Ucrania: neonazismo y rusofobia

Fuente: La Jornada                                                                     José Steinsleger                                                                       01.06.22

Uno. Densa historia política de Europa y sus inescrutables conflictos de identidad nacional. Dígale español a un vasco, y verá lo que pasa. Dígale inglés a un escocés, y verá lo que pasa. Y mientras esperamos que en Ucrania nórdicos y eslavos terminen su guerra con besos, veremos que Hitler fue algo más que un accidente en el alambicado cacumen europeo. Y después dicen que en América Latina somos nacionalistas. ¡Já!

Dos. Los partidos alemanes acaban de acordar la creación de un fondo especial de… ¡100 mil millones de dólares! Para gastos de Defensa, claro. Annalena Baerbock (verde que te quiero verde y ministra del Exterior del socialdemócrata Olaf Scholz), declaró: Es un buen compromiso con el que nos aseguramos que la OTAN pueda confiar en nosotros (agencias). Como si la OTAN, corazón, no se hubiera acostado día tras día desde 1945, haciendo de tu culto y racional país, un protectorado de Washington (con o sin muro).

Tres. Las derechas europeas vuelven a ensayar sus ejercicios aeróbicos preferidos: marchar a paso redoblado. Aunque no de ganso… por ahora. En tanto, los neonazis pescan en río revuelto, y las izquierdas, entumecidas, se aferran a los maderos flotantes del navío que transportaba el contrato social de Jean Jacques Roussseau.

Cuatro. En comparación con los locos años 20, el cuadro muestra peligrosas semejanzas, antes que diferencias. Con el añadido de la loquísima paradoja en curso: si entonces Rusia era socialista, acontece que hoy, cuando es capitalista, el casus belli permanece inalterable: la rusofobia.

Cinco. Rusofobia: legendaria obsesión de la Mitteleuropa que el abuelo de los Bush (Prescott Bush, 1895-1972), destacado activista del movimiento eugenésico, retomó el día que los bolcheviques acabaron con la dinastía Romanov (1613-1917). Y en el decenio de 1930, junto con otros de la casta divina (Ro­ckefeller, Ford, Krupp, Thyseen), contribuyó a financiar el rearme alemán (expresamente prohibido en el Tratado de Versalles), a través de la Union Banking Corporation, controlada por Averrel Harriman (1891-1986), hijo de Edward, el magnate de los ferrocarriles gringos.

Seis. ¿Que el sicoanálisis puede auscultar la rusofobia? Ignórolo. A los iniciados, sugiero consultar al inglés Arnold Toynbee, autor de un monumental Estudio de la historia, donde plantea que desde la época del zar Pedro I, El Grande, todos los imperios intentaron apoderarse de los ingentes recursos naturales de Rusia (Edades heroicas: relaciones entre civilizaciones y espacio, tomo VIII, 1954). Y a los no iniciados, recordar las palabras de Victoria Nuland: A la mierda la Unión Europea (UE).

Siete. Representante de su país en la OTAN (2005-08), espada de Hillary Clinton y asesora del secretario de Estado Antony Blinken, la sionista Nuland fue enviada especial en Ucrania, representando al Departamento de Estado. Y manifestó lo dicho mientras discutía la estrategia a seguir para la transición (leáse golpe de Estado), con el embajador de Washington en Kiev (agencias 7/2/14). Junto con la CIA, Nuland promovió la creación del temible batallón neonazi Azov. Y en casa, intercambiaba las novedades del exótico país eslavo con su esposo, el ultraconservador belicista Robert Kagan.

Ocho. Con o sin los Romanov, con o sin Lenin y Stalin, europeos y anglosajones supremacistas le endosan a Vladimir Putin: y tú también. Sin embargo (y fuera de si Suecia ingresará a la OTAN), el dicho hacerse el sueco cierra con los dirigentes de la UE: Hay tres cosas que recordar: reclamar todo, no explicar nada y negarlo todo (Prescott Bush).

Nueve. A la vuelta de la historia, parecería que el galimatías del filósofo filonazi Martin Heidegger guarda algo de razón: La lógica profunda de la historia occidental es el nihilismo, que empieza con Platón y se consuma en la esencia de la técnica moderna, es decir, en la decadencia contemporánea (Franco Volpi, Sobre Heidegeer: cinco voces judías, Ed. Manantial, Buenos Aires, 2008, p. 13).

Diez. La obra de Toynbee (sí, ya sé que no era marxista), cayó en desgracia entre los historiadores del mainstream. Le reprochaban que su reconocimiento a los mitos, alegorías y religiones de los pueblos, subestimaba los datos reales. Asuntos que para asombro de los izquierdistas del mundo entero, fueron seriamente debatidos en la primera reunión de los países no alineados (Bandung, 1955).

Once. La guerra de Ucrania y el nuevo rearme alemán, enviaron al cajón de sastre las grandes ideas de liberales, conservadores, socialistas, democristianos, socialdemócratas, eurocomunistas, ecologistas, neomarxistas, etnomarxistas, posmarxistas, et al. Algunos continúan dando batalla. Pero obligados, como en el decenio de 1920, a forjar alianzas y coaliciones con las extremas derechas.

Doce. Aguas con el futuro. Junto con el virus del mono, el alza exponencial en el precio de los alimentos viene en camino. No se preocupe: habrá nuevas aplicaciones.

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