Tasa coronavirus ¿rebeldía o crac?

Fuente: https://www.investigaction.net/es/tasa-coronavirus-rebeldia-o-crac/                                                                                                                        18 May 2020

    Está claro que nos dirigimos hacia una grave tempestad económica. Muchas situaciones posibles aparecen en escena. Unas son más optimistas que las otras, pero es muy posible que el sistema en su conjunto quiebre. De todas formas, hay muchas decisiones complicadas a tomar.

    Según las palabras del economista jefe del Financial Times: “Ésta es de lejos la crisis más grave que va a conocer el mundo desde la Segunda Guerra Mundial y la catástrofe económica más grande desde la crisis de los años 30”. La caída del precio de petróleo indica que la economía mundial se está hundiendo y que no se prevé una recuperación inmediata (1). La demanda de petróleo suele ser un buen indicador del estado de la situación económica. A escala mundial, esta demanda ha caído de no menos de un tercio.

    El FMI acaba de publicar un reporte acerca de esta tempestad económica. Los más optimistas prevén una bajada de la economía mundial de un 6.3% con respecto a las previsiones anteriores al coronavirus. Según esto, la economía comenzaría a crecer el año que viene. En esta situación, 3.4 billones de dólares se perderán (2). Es decir, el equivalente al PIB de todos los países de Sudamérica juntos o una vez y media el PIB del continente africano. Esto puede parecer mucho dinero, pero si lo comparamos con lo que se estima que se esconde en los paraísos fiscales, solo representa una séptima parte.

    En el caso de que el confinamiento se prorrogue en algunos lugares del mundo más allá del mes de junio, y si nuevos confinamientos se imponen en el 2021, el FMI estima una pérdida tres veces mayor que la versión optimista: o sea el 10% del PIB o 9 billones de dólares. En esta situación mucho menos favorable – pero más realista – los gastos públicos de los países ricos alcanzarían un 10% del PIB y sus deudas el 20% (3).

    Y todo esto suponiendo que el sistema vaya a sobrevivir. En otro reporte, el FMI advierte: “Esta crisis supone una grave amenaza para el sistema financiero mundial. Desde el surgimiento de la epidemia del Covid-19, la situación financiera se ha deteriorado a una velocidad sin precedentes, poniendo en evidencia algunos fallos en los mercados financieros mundiales”.

    La deuda total mundial ha batido un record de 253 billones de dólares. Esta cifra representa el 322% del PIB mundial. Es una auténtica bomba de relojería. Pero todavía más inquietante son aquellos sectores del mercado con crédito de alto riesgo. Están por ejemplo las obligaciones de pacotilla (4), los préstamos apalancados (5) o los créditos privados personalizados. Después de las crisis del 2008, muchos bancos centrales inyectaron grandes sumas de dinero en los mercados financieros (lo que se conoce como el “Quantitative Easing” o QE) con el tipo de interés ultra bajo, lo que llevó a una gigantesca burbuja financiera y a la aparición de muchas empresas y bancos zombis (6).

    Según el FMI, el valor de estos créditos tóxicos batió el record increíble de 9 billones de dólares. Si a esto le sumamos los miles de millones atribuidos al Covid-19, podemos concluir que la crisis del 2008 no será más que una nimiedad. Por esta razón el FMI dice que “esta crisis no se parece a ninguna”.

    Estamos entonces ante tres situaciones posibles: una optimista (que equivaldría a una depresión menor), una menos optimista y para finalizar un auténtico descalabro. En cualquiera de estas situaciones, serán necesarias cantidades enormes de dinero para contener y sobreponerse a esta crisis.

    La pregunta clave es: ¿de dónde saldrá todo este dinero? En otras palabras: ¿quién va a pagar la factura? No hay muchas opciones. Una es que la factura la pague la población activa, lo que nos llevaría a un empobrecimiento total, con todas las consecuencias políticas imaginables, y hundiría aún más la economía a raíz de una baja en el poder adquisitivo. La otra es que la factura la paguen las grandes fortunas.

    La reflexión de Peter Mijlemans del periódico Het Nieuwsblad se refiere a la segunda opción: “La solidaridad que estamos viviendo actualmente debería existir también en las empresas que han sido beneficiadas por el paro técnico, mimadas y privilegiadas por los gobiernos precedentes. Para los bancos que el pueblo rescató hace diez años. También para nuestros conciudadanos millonarios. Para darnos cuenta de esto no tenemos por qué ser del Partido de los Trabajadores de Bélgica. Incluso un liberal que tenga sentido común se da cuenta. Esta es la única solución para que esta situación no se convierta en un auténtico desastre financiero para todos”.

    Pero parece que no todos han llegado a esta misma conclusión. Hay gente como Jan Jambon, populista de derechas y ministro-presidente de Flandes que siguen empeñados en algunas soluciones de manual obsoletas pre-coronavirus: “de todas formas siempre paga las facturas el contribuyente”. Jambon y compañía están desesperadamente atrasados con respecto a la realidad.

    La redactora jefa del Financial Times, Rana Foroohar ha puesto el dedo en la llaga: “Si pretendemos que el capitalismo y la democracia liberal sobrevivan al Covid-19, no podemos permitirnos volver a una situación donde se socialicen las pérdidas y se privaticen las ganancias, como se hizo hace diez años”.

    En otras palabras, el Covid-19 ha supuesto un cambio en las relaciones de poder. La élite financiera y económica está a la defensiva. Un modelo económico donde los beneficios están por encima del bienestar y la salud de la gente ya no es sostenible. Ha llegado el momento de que cambiemos la sociedad a favor de aquellos que la mantienen a flote en plena crisis del coronavirus.

    La creación de una tasa coronavirus es esencial, pero solo es el principio. Hará falta mucho más. En todo caso estamos viviendo un momento apasionante. Preparémonos.

     

    Fuente original: De Wereld Morgen

    Traducido del francés por Enrique Cebrián para Investig’Action

     

    (1)Los mercados bursátiles actuales no son un indicador fiable ya que han sido dopados artificialmente por la cantidad de dinero que los bancos centrales han inyectado en los mercados de capitales. Es una de las explicaciones por la que el tipo de interés del mercado obligatorio está tan bajo y ha conducido a los especuladores a irse hacia los mercados bursátiles.

    (2)Como mucho, el crecimiento debería ser un 2,4% superior al esperado para el año próximo. En el año 2020, esto se traduce en una pérdida de 3,9%. O sea, de un total de 87 billones de dólares, equivaldría a 3,4 billones de dólares.

    (3)Por ejemplo, en lugar de un déficit público de un 3% del PIB, subiría al 13%. En lugar de una deuda del 100% del PIB, sería una deuda del 120% del PIB.

    (4)Con la finalidad de obtener dinero (para invertir), una empresa puede emitir acciones, pedir dinero prestado a un banco, o directamente emitir una obligación (bono de deuda). Los compradores de esta obligación prestan dinero a esa empresa recibiendo a cambio unos intereses. Una obligación de pacotilla es una obligación a alto riesgo, donde el interés es muy elevado, tanto como el riesgo de que el préstamo no sea pagado.

    (5)Los préstamos apalancados son préstamos concedidos a empresas o particulares que ya están muy endeudados. De alguna manera, piden préstamos para poder pagar otros préstamos. Los nuevos préstamos suponen una palanca para los anteriores que incrementan el tamaño de la deuda.

    (6)las empresas zombis son empresas sin reservas financieras. Al menor problema se verán amenazados de quiebra.

    Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *