mpr21 Redacción
Los intelectos posmodernos están poblados de suposiciones extrañas que la realidad se encarga de desmentir a cada paso. Una de ellas dice que Suiza es un país neutral y otra que las grandes instituciones científicas, como el CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear), son de una factura parecida: asépticas y descoloridas, sin aditivos.
Luego también hay quien imagina que todo lo que sale de la boca de un científico o de un laboratorio es ciencia, es decir, que un mercenario o una institución burocrática es capaz de usurpar el conocimiento, tapar la boca a los demás y encender la hoguera.
Lo mismo que la Inquisición, Suiza ha vuelto a recordar que no todo lo que rodea a la ciencia, como el CERN, es ciencia sino pura sumisión al imperialismo. Donde manda capitán, no manda marinero y donde manda Estados Unidos, no manda Suiza que, a partir del 1 de diciembre, va a poner fin a su acuerdo con Moscú para que los científicos rusos trabajen en el CERN.
Cientos de científicos rusos tendrán que abandonar el país para regresar a casa por motivos que no tienen nada que ver con la ciencia.
El 1 de diciembre es el aniversario y el fin de la colaboración entre el CERN y Rusia. La asociación no se renovará. Los casi 500 científicos rusos, vinculados a institutos rusos, que hasta ahora han colaborado en el proyecto, van a ser despedidos por motivos que ni Suiza ni el CERN necesitan explicar.
Ahora bien, lo que el CERN, Suiza y sus amos pretenden no es una expulsión sino un chantaje: si los rusos abandonan las instituciones de las que forman parte, entonces podrían quedarse. Cambiarían a los institutos rusos por institutos europeos.
Al mismo tiempo, Suiza ha revocado el estatuto de observador especial otorgado a Moscú por el CERN.
La mayor parte de los científicos europeos, e incluso la propia Organización Europea para la Investigación Nuclear, no está de acuerdo con las represalias políticas de Suiza y esea seguir trabajando con JINR, un instituto internacional de investigación nuclear, con sede en Dubna, muy cerca de Moscú.
Los imperialistas intentan romper los lazos con China y Rusia, y las instituciones científicas no son ninguna exepción.
Suiza expulsa a 500 científicos rusos del laboratorio de partículas CERN