Keith JonesEl régimen burgués-clerical de Irán está haciendo propuestas a la administración entrante de Trump, con la esperanza de que pueda llegar a un acuerdo de “paz” con el fascista multimillonario. La última vez que estuvo en la Casa Blanca, Trump echó por tierra el acuerdo nuclear con Irán, emprendió una guerra económica contra Iran y llevó a Estados Unidos e Irán al borde de la guerra con el asesinato ilegal mediante un ataque con drones del comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) Qasem Soleimani.
Teherán está dando señales de su disposición a negociar con Trump, aunque este deja claro que pretende tratar con Irán de forma aún más despiadada que durante su primer mandato, y que lo hará trabajando en el más estrecho concierto con Israel, que ya está librando una guerra contra Irán en todo menos en el nombre.
Mientras tanto, las principales potencias imperialistas europeas, enojadas por el suministro de armamento a Rusia por parte de Irán para luchar en la guerra de Ucrania, y ansiosas por aplacar a Trump y perseguir sus propias ambiciones depredadoras en Oriente Medio, están intensificando la presión sobre Irán.
Durante los 14 meses del genocidio de Gaza, Israel ha atacado a Irán y sus aliados en toda la región con creciente descaro y violencia, violando una “línea roja” iraní tras otra.
Su capacidad para hacerlo ha estado completamente ligada al apoyo imperialista estadounidense (político, material, logístico y financiero). A los pocos días del estallido de la guerra de Gaza, la administración Biden desplegó dos grupos de portaaviones y un submarino con armas nucleares en la región para amenazar a Irán.
En tres ocasiones posteriores, el Pentágono emprendió movilizaciones militares masivas para proporcionar a Israel un escudo aéreo que lo protegiera de los drones y misiles iraníes, y para demostrar que está listo para actuar de acuerdo con sus planes de larga data y constantemente revisados para una guerra total con Irán.
Después de varios días de intenso debate dentro del régimen iraní, Teherán prometió que respondería con fuerza al ataque aéreo israelí del 26 de octubre contra múltiples objetivos iraníes, incluidas instalaciones de producción de misiles. “Nunca hemos dejado una agresión sin respuesta en 40 años”, declaró un líder del CGRI.
Sin embargo, todo indica que después de la victoria electoral de Trump el 5 de noviembre hubo una reevaluación. Los planes para tomar represalias contra Israel de manera demostrable y con el objetivo declarado de restaurar la “disuasión” fueron archivados o al menos suspendidos, después de que el líder supremo, el ayatolá Jamenei, cediera a la presión de las voces contrarias.
Aunque Israel ha atacado a personal del CGRI en toda la región, ha asesinado al jefe político de Hamás mientras era un invitado de honor en Teherán y ha llevado a cabo dos ataques aéreos contra Irán, una facción significativa de la dirigencia de la República Islámica ha estado militando por un acercamiento con los patrocinadores imperialistas de Estados Unidos y Europa.
Argumentan que Irán sólo puede obtener alivio de las sanciones económicas lideradas por Estados Unidos que han estrangulado su economía y acceso a inversiones y tecnología vitalmente necesarias si Teherán se integra en un Oriente Medio dominado por los imperialistas. Lo que no dicen es que consideran que la reconciliación con las potencias de Estados Unidos y la UE ofrece las mejores condiciones para una reestructuración de la vida socioeconómica iraní que elimine lo poco que queda de las concesiones sociales hechas a los trabajadores inmediatamente después de la revolución de 1979 que derrocó al sha respaldado por Estados Unidos.
El actual presidente iraní, Masoud Pezeshkian, elegido en una elección especial en junio pasado tras la muerte de su predecesor en un accidente de helicóptero, ha persistido en sus llamados a los europeos, y ahora a Trump, para que trabajen con Teherán para asegurar el orden y la estabilidad en todo Medio Oriente, incluso cuando se ha visto obligado a admitir que todas las propuestas de Irán hasta la fecha han sido rechazadas.
Teherán ha empleado múltiples medios para indicar su entusiasmo por entablar conversaciones con Trump. Altos funcionarios han declarado públicamente que creen que pueden negociar con Trump, a pesar de su anterior oposición beligerante a Irán y de que ha ocupado los puestos de alto nivel militar, de seguridad y de política exterior de su administración entrante con notorios halcones de guerra antiiraníes.
El 11 de noviembre, el milmillonario confidente de Trump y el hombre más rico del mundo, Elon Musk, se reunió con el embajador de Irán ante la ONU, Amir Saeid Iravani, durante más de una hora.
El New York Times informó de que un representante del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní le dijo que el embajador Iravani le había dicho a Musk “que debería obtener exenciones de sanciones del Tesoro y traer algunos de sus negocios a Teherán”.
La prensa “moderada” y “reformista” de Irán, es decir, los medios de comunicación más cercanos a los elementos del régimen que abogan por un acercamiento a las potencias imperialistas recibieron la noticia de la reunión con Musk con un entusiasmo desenfrenado. Cegados por su propio miedo y sus intereses de clase egoístas, muchos lo trataron como un golpe maestro diplomático.
Tres días después, en lo que es una clara indicación de la crisis extrema dentro del régimen y las tensas relaciones entre sus facciones rivales, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán anunció que no había habido ninguna reunión entre el embajador Iravani y Musk.
En una señal mucho más sustancial a Washington de que Teherán está ansioso por ‘desescalar’, como preludio a la redefinición de sus relaciones con las potencias imperialistas, Irán presionó a Hezbolá para que aceptara una tregua de 60 días con Israel en términos dictados por la administración Biden y en gran medida favorables a su aliado sionista.
Según informes de prensa, Hezbolá cambió su postura sobre la retirada de sus fuerzas entre el río Litani y la frontera entre Israel y el Líbano poco después de la llegada a Beirut de Ali Larijani, un alto funcionario de la República Islámica, que es un veterano del CGRI y se desempeñó durante mucho tiempo como presidente del parlamento de Irán.
El acuerdo de tregua exige que Hezbolá se retire de todo el territorio al sur del río Litani y ceda posiciones fuertemente fortificadas desde las que repelió con éxito la invasión terrestre de Israel, de forma muy similar a lo que hizo en la guerra entre Israel y el Líbano en 2006.
Irán ha respaldado públicamente el acuerdo de tregua, incluida la renuncia de Hezbolá a su exigencia de que el fin de los combates en el Líbano y de los ataques con misiles y aviones no tripulados de Hezbolá contra Israel se vincule con el cese de la guerra genocida de Israel contra el pueblo de Gaza.
Al igual que en Gaza, Israel, con el pleno apoyo de los Estados Unidos, llevó a cabo monstruosos crímenes de guerra en su invasión del Líbano, masacró a miles de civiles libaneses y diezmó el liderazgo político y militar de Hezbolá, un movimiento comuno-nacionalista con profundas raíces en la comunidad chií históricamente oprimida del Líbano.
Apenas entró en vigor la tregua, Israel llevó a cabo una oleada de nuevos ataques contra Gaza.
Según se informa, Irán le dio a Hezbolá garantías de que lo ayudaría a rearmarse a cambio de que aceptara la tregua de 60 días, cuya fecha de vencimiento coincide convenientemente con la asunción formal de Trump a la presidencia de Estados Unidos.
Pero esto depende de la capacidad de Irán para mantener un corredor de suministro de armas a través de Irak y Siria que los israelíes, con el apoyo de las fuerzas estadounidenses, incluidas las que ocupan el sudeste de Siria, tienen la intención de eliminar. Según la BBC, en virtud de los términos de la tregua negociada y supervisada por Estados Unidos, la administración Biden ha proporcionado a Israel una carta que lo autoriza a renovar su guerra contra Hezbolá si “parece estar preparando un ataque”.
Aumenta la presión imperialista europea sobre Irán
Mientras tanto, las principales potencias europeas han abierto un nuevo frente contra Irán. El fin de semana pasado, Gran Bretaña, Francia y Alemania encabezaron la adopción de una moción en el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que censura a Teherán por no cooperar con los inspectores del OIEA y violar de otro modo el acuerdo nuclear con Irán que Trump torpedeó en 2018. La moción exige que el OIEA prepare un informe exhaustivo en un plazo de tres meses sobre el cumplimiento del acuerdo nuclear por parte de Irán. La redacción de dicho informe se considera el primer paso diplomático necesario para iniciar una campaña para la reimposición “snap-back” de las sanciones económicas de la ONU contra Irán.
Según Irán, el director general del OIEA, Rafael Grossi, les había asegurado que sería capaz de evitar la adopción de la moción de censura, pero las potencias europeas no quisieron saber nada al respecto, ya que estaban decididas a intensificar la presión sobre Irán.
En una entrevista con The Guardian publicada el jueves, el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Seyed Abbas Araghchi, un firme partidario de las iniciativas de apertura de Teherán a las potencias imperialistas occidentales, advirtió que en Irán hay un creciente sentimiento de que hay que revocar la reiterada negación de la República Islámica de cualquier intención de desarrollar y desplegar armas nucleares.
Araghchi señaló que las potencias imperialistas han modificado repetidamente los parámetros de las negociaciones nucleares para imponer exigencias adicionales a Irán, al tiempo que lo estrangulan económicamente, y dijo: “Así que puedo decirles, con toda franqueza, que en Irán se está debatiendo, y sobre todo entre las élites, incluso entre la gente corriente, si debemos cambiar esta política o no, si debemos cambiar nuestra doctrina nuclear, como dicen algunos, o no, porque ha demostrado ser insuficiente en la práctica”.
Advirtió que si los países europeos volvieran a imponer sanciones a Irán en el Consejo de Seguridad de la ONU, “habrán convencido a todo el mundo en Irán de que, sí, su doctrina ha estado equivocada”.
Por primera vez en dos años, un alto diplomático iraní se reunió el viernes en Viena con representantes de las potencias europeas signatarias del acuerdo nuclear con Irán –Gran Bretaña, Francia, Alemania y la UE–. Pero un tenso intercambio el jueves en una reunión preparatoria indicó además que las conversaciones no irán a ninguna parte a menos que Teherán dé señales de su disposición a hacer concesiones masivas.
Después de la reunión del jueves, el diplomático de asuntos exteriores de la UE, Enrique More, tuiteó arrogantemente que había habido un ‘intercambio franco… sobre el apoyo militar de Irán a Rusia que tiene que cesar, la cuestión nuclear que necesita una solución diplomática, las tensiones regionales (importantes para evitar una mayor escalada de todas las partes) y los derechos humanos’.
La guerra de Oriente Medio y las aplastantes sanciones estadounidenses a la economía de Irán han intensificado aún más la crisis de la República Islámica y han exacerbado las fracturas profundas y de larga data dentro de su élite gobernante. La burguesía iraní y sus representantes en el establishment político-clerical chiita se encuentran atrapados entre el impulso de Washington de afirmar una hegemonía imperialista desenfrenada sobre la región, con la ayuda de su perro de ataque israelí, y una clase obrera inquieta que se resiste a sus intentos de hacer recaer sobre los trabajadores todo el peso de la confrontación con el imperialismo.
La burguesía nacional iraní, que sólo se esfuerza por aumentar sus propias posibilidades de explotación, es orgánicamente incapaz de hacer un llamamiento progresista a los trabajadores y a los oprimidos de la región, persas, kurdos, turcos, árabes y judíos, para que se unan en una lucha contra el imperialismo y por la igualdad nacional y social para todos. En los últimos 14 meses se han producido protestas masivas en todos los países imperialistas contra los crímenes de Israel y su patrocinador estadounidense, pero Teherán, con su ideología populista chiita sectaria, no está interesado en atraer a la clase obrera de Occidente ni es capaz de hacerlo.
En cambio, el régimen iraní oscila entre las peticiones de un acuerdo reaccionario con el imperialismo, a expensas de las masas iraníes y del pueblo palestino, y las amenazas militares. La política arriesgada del régimen en relación con su programa nuclear civil sólo ha servido para causar confusión entre los trabajadores de todo el mundo. Si alguna vez actuara en función de su amenaza de revertir su doctrina nuclear, sólo proporcionaría un pretexto a Israel y las potencias imperialistas para lanzar una guerra catastrófica.
En Oriente Medio, como en todo el mundo, la lucha contra el imperialismo y la guerra global en desarrollo depende enteramente de la lucha por movilizar a la clase obrera en torno a un programa socialista internacionalista que una a las masas trabajadoras en su contra al capitalismo y al sistema reaccionario de Estados-nación en el que está inserto.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 30 de noviembre de 2024)
https://www.wsws.org/es/articles/2024/12/02/bc6c-d02.html?pk_campaign=wsws-newsletter&pk_kwd=wsws-daily-newsletter