¿Tánatos o la perversión sadico-masoquista de Eros? Freud y el fascismo cotidiano

El Sudamericano

“…Poco antes de su radiografía crítica de la psicología de masas del fascismo (1933), Reich había llevado a cabo una intervención crítica decisiva en polémica con Freud. Precisamente contra la idea de éste de que además del principio de placer mediante el que durante 25 años (1895-1920) sostuvo que se rige la mente, la psique mostraba otro principio rector, el principio de muerte, más profundo y originario que el anterior; por lo que en 1920 en su Más allá del principio de placer se dispuso a reformar el psicoanálisis en un sentido tanático. Por ejemplo, tanto la Psicología de las masas y el análisis del yo (1921) y El Yo y el Ello (1923) –que son las siguientes obras importantes de Freud– ya están reformadas en el sentido tanático aludido. Según Reich, las conductas agresivas y aun autodestructivas y suicidas que muestran múltiples individuos o masas y pueblos enteros como en las guerras, se pueden explicar mediante el principio de placer; en específico con la represión sexual y vital que pervierte ese dicho principio. De tal manera, las conductas destructivas y autodestructivas constituyen conductas reactivas o que se desencadenan como reacción defensiva, aunque equívocas más o menos eficaces, y cuya eficacia muestra una tendencia decreciente en el tiempo, hasta ser nula frente a la equivocidad autodestructiva dominante.

Estas “formaciones reactivas” son las que Freud ha tomado de forma equivocada por conductas pulsionales, originarias y, por tanto, atribuibles a un presunto principio de muerte. Al grado de creer en la existencia de un masoquismo primario (Freud, 1924) cuando que con anterioridad él mismo explicaba el masoquismo como una conducta derivada del sadismo, a su vez originado en la represión sexual (Freud, 1905); así, se trata de una conducta reactiva, digamos “terciaria”, pues el despliegue erótico original de la libido en búsqueda de la satisfacción en el mundo exterior, una vez que se ve reprimido y retrotraído hacia el interior del organismo, reacciona contra la angustia que esta retroversión libidinal produce; reacciona con una vuelta a la búsqueda de la satisfacción externa, pero ahora vincula la libido a la agresión, que si predomina, conforma una conducta sádica. O que si es reprimida en el mundo exterior, se verá obligada a retrotraer libido y agresión, con lo que genera más angustia y dolor. Si el organismo se ve impedido a volver a buscar satisfacción libidinal en el doblemente amenazante mundo exterior, se constituye entonces una formación terciaria: la satisfacción masoquista, que incluye libido ligada a la autoagresión, lo que deriva en placer del dolor.

Si las anteriores disidencias dentro del psicoanálisis –tanto la de Alfred Adler que era socialista y en términos políticos de izquierda, como la de Carl Jung, quien llegó a simpatizar con el nazismo– representaron orientaciones que en términos estrictamente teóricos fueron de derecha, pues habían rechazado la teoría sexual de Freud, la crítica de Reich a éste es por la izquierda y a favor de la teoría sexual y el principio de placer freudianos, incluso contra el retroceso que al respecto Freud llevara a cabo. De esta manera, Reich se pronunciaba a favor de la liberación política ideológica y económica de los oprimidos, pero también de la liberación de la sexualidad; mientras que Adler podía inclinarse a favor de los obreros y de su libertad política y económica, pero, teóricamente, se prohibía ser sensible a la opresión sexual que vivían y a reconocer que ésta tenía implicaciones desastrosas para toda su personalidad.

Señalar al principio de placer como rector de la psique significa entenderla como orientada básicamente al placer, la libertad y la felicidad. Altas metas benéficas para toda la humanidad. Así, de acuerdo con esta premisa, las neurosis en las que se muestra trastocado el principio de placer sólo se pueden explicar mediante la represión del placer, en especial por la represión de la sexualidad en gracia a la moral sexual represiva de la sociedad. Por ello, las personas están enfermas de neurosis en gracia a la acción de una moral sexual represora que se pretende sagrada, natural y recta, cuando que es retorcida y antinatural, al servicio de intereses mundanos económicos y de manipulación del poder político para sacarlos adelante. Asimismo, la tesis freudiana de la rectoría de la mente por el principio de placer involucra una posición política libertaria, y su explicación de las neurosis por represión sexual implica una crítica de la sociedad por basarse en formas de dominio económico y político que requieren de una moral sexual represiva para perpetuarse. Reich extrajo las consecuencias políticas revolucionarias de la teoría freudiana y que no habían permanecido ocultas para Freud; así, defendió –incluso contra éste– el retroceso científico y político que implicaba la renuncia parcial o relativización del principio de placer al añadirle el de muerte. Más aún porque éste involucra tendencias reaccionarias abiertas. Toda vez que las guerras, la opresión y toda provocación de dolor de una clase hacia otra, de una raza hacia otra o de una clase respecto de la sociedad, de un individuo hacia otro, no pueden ser criticadas de fondo porque se validan como tendencias presuntamente naturales. Mientras que la condición opresiva en la que perviven las clases sometidas se muestra como un yugo que los individuos de estas clases convalidan masoquistamente de modo natural, por lo que resulta vano cuestionarlo o cuestionar el conformismo allí involucrado.

Como se ve, la crítica de Reich al principio de muerte o Tánatos del segundo Freud (1920), a favor del principio de placer, instinto de vida o Eros constituye una demarcación científica decisiva, pero a la par una demarcación política a favor de la libertad humana contra toda forma de opresión y, sobre todo, contra toda forma de justificación de dicha opresión. El posible basamento científico del principio de muerte se debería encontrar en la observación clínica precisamente del sadismo y, sobre todo, del masoquismo. Como vimos, Freud pretendió que existía un “masoquismo primario” para dar base existencial a su elucubración “metapsicológica” –la llamó así en 1920–, del principio de muerte. Por ello, la crítica a fondo de Reich al principio de muerte la tenemos en su puntual observación clínica del masoquismo explicado mediante el principio de placer –retorcido por la represión sexual, etcétera– en un ensayo clásico: “El carácter masoquista” (Reich, 1932). De esta forma desbancó la posible base clínica de la tesis reaccionaria y científicamente falsa del principio de muerte.

Reich añadió su ensayo “El carácter masoquista” al conjunto de estudios que en 1932 había publicado bajo el título de Análisis del carácter, en el que hiciera un aporte decisivo al campo de la terapia, donde el psicoanálisis presentaba una franca debilidad…”

Significación Científica y Política de Wilhelm Reich
Jorge Veraza Urtuzuástegui

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