El miércoles, el presidente Donald Trump emitió una proclamación presidencial restableciendo el veto migratorio impuesto durante su primera administración, ampliado ahora para incluir a más países. Trump declaró que el ataque ocurrido el fin de semana pasado durante una marcha de apoyo a rehenes israelíes en Boulder, Colorado, “resalta los peligros extremos que enfrenta nuestro país por la entrada de extranjeros que no han sido debidamente investigados, así como por aquellos que llegan como visitantes temporales y se quedan más allá de lo permitido”, concluyendo con: “No los queremos”.
La proclamación restringe completamente el ingreso de ciudadanos de 12 países: Afganistán, Birmania, Chad, República del Congo, Guinea Ecuatorial, Eritrea, Haití, Irán, Libia, Somalia, Sudán y Yemen; y restringe parcialmente la entrada de ciudadanos de otros siete países: Burundi, Cuba, Laos, Sierra Leona, Togo, Turkmenistán y Venezuela. Bajo estas restricciones, a los residentes de los países bajo veto parcial se les prohibirá solicitar seis de las principales categorías de visa, incluyendo visas de negocios, turismo y para estudiantes.
El veto migratorio afectará a más de 400 millones de personas, incluyendo a cientos de miles de refugiados a quienes ahora se les negará asilo. El imperialismo estadounidense es responsable de la devastación de muchos de los países afectados por esta prohibición.
Al inicio de su reunión del jueves con el canciller alemán Friedrich Merz en el Despacho Oval, se le preguntó a Trump por qué la lista de países vetados no incluye a Egipto. Egipto es el país de origen del sospechoso del ataque en Boulder, Colorado, el cual Trump utilizó como justificación para este nuevo veto. Trump respondió que Egipto “tiene todo bajo control”, y añadió que el veto se aplica sólo a los países que “no tienen las cosas bajo control”. Lo que Trump llama “tener las cosas bajo control” significa que el régimen autoritario egipcio vigila políticamente a su población y se subordina por completo a los intereses del imperialismo estadounidense.
La afirmación de Trump de que su administración excluye la inmigración de países que “no tienen las cosas bajo control” remite a declaraciones que hizo durante su primer mandato, cuando dijo: “¿Por qué queremos aquí a toda esta gente de África? ¿Por qué queremos a toda esta gente de países de mierda?”.
Una diferencia significativa entre el primer mandato de Trump y el actual, es que sus declaraciones abiertamente racistas anteriormente generaron expresiones de indignación en los medios y condenas de políticos del Partido Demócrata. Esta más reciente proclamación del veto migratorio sólo produjo expresiones marginales de postureo por parte de los medios y del establishment político. En aquel entonces, el problema para la clase dominante y para el Partido Demócrata era que Trump decía abiertamente lo que los miembros de la oligarquía y del aparato estatal dicen y piensan en privado.
Durante la primera presidencia de Trump, la Corte Suprema falló a favor del veto y confirmó el poder del presidente para cerrar las fronteras del país. Trump, dando voz con brutal franqueza a las políticas del imperialismo estadounidense, desechó el tradicional lenguaje de hipocresía de la política imperialista, que intenta enmascarar los crímenes del imperialismo estadounidense bajo la retórica de los derechos humanos y la democracia.
Expertos legales han advertido que esta nueva versión del veto migratorio de Trump probablemente sea ratificada si se presenta una impugnación ante la Corte Suprema, que está dominada por la extrema derecha. La profesora Barbara McQuade de la Facultad de Derecho de la Universidad de Michigan dijo en una entrevista con la BBC Newshour: “Esta vez creo que lo han pensado más… ahora vemos una mezcla de países, no sólo países de mayoría musulmana… Me parece muy probable que finalmente sea respaldado por la Corte Suprema”.
La Corte Suprema dictaminó en una decisión dividida 5–4 en 2017 que el presidente y las fuerzas armadas tienen el poder de tomar medidas drásticas ante una “emergencia nacional” o “en tiempos de crisis”, incluyendo “si Estados Unidos estuviera al borde de una guerra”. En la administración actual, el “estado de excepción” —marco pseudo-legal bajo el cual se llevaron a cabo los crímenes del nazismo— se ha convertido en un principio de operación.
Este “estado de excepción” estadounidense tuvo una temprana expresión en ese fallo de la Corte Suprema, así como en otras decisiones importantes basadas en argumentos de “seguridad nacional” tras el lanzamiento de la “Guerra contra el terrorismo” en 2001.
El World Socialist Web Site escribió en respuesta al fallo de 2018 de la Corte Suprema:
Hoy queda poca duda de que la corte más alta del país avalará sin reservas cualquier medida autoritaria que Trump planee implementar, incluyendo la abolición del debido proceso para los inmigrantes y la construcción de campos de concentración.
La proclamación del veto migratorio y las órdenes ejecutivas previas dirigidas contra los inmigrantes son la punta de lanza de una dictadura e intentan avivar el sentimiento antiinmigrante. Esta ofensiva revive el legado del confinamiento de cientos de miles de ciudadanos estadounidenses de origen japonés durante la Segunda Guerra Mundial y la era de exclusión de inmigrantes chinos. Las leyes de exclusión contra los chinos fueron respaldadas por la Corte Suprema con argumentos que hoy Trump vuelve a invocar.
No existe una lucha real contra el ataque a los inmigrantes ni contra el impulso hacia una dictadura sin una ruptura total con los partidos Demócrata y Republicano. El Partido Demócrata es un colaborador activo del Partido Republicano, que se ha transformado en una organización de orientación fascista; no se puede depositar ninguna confianza en los demócratas para defender a los inmigrantes. La única forma de oponerse a los ataques contra los inmigrantes y los derechos democráticos es mediante una movilización masiva de la clase trabajadora.
La oposición a las políticas fascistas contra los inmigrantes debe organizarse en abierto desafío contra los demócratas, quienes han colaborado abiertamente con Trump en su campaña antiinmigrante. El Partido Demócrata no ha convocado a ninguna protesta contra estas medidas porque está, en esencia, de acuerdo con las políticas de Trump. Además, los demócratas reconocen que la situación en el país es explosiva, y temen desencadenar un movimiento que no puedan controlar.
El Partido Socialista por la Igualdad (PSI) llama a los trabajadores a establecer comités en sus centros de trabajo y comunidades, independientes de los sindicatos y del Partido Demócrata, para difundir estas demandas y movilizar a sus comunidades, escuelas y lugares de trabajo en defensa de los derechos de los inmigrantes y de toda la clase trabajadora. Esta lucha debe basarse en la comprensión de que la defensa de los derechos básicos es inseparable de una lucha política contra el sistema capitalista—la fuente de la guerra, la desigualdad y la represión—y por el socialismo.
(Artículo originalmente publicado en inglés el 5 de junio de 2025)