Hay cambios radicales en la geopolítica mundial, provocados por la crisis económica capitalista y la quiebra de la democracia burguesa occidental, como la decadencia del poder político de Estados Unidos y de los países de Europa, así como la pérdida de credibilidad del dólar y del sistema Swift.

Europa no logró someter a Rusia, que está ganando la guerra en Ucrania, financiada por la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). En Asia, se consolidan las influencias de China. En el Sur Global, se amplía el papel de la articulación de los BRICS.
Ante esto, Estados Unidos retomó la Doctrina Monroe, con el lema “América para los americanos”, y diseñó su nueva estrategia para dominar nuestro continente.

Estados Unidos se arroga el derecho de utilizar todas las formas posibles para derrocar a los gobiernos que no se subordinan. En el caso de América Latina, esos intereses están vinculados a la apropiación de las riquezas naturales.

El gobierno norteamericano asfixia desde hace 60 años al pueblo cubano, únicamente por el ejemplo ideológico que la isla representa para los pueblos del mundo. En los últimos 20 años, intenta asfixiar el proceso bolivariano en Venezuela.

Ya han intentado de todo:

• Golpe de Estado contra Chávez, en 2002; intentos de asesinato;
• cooptación y financiamiento permanente de entidades fantasmas para apoyar a la oposición derechista;

•uso del control de la moneda mediante ataques especulativos, de la utilización de la prensa burguesa internacional y de las redes sociales de las grandes tecnológicas, con mentiras y narrativas para intentar desmoralizar al gobierno de Maduro.

La insinuación de fraude electoral, una práctica que los norteamericanos aplican en El Salvador, Perú, Ecuador, Honduras y otros países para garantizar gobiernos derechistas, también se utiliza para deslegitimar a Venezuela y justificar las agresiones.

Estas tácticas fueron presentadas en el libro “Guerras Híbridas” (Expressão Popular, 2018), a partir del análisis de documentos de las Fuerzas Armadas estadounidenses. Los objetivos son claros: mantener gobiernos serviles en América Latina, controlar las riquezas naturales (minerales, petróleo, litio y tierras raras) y garantizar mercado para sus empresas.

A pesar de todo el aparato, Venezuela no se doblegó. Existe una fuerte alianza entre el pueblo organizado, el gobierno y las Fuerzas Armadas Bolivarianas, una tríada que se mostró lo suficientemente sólida como para resistir los constantes ataques imperialistas.

La táctica más reciente es la piratería institucionalizada, con el gobierno norteamericano robando buques petroleros venezolanos. Es una vergüenza. Todo hecho bajo las narices de la ONU, que no hizo absolutamente nada, una actitud cada vez más recurrente.

Frente a la ofensiva de Estados Unidos, ¿cuál será la próxima acción? Probablemente bombardeen la frontera con Colombia, con la excusa de eliminar campamentos de narcotraficantes. También deben intentar bombardear refinerías, centrales eléctricas y centros de mando.

Por cierto, después de destruir Irak para combatir “armas de destrucción masiva” que nunca existieron, el combate al narcotráfico en el Caribe es la nueva mentira que el gobierno norteamericano crea para robar petróleo.

Tenemos una relación de intercambio y siempre seremos solidarios con los venezolanos. Llevamos muchos años en Venezuela, con nuestros militantes involucrados en proyectos productivos, de cuidado y multiplicación de semillas, de producción de alimentos y de formación técnica. También hemos recibido a muchos jóvenes venezolanos para estudiar agroecología y cooperativismo en Brasil.

Es deber de todos los sectores democráticos de América Latina defender al pueblo venezolano de estas agresiones y contener al señor Trump.

No se engañen: si él vence en Venezuela, no habrá paz en la región.

El próximo objetivo será el gobierno de Gustavo Petro, en Colombia, y el año que viene pondrán todas las fichas para derrotar al gobierno de Lula.

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