Fuente: https://periodicogatonegro.wordpress.com/2022/04/12/su-utopia-es-nuestra-distopia/
Se “sigue a la ciencia” mientras se finge no saber que “la ciencia sigue al dinero”
“LA PROFECÍA QUE SE CUMPLE A SÍ MISMA: COLAPSO DEL SISTEMA Y SIMULACIÓN DE PANDEMIA”
Las epidemias son fenómenos sociales con un pequeño componente médico
RUDOLF VIRCHOW
Los inventores y científicos piensan, trabajan y experimentan. Dadme nuevas propuestas o descubrimientos y habréis hecho una gran obra por Alemania
DOCUMENTAL LA CIENCIA EN LA GUERRA LABORATORIO MILITAR1
Las pandemias son fenómenos sociales. Más allá del componente biológico derivado de la existencia del virus y sus características particulares que pueden ser investigadas mediante procesos científicos, la aparición de este, así como la respuesta humana frente al mismo, son un asunto social y no científico. No hay un método único para atravesarlas.
Se “sigue a la ciencia” mientras se finge no saber que “la ciencia sigue al dinero”
“LA PROFECÍA QUE SE CUMPLE A SÍ MISMA: COLAPSO DEL SISTEMA Y SIMULACIÓN DE PANDEMIA”
Las epidemias son fenómenos sociales con un pequeño componente médico
RUDOLF VIRCHOW
Los inventores y científicos piensan, trabajan y experimentan. Dadme nuevas propuestas o descubrimientos y habréis hecho una gran obra por Alemania
DOCUMENTAL LA CIENCIA EN LA GUERRA LABORATORIO MILITAR1
Las pandemias son fenómenos sociales. Más allá del componente biológico derivado de la existencia del virus y sus características particulares que pueden ser investigadas mediante procesos científicos, la aparición de este, así como la respuesta humana frente al mismo, son un asunto social y no científico. No hay un método único para atravesarlas.
No existe una correlación necesaria y universal frente a las pandemias y sus consecuentes planes de acción para asimilarlas. Las lógicas de contagios, por ejemplo, no son determinadas solamente por el virus, sino también por el comportamiento humano. Desplazamiento por el territorio, métodos de cuidado, formas de vida, clases sociales, sexo, religiones, factores climáticos, etarios, culturales, étnicos. Estas variables —y más— junto a las características particulares del virus, generan respuestas diversas en los distintos cuerpos. Algunos enferman y otros no, algunos tienen síntomas y otros no.
La tecno-ciencia: religión laica del Estado/Capital.
En ese sentido, la decisión de la vacunación masiva e indistinta para toda la población no responde a criterios de cuidado, sino a criterios políticos del Estado capitalista y su religión laica: la tecno-ciencia. Al día de hoy, con el 88% de la población vacunada2 [texto escrito en febrero 2022], Argentina se encuentra entre los diez países con mayor tasa de vacunación. Sin embargo, los contagios y las muertes por Covid continúan. De lo que va del año 2022 se han registrado un promedio diario de 72.000 contagios y 162 muertes3.
A pesar de estar demostrado que las personas vacunadas no logran la inmunidad frente al Covid, así como también la existencia de efectos adversos y muertes por la vacunación —la Unión Europea publicó sus registros de 36.257 reportes de muertes por vacunación y 3.244.052 reportes de lesiones (la mitad de ellas graves)4—, el Estado argentino continúa insistiendo con el Pase Sanitario como amenaza y presión para empujar a la gente a vacunarse.
¿Por qué el Estado no promulga una ley de vacunación obligatoria? Porque la misma iría contra los mismos “derechos humanos e inalienables” que la misma democracia burguesa ha establecido. Luego de la Segunda Guerra Mundial se sancionó el Código de Núremberg5, el cual en 10 puntos resume un código ético para la investigación médica. Entre ellos se incluye el consentimiento informado y la ausencia de coerción, la experimentación científica fundamentada y la beneficencia del experimento para los sujetos humanos involucrados.
También existe la Declaración de Helsinki6 de 1964 por la Asociación Médica Mundial (AMM) durante la 18. ª Asamblea Médica Mundial. La misma consta de 37 puntos en los cuales se define un código de ética actualizado. Existen numerosos tratados más, como las Pautas Éticas Internacionales para la Investigación Biomédica en Seres Humanos7, las Pautas Éticas Internacionales para Estudios Epidemiológicos8. Todos ellos afirman la necesidad de experimentación consentida e informada para los voluntarios, impidiendo así, o al menos dificultando, la obligatoriedad de la vacunación. Esta es una de las razones por la cual la “extrema derecha” ha sido de las primeras en condenar la vacunación masiva, por su obsesión con las “libertades individuales” de la democracia burguesa. Para las corrientes estatistas, tanto nacionalistas como izquierdistas, estos asuntos serían “subjetivos” y por ende, banales o “pequeñoburgueses”.
Aun así, sin evidencia científica contundente que demuestre la efectividad de las vacunas para prevenir el contagio, se sigue presionando a la gente con la vacunación masiva como la única solución. Y acá es necesario precisar sobre lo que se entiende como “evidencia científica”. Claro, cierto, patente, sin dudas, explícito, contundente. Hasta el día de hoy, no hay pruebas firmes del éxito de las vacunas9, pero sí empieza a haber evidencia del daño de las mismas10. Según Vigiacces.org, desde el 2020, han habido 3.274.789 efectos adversos por las vacunas.
Es muy fácil encontrar médicos que hablan muy bien de las vacunas, así como otros científicos que hablan mal de ellas. Uno de esos médicos es Pablo Goldschmit, virólogo especialista en enfermedades infecciosas, quien dirá, al respecto de las vacunas, lo siguiente: «No existen las vacunas como tales. Yo no las llamo vacunas ya que se trata de preparaciones farmacéuticas que actúan como profilaxis del virus y ayudan a ir menos a terapia intensiva pero no se trata de vacunas que eliminan el virus como pueden ser otras vacunas conocidas de enfermedades históricas»11.
Otro médico que sigue la misma línea de argumento es Juan Ramón Laporte Roselló, médico español especializado en farmacología, que dice: “Si nos remitimos a la definición de la RAE sobre las vacunas, encontramos lo siguiente: ‘preparado de antígenos que administrado en organismos provoca en él una respuesta de defensa’. Según esta definición, las vacunas de Pfizer y Moderna no son verdaderas vacunas, son fármacos basados en una tecnología nunca utilizada en terapéutica hasta ahora y menos en campañas masivas. De ahí que la vacunación masiva supuso un experimento global sin precedentes en la historia de la humanidad”12.
Las palabras “experimento global sin precedentes en la historia de la humanidad” pueden parecer exageradas y conspiranoicas, pero la realidad es que los Estados le han otorgado inmunidad legal a la corporación farmacéutica. Pocas veces se ha visto un despliegue más claro del entramado Estado/Capital. Contratos confidenciales que garantizan que gran parte de los acuerdos no se divulgarán; contratos multimillonarios con cláusulas de protección de responsabilidad; y la propiedad de las patentes y margen de maniobra en las fechas de entrega y los precios.
El Poder no oculta nada. Lo que está sucediendo es un nuevo extractivismo a cielo abierto, esta vez hecho directamente sobre los cuerpos. Así como el Ministerio de Medio Ambiente quiere aprobar la “exploración” off shore en la Cuenca Argentina Norte, el Ministerio de Salud ha aprobado experimentar con los cuerpos. En el DNU 125/202113 publicado el 28 de febrero del 2021, el presidente de la Nación Alberto Fernández literalmente afirma que esto es un “ensayo clínico” para testear la eficacia de las vacunas. En todo su lenguaje engorroso, aburrido y confuso que caracteriza a la democracia, dos puntos del DNU afirman:
A pesar de dicho DNU, en ningún momento las autoridades políticas, los sindicatos, los partidos políticos, los medios masivos han informado sobre el hecho de que es un testeo de vacunas experimentales. Se empuja a la población a vacunarse como si hubiese certeza de su efectividad cuando no la hay. La sociedad entera se ha rendido ante el Dios de la tecno-ciencia.
El progreso nunca destruye tanto como cuando construye
En el fondo, no se trata más que de la lógica interna del capitalismo y su movimiento destructivo de acumulación mercantil. Las farmacéuticas actuaron como cualquier capitalista lo haría, aprovechando la oportunidad de hacer un gran negocio. Los científicos actuaron como buenos profesionales al servicio del mejor postor. Los gobernantes actuaron como cualquier político lo haría: con la máscara de salvadores de la ciudadanía frente al “enemigo invisible”, aprovechando el “estado de excepción” para profundizar el control social.
Vacunas, barbijos, noticieros, ajuste, quema de bosques, derecha, cyber monday, PBI, manicomios, robos, calentamiento global, desocupación, contagios, despidos, represión, izquierda, virus, cárceles, democracia, femicidios, extractivismo. El progreso nunca destruye tanto como cuando construye. ¿Cómo hemos llegado a esto? ¿De dónde surge esta institución científica que tiene la capacidad de desarrollar avances tecno-científicos que afectan radicalmente nuestro cotidiano?
Principalmente de dos eventos contemporáneos. Por un lado el Renacimiento (1400-1500) en Europa occidental cuando la ascendente burguesía y la aristocracia comienzan a contratar los servicios de los artistas, alquimistas, médicos, científicos, ingenieros, inventores. Dejando atrás casi un milenio de dominio anticientífico de la Iglesia, y gracias al contacto con el mundo árabe que hacía rato había atravesado su Edad Dorada, Europa occidental comienza a incubar una nueva cosmovisión cientificista que planea devorar el mundo entero.
Las clases dominantes comienzan a solicitar estos conocimientos mundanos, siempre y cuando no ensuciasen el alma. Lo que entendemos por conocimientos científicos y médicos siempre ha estado atado a los intereses de las clases dominantes. Es más, como dice Freidson Eliot Freidson: “Una profesión obtiene y mantiene su posición gracias a la protección y el patrocinio de algunos de los sectores privilegiados de la sociedad que han llegado a convencerse de que su trabajo ofrece algún interés especial”. El conocimiento científico y el Estado en formación comenzaban su relación tóxica.
Racionalismo, Humanismo, Naturalismo, Iluminismo. El humano se encuentra en el centro del Universo. Adentro y afuera. Sujeto y Objeto. A este último se lo puede conocer objetivamente. El reino de la separación da un salto hacia adelante. Se pasa de experimentar y observar a razonar y analizar. El significado es reemplazado por la definición, el contexto da paso a la universalidad. Nace la ciencia objetiva, impoluta, pura, blanca, aislada, viril, moderna, hegemónica, opresora. Voluntad de saber, voluntad de Poder. Conocer para dominar. Dominar para explotar. El Hombre controlador del Universo.
El mundo queda invertido. El Humanismo no será más que pura misantropía. El Naturalismo no será más que la reducción de la biósfera a un objeto externo cuantificable, modificable, controlable. El Racionalismo no será más que la Razón Instrumental, la aniquilación total del cuerpo, de la experiencia y de lo vivo. El Iluminismo no será más que la iluminación generada por las bombas nucleares que caen desde el cielo. El Renacimiento no será más que el renacer del Leviatán en una nueva versión, más abominable y sádica que nunca.
Familias como los Medici, linaje de cuatro Papas, dos reinas de Francia, así como también banqueros y cortesanos, tendrán como uno de sus hobbies favoritos la práctica del mecenazgo, la financiación de ciertas personas, principalmente artistas y científicos adeptos al Leviatán en formación.
Sandro Boticelli, Donatello y Miguel Ángel estuvieron bajo su patrocinio así como también personajes famosos como el arquitecto Filippo Brunellesch e incluso el conocidísimo Maquiavelo, padre de la política moderna. Y, por supuesto, cómo no mencionar a Leonardo Da Vinci, tal vez el personaje más icónico del Renacimiento.
Da Vinci fue financiado por otros nobles italianos y por el mismísimo Rey Francisco I, su último mecenas. Actualmente, Leonardo es famoso por sus pinturas como La Mona Lisa o La Última Cena, sin embargo, sus mayores logros no estuvieron en el área del arte, sino en la invención mecánica para usos bélicos. Entre sus inventos más importantes se encuentran: un helicóptero, mortero de 33 cañones, ballestas gigantes, reloj, tanque blindado, paracaídas, equipo de buceo. La máquina occidental afilaba sus armas.
Por otro lado, tenemos lo que se conoce como la Caza de brujas llevada adelante por la Iglesia en América y Europa durante los años 1400-1600. La misma consistió en una persecución y asesinato de las mujeres sanadoras de los pueblos feudales. Estas mujeres tenían conocimientos de partería y del uso de plantas medicinales. Practicaban una medicina ancestral/comunitaria cuyo principal destinatario era el campesinado que no tenía otro recurso al cual asistir en caso de malestares.
Este proceso se enmarca en la profundización de la misoginia latente del patriarcado feudal, así como también en el contexto de insurrecciones campesinas como por ejemplo la Rebelión de Wat Tyler. La razón inquisidora de la Iglesia puede ser evidenciada en las siguientes palabras de uno de los cazadores de brujas más conocido:
Comenzaría a nacer la medicina moderna, impartida en las nacientes universidades controladas por la Iglesia, las cuales no permitían el ingreso de mujeres. La ciencia médica comenzaba a profesionalizarse, prohibiendo por ley la práctica de la medicina a las personas sin formación universitaria.
La tecnología y la ciencia siempre han sido las garras y los colmillos del Leviatán. A diferencia de la teología marxista que afirma que la historia avanza porque las fuerzas productivas “maduran”, transicionando así de forma social atrasada a forma social avanzada, afirmamos que la tecnología desarrollada por cada civilización es inseparable de las relaciones sociales que las engendraron. Tecnología y relaciones sociales son la sustancia de cada sociedad.
Pensar y criticar a la tecnología en tanto que simples máquinas o herramientas que reducen el problema a una cuestión de gestión instrumental es tragarse el discurso leviatánico. En cambio, sería necesario para contrarrestar estos discursos, pensar a la tecnología en tanto que sistema o relación social que espeja la sociedad que la ha producido. Cada nueva introducción tecnológica ha ido modificando las relaciones sociales de los distintos leviatanes. A su vez, las relaciones sociales han modificado la tecnología.
Han sido los avances tecno-científicos aplicados a la industria lo que nos han llevado a la debacle ecológica, a la precariedad laboral resultado de la automatización del trabajo, a la obsolescencia programada y al vacío existencial. Entronizar a la tecnología como salvadora de la humanidad no es nada más que seguir dejando abierto el camino para la dictadura de los especialistas al servicio del Poder.
La vieja práctica de poner los conocimientos a disposición del mejor postor hoy se ha perfeccionado. Son los profesionales quienes se encargan de esta función. Formados por y para el Estado/Capital, los expertos continúan ayudando a profundizar la dominación de lo que nos rodea. No es casual que las primeras universidades deriven de la Iglesia, el reino del dualismo idealista. La separación de experiencia y conocimiento se especializa.
Con los científicos la profesión alcanza características apocalípticas. Fritz Haber, por ejemplo, fue un químico judío-alemán frecuentemente referido como “padre de la guerra química” por haber desarrollado gases tóxicos letales utilizados durante la Primera Guerra Mundial. 15.000 soldados franceses llegaron a morir en pocos minutos gracias a su invento. En 1918 recibiría el Premio Nobel por descubrir un proceso químico útil para la industria química y agropecuaria. Unos años más tarde, los nazis utilizarían su gas para asesinar judíos en las cámaras. En palabras de Fritz Haber: «En tiempo de paz, un científico pertenece al mundo, pero en tiempo de guerra pertenece a su país”15.
Los conocimientos expresados por Albert Einstein y Mileva Marić fueron el paso necesario para el desarrollo de la bomba nuclear. En una carta dirigida a Franklin Roosevelt, presidente de EE. UU. durante la Segunda Guerra Mundial, Albert Einstein le dirá:
Tres años después nacía el Proyecto Manhattan llevado adelante por el físico Robert Oppenhaimer. El resultado: dos bombas nucleares, Little Boy y Fat Boy. Los destinos, Hiroshima y Nagasaki. El saldo, 200.000 asesinatos en cuestión de minutos. El Leviatán moderno demostraba ser el monstruo más devastador de los últimos 5.000 años de la humanidad. No ha pasado mucho tiempo y la gravedad del asunto no ha hecho más que aumentar. Putin ya ha comenzado a realizar ejercicios nucleares frente a la amenaza de otro conflicto bélico17.
Los desastres nucleares continuaron con Chernobyl y Fukushima pero la tecno-ciencia siguió intocable. Ya en el nuevo siglo, llegará la biotecnología, la nanotecnología, la clonación. Todos conocimientos aplicados no a la mejora de la vida humana, sino al aceitamiento de la máquina que todo lo consume. Las cosas más elementales como agua limpia y aire puro, vegetación y alimento sano se han vuelto privilegios. Su utopía es nuestra distopía.
Nuestra época es la evidencia más contundente de que la acumulación de conocimiento no equivale a sabiduría. Nunca ha habido tanta información disponible, tanto sobre nuestra historia como del mundo que nos rodea. Sin embargo, la humanidad nunca ha estado tan desconectada de la Tierra y del cosmos del cual forma parte. Sobreinformación y confusión.
En este sentido, como dice el Grupo Oblomoff:
Siguiendo esas líneas críticas y para problematizar el entramado entre salud-ciencia-capital, también es oportuno citar al médico John Ionnidis19, quien en su nota «Cómo la pandemia está cambiando las normas de la ciencia», argumenta:
El Capital siempre gana. “Tres compañías, Pfizer, BioNTech y Moderna han anunciado nuevas previsiones de ingresos en el primer año de uso. Entre los tres laboratorios suman alrededor de 62.000 millones de euros de ventas previstas en 2021 por sus vacunas21”. Es lógico que así sea, ya que durante el 2020, la industria farmacéutica de Estados Unidos invirtió 306.230 millones de dólares en lobby, muy por encima de la industria de seguros y del petróleo22.
Banalidad del mal
La distopía no se nos presenta como un apocalipsis infernal, como el día del juicio final ni como el armagedón o el pandemónium, sino como un hacer cotidiano inconsciente que día a día va profundizando la devastación. La violencia, el saqueo, el vaciamiento, la sumisión, todo sucede delante de nuestras narices y con nuestra complicidad.
Ni siquiera podemos culparlos por lo que ha sucedido porque nosotros mismos hemos ido voluntariamente a poner el brazo para el pinchazo y el voto a la urna, por mencionar algunos de los mandatos civilizatorios más visibles. Es nuestra obediencia ciega a los “profesionales” lo que nos condena al patíbulo.
La distopía es ahora y se nos presenta con un lenguaje profesionalmente moderado, con trajes y corbatas, títulos universitarios, maestrías y doctorados. Habla de objetividad y salud pública. El apocalipsis no es encabezado por un monstruo proveniente del mar con cuatro cabezas y siete cuernos, sino por la servidumbre voluntaria de la inmensa mayoría de la humanidad.
El día de mañana, cuando podamos observar con mayor distancia esta racionalizada normalidad, escucharemos las mismas justificaciones que ya han sido dichas en otras catástrofes: “Yo solamente estaba haciendo mi trabajo”, “yo solamente estaba cumpliendo órdenes”, “yo solamente escuchaba a los especialistas”, “yo solo le escuché al gobierno”.
Así, la irresponsabilidad generalizada lleva a los irresponsables a hablar de responsabilidad. La delegación total del cuidado de nuestros cuerpos y territorios solo puede conducir, como se ha visto desde que comenzó la pandemia, a una nueva ideología pseudo-científica que continúa cediendo terreno frente al avance del Estado/Capital.
Dante Arcadia
Notas
1 https://youtu.be/B6Hx9KDM_DA?t=1925
2 https://youtu.be/SuJyRekEBpA y https://www.telam.com.ar/notas/202107/560819-argentina-lider-ranking-mundial-ritmo-vacunacion.html
3 https://www.worldometers.info/coronavirus/country/argentina/
4 https://prevencia.net/reportes-de-muertes-y-lesiones-tras-vacunas-covid-en-la-ue-hasta-el-1-de-enero
5 https://e-legis-ar.msal.gov.ar/htdocs/legisalud/migration/html/6718.html
7 https://cioms.ch/wp-content/uploads/2017/12/CIOMS-EthicalGuideline_SP_INTERIOR-FINAL.pdf
9 https://www.virginiastoner.com/cvax-risk
10 Ingresar a http://vigiaccess.org/, aceptar los términos y condiciones, y buscar “covid-19 vaccine” así tal cual está escrito.
12 Laporte Roselló, Joan Ramon (Profesor Honorario, Universitat Autónoma de Barcelona)
13 https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/241290/20210228
14 Brujas, parteras y enfermeras: una historia de sanadoras, Bárbara Ehrenreich y Deirdre English, 1973, p.13.
18 Grupo Oblomoff, Un futuro sin porvenir: por que no hay que salvar a la investigación científica, Lazo Negro Ediciones, Rosario, 2016, p.45.
19 Juan P. A. Ioannidis es profesor de medicina y profesor de epidemiología y salud de la población, así como profesor (por cortesía) de ciencia de datos biomédicos y estadística en la Universidad de Stanford.
20 https://www.tabletmag.com/sections/science/articles/pandemic-science
21 https://cincodias.elpais.com/cincodias/2021/11/12/companias/1636738685_435014.html
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No existe una correlación necesaria y universal frente a las pandemias y sus consecuentes planes de acción para asimilarlas. Las lógicas de contagios, por ejemplo, no son determinadas solamente por el virus, sino también por el comportamiento humano. Desplazamiento por el territorio, métodos de cuidado, formas de vida, clases sociales, sexo, religiones, factores climáticos, etarios, culturales, étnicos. Estas variables —y más— junto a las características particulares del virus, generan respuestas diversas en los distintos cuerpos. Algunos enferman y otros no, algunos tienen síntomas y otros no.
La tecno-ciencia: religión laica del Estado/Capital.
En ese sentido, la decisión de la vacunación masiva e indistinta para toda la población no responde a criterios de cuidado, sino a criterios políticos del Estado capitalista y su religión laica: la tecno-ciencia. Al día de hoy, con el 88% de la población vacunada2 [texto escrito en febrero 2022], Argentina se encuentra entre los diez países con mayor tasa de vacunación. Sin embargo, los contagios y las muertes por Covid continúan. De lo que va del año 2022 se han registrado un promedio diario de 72.000 contagios y 162 muertes3.
A pesar de estar demostrado que las personas vacunadas no logran la inmunidad frente al Covid, así como también la existencia de efectos adversos y muertes por la vacunación —la Unión Europea publicó sus registros de 36.257 reportes de muertes por vacunación y 3.244.052 reportes de lesiones (la mitad de ellas graves)4—, el Estado argentino continúa insistiendo con el Pase Sanitario como amenaza y presión para empujar a la gente a vacunarse.
¿Por qué el Estado no promulga una ley de vacunación obligatoria? Porque la misma iría contra los mismos “derechos humanos e inalienables” que la misma democracia burguesa ha establecido. Luego de la Segunda Guerra Mundial se sancionó el Código de Núremberg5, el cual en 10 puntos resume un código ético para la investigación médica. Entre ellos se incluye el consentimiento informado y la ausencia de coerción, la experimentación científica fundamentada y la beneficencia del experimento para los sujetos humanos involucrados.
También existe la Declaración de Helsinki6 de 1964 por la Asociación Médica Mundial (AMM) durante la 18. ª Asamblea Médica Mundial. La misma consta de 37 puntos en los cuales se define un código de ética actualizado. Existen numerosos tratados más, como las Pautas Éticas Internacionales para la Investigación Biomédica en Seres Humanos7, las Pautas Éticas Internacionales para Estudios Epidemiológicos8. Todos ellos afirman la necesidad de experimentación consentida e informada para los voluntarios, impidiendo así, o al menos dificultando, la obligatoriedad de la vacunación. Esta es una de las razones por la cual la “extrema derecha” ha sido de las primeras en condenar la vacunación masiva, por su obsesión con las “libertades individuales” de la democracia burguesa. Para las corrientes estatistas, tanto nacionalistas como izquierdistas, estos asuntos serían “subjetivos” y por ende, banales o “pequeñoburgueses”.
Aun así, sin evidencia científica contundente que demuestre la efectividad de las vacunas para prevenir el contagio, se sigue presionando a la gente con la vacunación masiva como la única solución. Y acá es necesario precisar sobre lo que se entiende como “evidencia científica”. Claro, cierto, patente, sin dudas, explícito, contundente. Hasta el día de hoy, no hay pruebas firmes del éxito de las vacunas9, pero sí empieza a haber evidencia del daño de las mismas10. Según Vigiacces.org, desde el 2020, han habido 3.274.789 efectos adversos por las vacunas.
Es muy fácil encontrar médicos que hablan muy bien de las vacunas, así como otros científicos que hablan mal de ellas. Uno de esos médicos es Pablo Goldschmit, virólogo especialista en enfermedades infecciosas, quien dirá, al respecto de las vacunas, lo siguiente: «No existen las vacunas como tales. Yo no las llamo vacunas ya que se trata de preparaciones farmacéuticas que actúan como profilaxis del virus y ayudan a ir menos a terapia intensiva pero no se trata de vacunas que eliminan el virus como pueden ser otras vacunas conocidas de enfermedades históricas»11.
Otro médico que sigue la misma línea de argumento es Juan Ramón Laporte Roselló, médico español especializado en farmacología, que dice: “Si nos remitimos a la definición de la RAE sobre las vacunas, encontramos lo siguiente: ‘preparado de antígenos que administrado en organismos provoca en él una respuesta de defensa’. Según esta definición, las vacunas de Pfizer y Moderna no son verdaderas vacunas, son fármacos basados en una tecnología nunca utilizada en terapéutica hasta ahora y menos en campañas masivas. De ahí que la vacunación masiva supuso un experimento global sin precedentes en la historia de la humanidad”12.
Las palabras “experimento global sin precedentes en la historia de la humanidad” pueden parecer exageradas y conspiranoicas, pero la realidad es que los Estados le han otorgado inmunidad legal a la corporación farmacéutica. Pocas veces se ha visto un despliegue más claro del entramado Estado/Capital. Contratos confidenciales que garantizan que gran parte de los acuerdos no se divulgarán; contratos multimillonarios con cláusulas de protección de responsabilidad; y la propiedad de las patentes y margen de maniobra en las fechas de entrega y los precios.
El Poder no oculta nada. Lo que está sucediendo es un nuevo extractivismo a cielo abierto, esta vez hecho directamente sobre los cuerpos. Así como el Ministerio de Medio Ambiente quiere aprobar la “exploración” off shore en la Cuenca Argentina Norte, el Ministerio de Salud ha aprobado experimentar con los cuerpos. En el DNU 125/202113 publicado el 28 de febrero del 2021, el presidente de la Nación Alberto Fernández literalmente afirma que esto es un “ensayo clínico” para testear la eficacia de las vacunas. En todo su lenguaje engorroso, aburrido y confuso que caracteriza a la democracia, dos puntos del DNU afirman:
A pesar de dicho DNU, en ningún momento las autoridades políticas, los sindicatos, los partidos políticos, los medios masivos han informado sobre el hecho de que es un testeo de vacunas experimentales. Se empuja a la población a vacunarse como si hubiese certeza de su efectividad cuando no la hay. La sociedad entera se ha rendido ante el Dios de la tecno-ciencia.
El progreso nunca destruye tanto como cuando construye
En el fondo, no se trata más que de la lógica interna del capitalismo y su movimiento destructivo de acumulación mercantil. Las farmacéuticas actuaron como cualquier capitalista lo haría, aprovechando la oportunidad de hacer un gran negocio. Los científicos actuaron como buenos profesionales al servicio del mejor postor. Los gobernantes actuaron como cualquier político lo haría: con la máscara de salvadores de la ciudadanía frente al “enemigo invisible”, aprovechando el “estado de excepción” para profundizar el control social.
Vacunas, barbijos, noticieros, ajuste, quema de bosques, derecha, cyber monday, PBI, manicomios, robos, calentamiento global, desocupación, contagios, despidos, represión, izquierda, virus, cárceles, democracia, femicidios, extractivismo. El progreso nunca destruye tanto como cuando construye. ¿Cómo hemos llegado a esto? ¿De dónde surge esta institución científica que tiene la capacidad de desarrollar avances tecno-científicos que afectan radicalmente nuestro cotidiano?
Principalmente de dos eventos contemporáneos. Por un lado el Renacimiento (1400-1500) en Europa occidental cuando la ascendente burguesía y la aristocracia comienzan a contratar los servicios de los artistas, alquimistas, médicos, científicos, ingenieros, inventores. Dejando atrás casi un milenio de dominio anticientífico de la Iglesia, y gracias al contacto con el mundo árabe que hacía rato había atravesado su Edad Dorada, Europa occidental comienza a incubar una nueva cosmovisión cientificista que planea devorar el mundo entero.
Las clases dominantes comienzan a solicitar estos conocimientos mundanos, siempre y cuando no ensuciasen el alma. Lo que entendemos por conocimientos científicos y médicos siempre ha estado atado a los intereses de las clases dominantes. Es más, como dice Freidson Eliot Freidson: “Una profesión obtiene y mantiene su posición gracias a la protección y el patrocinio de algunos de los sectores privilegiados de la sociedad que han llegado a convencerse de que su trabajo ofrece algún interés especial”. El conocimiento científico y el Estado en formación comenzaban su relación tóxica.
Racionalismo, Humanismo, Naturalismo, Iluminismo. El humano se encuentra en el centro del Universo. Adentro y afuera. Sujeto y Objeto. A este último se lo puede conocer objetivamente. El reino de la separación da un salto hacia adelante. Se pasa de experimentar y observar a razonar y analizar. El significado es reemplazado por la definición, el contexto da paso a la universalidad. Nace la ciencia objetiva, impoluta, pura, blanca, aislada, viril, moderna, hegemónica, opresora. Voluntad de saber, voluntad de Poder. Conocer para dominar. Dominar para explotar. El Hombre controlador del Universo.
El mundo queda invertido. El Humanismo no será más que pura misantropía. El Naturalismo no será más que la reducción de la biósfera a un objeto externo cuantificable, modificable, controlable. El Racionalismo no será más que la Razón Instrumental, la aniquilación total del cuerpo, de la experiencia y de lo vivo. El Iluminismo no será más que la iluminación generada por las bombas nucleares que caen desde el cielo. El Renacimiento no será más que el renacer del Leviatán en una nueva versión, más abominable y sádica que nunca.
Familias como los Medici, linaje de cuatro Papas, dos reinas de Francia, así como también banqueros y cortesanos, tendrán como uno de sus hobbies favoritos la práctica del mecenazgo, la financiación de ciertas personas, principalmente artistas y científicos adeptos al Leviatán en formación.
Sandro Boticelli, Donatello y Miguel Ángel estuvieron bajo su patrocinio así como también personajes famosos como el arquitecto Filippo Brunellesch e incluso el conocidísimo Maquiavelo, padre de la política moderna. Y, por supuesto, cómo no mencionar a Leonardo Da Vinci, tal vez el personaje más icónico del Renacimiento.
Da Vinci fue financiado por otros nobles italianos y por el mismísimo Rey Francisco I, su último mecenas. Actualmente, Leonardo es famoso por sus pinturas como La Mona Lisa o La Última Cena, sin embargo, sus mayores logros no estuvieron en el área del arte, sino en la invención mecánica para usos bélicos. Entre sus inventos más importantes se encuentran: un helicóptero, mortero de 33 cañones, ballestas gigantes, reloj, tanque blindado, paracaídas, equipo de buceo. La máquina occidental afilaba sus armas.
Por otro lado, tenemos lo que se conoce como la Caza de brujas llevada adelante por la Iglesia en América y Europa durante los años 1400-1600. La misma consistió en una persecución y asesinato de las mujeres sanadoras de los pueblos feudales. Estas mujeres tenían conocimientos de partería y del uso de plantas medicinales. Practicaban una medicina ancestral/comunitaria cuyo principal destinatario era el campesinado que no tenía otro recurso al cual asistir en caso de malestares.
Este proceso se enmarca en la profundización de la misoginia latente del patriarcado feudal, así como también en el contexto de insurrecciones campesinas como por ejemplo la Rebelión de Wat Tyler. La razón inquisidora de la Iglesia puede ser evidenciada en las siguientes palabras de uno de los cazadores de brujas más conocido:
Comenzaría a nacer la medicina moderna, impartida en las nacientes universidades controladas por la Iglesia, las cuales no permitían el ingreso de mujeres. La ciencia médica comenzaba a profesionalizarse, prohibiendo por ley la práctica de la medicina a las personas sin formación universitaria.
La tecnología y la ciencia siempre han sido las garras y los colmillos del Leviatán. A diferencia de la teología marxista que afirma que la historia avanza porque las fuerzas productivas “maduran”, transicionando así de forma social atrasada a forma social avanzada, afirmamos que la tecnología desarrollada por cada civilización es inseparable de las relaciones sociales que las engendraron. Tecnología y relaciones sociales son la sustancia de cada sociedad.
Pensar y criticar a la tecnología en tanto que simples máquinas o herramientas que reducen el problema a una cuestión de gestión instrumental es tragarse el discurso leviatánico. En cambio, sería necesario para contrarrestar estos discursos, pensar a la tecnología en tanto que sistema o relación social que espeja la sociedad que la ha producido. Cada nueva introducción tecnológica ha ido modificando las relaciones sociales de los distintos leviatanes. A su vez, las relaciones sociales han modificado la tecnología.
Han sido los avances tecno-científicos aplicados a la industria lo que nos han llevado a la debacle ecológica, a la precariedad laboral resultado de la automatización del trabajo, a la obsolescencia programada y al vacío existencial. Entronizar a la tecnología como salvadora de la humanidad no es nada más que seguir dejando abierto el camino para la dictadura de los especialistas al servicio del Poder.
La vieja práctica de poner los conocimientos a disposición del mejor postor hoy se ha perfeccionado. Son los profesionales quienes se encargan de esta función. Formados por y para el Estado/Capital, los expertos continúan ayudando a profundizar la dominación de lo que nos rodea. No es casual que las primeras universidades deriven de la Iglesia, el reino del dualismo idealista. La separación de experiencia y conocimiento se especializa.
Con los científicos la profesión alcanza características apocalípticas. Fritz Haber, por ejemplo, fue un químico judío-alemán frecuentemente referido como “padre de la guerra química” por haber desarrollado gases tóxicos letales utilizados durante la Primera Guerra Mundial. 15.000 soldados franceses llegaron a morir en pocos minutos gracias a su invento. En 1918 recibiría el Premio Nobel por descubrir un proceso químico útil para la industria química y agropecuaria. Unos años más tarde, los nazis utilizarían su gas para asesinar judíos en las cámaras. En palabras de Fritz Haber: «En tiempo de paz, un científico pertenece al mundo, pero en tiempo de guerra pertenece a su país”15.
Los conocimientos expresados por Albert Einstein y Mileva Marić fueron el paso necesario para el desarrollo de la bomba nuclear. En una carta dirigida a Franklin Roosevelt, presidente de EE. UU. durante la Segunda Guerra Mundial, Albert Einstein le dirá:
Tres años después nacía el Proyecto Manhattan llevado adelante por el físico Robert Oppenhaimer. El resultado: dos bombas nucleares, Little Boy y Fat Boy. Los destinos, Hiroshima y Nagasaki. El saldo, 200.000 asesinatos en cuestión de minutos. El Leviatán moderno demostraba ser el monstruo más devastador de los últimos 5.000 años de la humanidad. No ha pasado mucho tiempo y la gravedad del asunto no ha hecho más que aumentar. Putin ya ha comenzado a realizar ejercicios nucleares frente a la amenaza de otro conflicto bélico17.
Los desastres nucleares continuaron con Chernobyl y Fukushima pero la tecno-ciencia siguió intocable. Ya en el nuevo siglo, llegará la biotecnología, la nanotecnología, la clonación. Todos conocimientos aplicados no a la mejora de la vida humana, sino al aceitamiento de la máquina que todo lo consume. Las cosas más elementales como agua limpia y aire puro, vegetación y alimento sano se han vuelto privilegios. Su utopía es nuestra distopía.
Nuestra época es la evidencia más contundente de que la acumulación de conocimiento no equivale a sabiduría. Nunca ha habido tanta información disponible, tanto sobre nuestra historia como del mundo que nos rodea. Sin embargo, la humanidad nunca ha estado tan desconectada de la Tierra y del cosmos del cual forma parte. Sobreinformación y confusión.
En este sentido, como dice el Grupo Oblomoff:
Siguiendo esas líneas críticas y para problematizar el entramado entre salud-ciencia-capital, también es oportuno citar al médico John Ionnidis19, quien en su nota «Cómo la pandemia está cambiando las normas de la ciencia», argumenta:
El Capital siempre gana. “Tres compañías, Pfizer, BioNTech y Moderna han anunciado nuevas previsiones de ingresos en el primer año de uso. Entre los tres laboratorios suman alrededor de 62.000 millones de euros de ventas previstas en 2021 por sus vacunas21”. Es lógico que así sea, ya que durante el 2020, la industria farmacéutica de Estados Unidos invirtió 306.230 millones de dólares en lobby, muy por encima de la industria de seguros y del petróleo22.
Banalidad del mal
La distopía no se nos presenta como un apocalipsis infernal, como el día del juicio final ni como el armagedón o el pandemónium, sino como un hacer cotidiano inconsciente que día a día va profundizando la devastación. La violencia, el saqueo, el vaciamiento, la sumisión, todo sucede delante de nuestras narices y con nuestra complicidad.
Ni siquiera podemos culparlos por lo que ha sucedido porque nosotros mismos hemos ido voluntariamente a poner el brazo para el pinchazo y el voto a la urna, por mencionar algunos de los mandatos civilizatorios más visibles. Es nuestra obediencia ciega a los “profesionales” lo que nos condena al patíbulo.
La distopía es ahora y se nos presenta con un lenguaje profesionalmente moderado, con trajes y corbatas, títulos universitarios, maestrías y doctorados. Habla de objetividad y salud pública. El apocalipsis no es encabezado por un monstruo proveniente del mar con cuatro cabezas y siete cuernos, sino por la servidumbre voluntaria de la inmensa mayoría de la humanidad.
El día de mañana, cuando podamos observar con mayor distancia esta racionalizada normalidad, escucharemos las mismas justificaciones que ya han sido dichas en otras catástrofes: “Yo solamente estaba haciendo mi trabajo”, “yo solamente estaba cumpliendo órdenes”, “yo solamente escuchaba a los especialistas”, “yo solo le escuché al gobierno”.
Así, la irresponsabilidad generalizada lleva a los irresponsables a hablar de responsabilidad. La delegación total del cuidado de nuestros cuerpos y territorios solo puede conducir, como se ha visto desde que comenzó la pandemia, a una nueva ideología pseudo-científica que continúa cediendo terreno frente al avance del Estado/Capital.
Dante Arcadia
Notas
1 https://youtu.be/B6Hx9KDM_DA?t=1925
2 https://youtu.be/SuJyRekEBpA y https://www.telam.com.ar/notas/202107/560819-argentina-lider-ranking-mundial-ritmo-vacunacion.html
3 https://www.worldometers.info/coronavirus/country/argentina/
4 https://prevencia.net/reportes-de-muertes-y-lesiones-tras-vacunas-covid-en-la-ue-hasta-el-1-de-enero
5 https://e-legis-ar.msal.gov.ar/htdocs/legisalud/migration/html/6718.html
7 https://cioms.ch/wp-content/uploads/2017/12/CIOMS-EthicalGuideline_SP_INTERIOR-FINAL.pdf
9 https://www.virginiastoner.com/cvax-risk
10 Ingresar a http://vigiaccess.org/, aceptar los términos y condiciones, y buscar “covid-19 vaccine” así tal cual está escrito.
12 Laporte Roselló, Joan Ramon (Profesor Honorario, Universitat Autónoma de Barcelona)
13 https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/241290/20210228
14 Brujas, parteras y enfermeras: una historia de sanadoras, Bárbara Ehrenreich y Deirdre English, 1973, p.13.
18 Grupo Oblomoff, Un futuro sin porvenir: por que no hay que salvar a la investigación científica, Lazo Negro Ediciones, Rosario, 2016, p.45.
19 Juan P. A. Ioannidis es profesor de medicina y profesor de epidemiología y salud de la población, así como profesor (por cortesía) de ciencia de datos biomédicos y estadística en la Universidad de Stanford.
20 https://www.tabletmag.com/sections/science/articles/pandemic-science
21 https://cincodias.elpais.com/cincodias/2021/11/12/companias/1636738685_435014.html
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