aplicación de la ley en la zona de contención la llevará a cabo Israel mediante una combinación de inteligencia y fuego. La ventaja de esta alternativa es que los costes de aplicación de la ley son relativamente bajos y que puede hacerse de manera rutinaria sin grandes problemas. Otra ventaja es el mensaje que transmite: el terrorismo contra Israel ha provocado una pérdida de territorio».

Ataca al pequeño Israel y obtendrás al Gran Israel. 

Así como los primeros líderes de Israel, Ben Gurion, Levi Eshkol e Yitzhak Rabin, utilizaron la conquista de territorio como medio para castigar a quienes atacaban a Israel, y la derrota y la pérdida de tierra condujeron a acuerdos de paz con Egipto y Jordania, ahora Israel debería utilizar la misma táctica en el Líbano y Siria, se insta . 

Después de todo, los sionistas religiosos afirman que Jerusalén se extiende hasta Damasco.

La única respuesta que estos planes suscitarán será una guerra permanente en todos los frentes por parte de todos los pueblos del mundo árabe. Los que hoy se queden al margen no lo harán mañana. Se verán obligados a actuar por vergüenza. 

Es sólo cuestión de tiempo antes de que esta guerra y estas tácticas involucren a todos los países amenazados por las incursiones de castigo de Israel y sus fronteras en constante expansión. 

Con el tiempo, Jordania romperá su tratado de paz con Israel. Irán y Hezbolá lucharán por sus vidas.

Los estadounidenses tardaron unas semanas en derrocar a los talibanes en 2001, y veinte años más para que éstos los obligaran a marcharse.

Se necesitaron tres semanas para derribar la estatua de Saddam Hussein en Bagdad en abril de 2003 y ocho años más para que el papel de combate de Estados Unidos en Irak terminara en ignominia y derrota.

No son precedentes felices para una guerra que implicará mucho más que el derrocamiento de regímenes impopulares y represivos en Afganistán e Irak . Esta guerra involucrará la identidad misma de los suníes y chiíes de Siria , Jordania , Irak e Irán . 

Esta guerra será existencial para todos los involucrados.

Será una guerra hasta el final. ¿Terminará en conquista o en retirada? No estoy seguro de que Israel tenga ya la capacidad de recalcular, de detenerse y repensar mientras avanza ciegamente hacia su propia desaparición.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Middle East Eye.