Todos somos Fidel por Enrique Ubieta

El Sudamericano

Dialogar, dialogar

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El hombre no tiene más de 40 años. Se me acerca y repite una frase que las redes trafican desde Miami con la intención de inocularla en el circuito sanguíneo de la sociedad cubana: “el sistema no funciona”. Lo dice como si la evidencia del hecho resultara incontestable. Permanecimos varios días sin electricidad (cuatro, cinco, seis días, en dependencia de la zona de La Habana), después de que el huracán Rafael atravesara Artemisa de sur a norte, y sus vientos destrozaran viviendas, cultivos y centros laborales de aquella provincia y derribaran numerosos árboles y postes eléctricos en la capital. A ese hecho natural, antecedido por otro huracán en el oriente del país, se une la insuficiente disponibilidad de combustible y de piezas de repuesto para nuestras envejecidas termoeléctricas, impedido el país de acceder a fuentes de financiamiento.

“A mí que no me hablen del bloqueo”, continúa su arremetida. ¿A qué te refieres cuando hablas del sistema?, pregunto con paciencia, aunque sé lo que esa palabra significa. En pocos años, los que están detrás de su mirada, y de su provocada desesperación, han movido su consigna en la dirección deseada: primero se referían al “modelo”, ahora hablan del “sistema”. Sutil, pero definitivo cambio. Tratan de eludir las palabras definitorias: socialismo o capitalismo. Y se enreda en un galimatías al responderme, brinca para no pisar definición alguna, es un Cantinflas cubano, aunque finalmente se delata cuando menciona, sin precisar, cambios políticos.

Aunque él no quiso que le hablara de lo que sucede en otros países, un lector inteligente entenderá que si proponemos un “cambio de sistema”, debiéramos al menos saber cómo se comporta este en países cercanos. No describiré la situación de Ecuador o de República Dominicana, ambos con largos apagones diarios. Me referiré solo a Puerto Rico, la colonia caribeña de los Estados Unidos —por cuya libertad también luchó José Martí—, que entregó a la empresa privada canadiense Luma, la generación y distribución de electricidad. No hablo en ningún caso de bloqueo, no porque lo pidiera mi interlocutor, sino porque ninguno de esos países ha sido bloqueado. Infobae, un medio de prensa [mercenario con base en Bs. As.] argentino, precisa: “Los constantes apagones que ocurren en la isla desde que en junio de 2021 Luma empezó a trabajar en Puerto Rico y los aumentos de la factura pese a las interrupciones eléctricas son algunas de las causas que han generado descontento entre la población”.

Pero hace pocos días un raro suceso natural se produjo también en la Comunidad Valenciana del Estado español, en la Europa de capitalismo desarrollado: intensas lluvias provocaron inundaciones nunca antes vistas. No hubo evacuados, a nadie se le ocurrió; tampoco ayuda estatal inmediata. Los dueños de empresas habían exigido a sus trabajadores acudir a sus puestos. Hasta el momento se contabilizan 223 muertos y más de 1000 desparecidos. En las provincias occidentales de Cuba, la isla pobre de socialismo bloqueado, por donde pasaría el huracán Rafael, fueron evacuados miles de sus habitantes más vulnerables. Se adaptaron escuelas e instituciones estatales para alojar, alimentar y atender médicamente, todo de forma gratuita, a las familias que debían abandonar sus hogares en peligro. Amigos y familiares con viviendas más resistentes acogieron a otros compatriotas. Aún guardábamos el dolor de los siete muertos del reciente huracán Oscar. Pero en este no hubo muertos, a pesar de que el huracán entró el país con fuerza tres.

Mientras hablaba con el señor que pedía un “cambio de sistema”, los fuertes vientos y las lluvias se alejaban de las costas cubanas, y en muchas cuadras de la ciudad los vecinos salían con machetes, escobas y sacos para adelantarle en lo posible el trabajo a la brigada especializada, y recoger las ramas más pequeñas o débiles de cada árbol caído. Pero él no pretendía ayudar, esperaba a que el Estado se ocupara de todo. Brigadas de otras provincias se movilizaban hacia la zona occidental, tal como habían hecho antes en el Oriente del país. Son brigadas de técnicos, obreros, militares, que también perdieron bienes en estos días, y que tampoco tienen luz en sus casas. Cantantes, teatristas, humoristas, poetas, viajaban a los lugares más afectados para entregar su espiritualidad a quienes habían perdido sus bienes materiales. El pueblo y sus dirigentes se movilizaban. La unidad de ese pueblo, su solidaridad, es la que nos salva.

En un centro de trabajo de mi barrio hay una foto de Fidel bajo la lluvia, junto a la gente, durante uno de los frecuentes huracanes que nos azotan; esa foto nos recuerda el modelo de actuación que siguen nuestros dirigentes y que espera siempre el pueblo de ellos. Una señora mayor que pasó a mi lado había susurrado: “Extrañamos a Fidel”. Antes de sentarme a escribir mi columna semanal, quise releer sus últimas palabras en un evento público, pronunciadas en la clausura del 7mo Congreso del Partido:

“Constituye, compañeros, un esfuerzo sobrehumano dirigir cualquier pueblo en tiempos de crisis” —empezó diciendo, y concluyó—: “A todos nos llegará nuestro turno, pero quedarán las ideas de los comunistas cubanos como prueba de que en este planeta, si se trabaja con fervor y dignidad, se pueden producir los bienes materiales y culturales que los seres humanos necesitan, y debemos luchar sin tregua para obtenerlos. A nuestros hermanos de América Latina y del mundo debemos trasmitirles que el pueblo cubano vencerá”.

“Extrañamos a Fidel”, pensé entonces, puede ser una trampa desmovilizadora que también nos venden las redes, destinada a quienes seguimos y seguiremos los ideales que defendió. Una trampa que se propone devaluar a quienes nos dirigen hoy. Prefiero la frase que el pueblo enarboló, en coro gigante y sentido, el día de su despedida: “Yo soy Fidel”. La Cuba postCastro de Ares, el gran dibujante cubano: todos somos Fidel, porque seguimos y seguiremos sus ideales, porque a pesar de todas las dificultades, venceremos. No señor, este sistema es el único que funciona, porque es el que tiene a los seres humanos concretos en su centro de su atención.

TODOS SOMOS FIDEL por Enrique Ubieta

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