Fuente: https://periodicogatonegro.wordpress.com/2021/08/23/sobre-el-realismo-capitalista-no-hay-alternativa-pt-1-liberalismo/ 23.08.21
Sobre el realismo capitalista: ¿no hay alternativa? Pt.1 – Liberalismo
“Lo que yo señalo está avalado en primer lugar, por la teoría económica”
“[…] recordemos que yo, filosóficamente, soy anarquista, soy un ácrata, soy un anarquista de Mercados, ¿sí? Un anarco-capitalista, pero vivo en el mundo real […] y en ese contexto soy minarquista”
JAVIER MILEY1
El pasado 4 de julio el programa “Especial domingo” de La Nación tuvo como invitado a Javier Miley, un economista liberal que ha ganado bastante notoriedad mediática debido a sus bizarras apariciones. El bloque comienza con un comentario del periodista diciendo: “La pregunta estaba planteada por las tomas de tierras y la discusión que se planteó en el seno del gobierno por la propiedad privada”. Miley comenta: “Bueno, eso es de una gravedad enorme, cuando vos no tenés propiedad privada es imposible hacer cálculo económico, es imposible que funcione el sistema de precios, consecuentemente la Economía se derrumba”.
Esta frase es, a mi entender, a la vez una verdad como una idiotez. Es una verdad porque la Economía, en tanto que esfera separada, enajenada, opuesta y por encima de las personas, solamente puede existir y sostenerse a partir de la propiedad privada. Sin propiedad privada no hay Economía así como no hay Mercado ni Estado ni Capital. Estos solamente tienen sentido en sociedades en donde les productores se encuentran separados por la Ley de las herramientas, los recursos y las tierras. Es decir cuando son, literalmente, desposeídes. Es esa separación la que le da vida al Mercado, al trabajo asalariado, a la propiedad privada, al Estado y al Capital. La propiedad es un robo porque literalmente una clase social le quitó la tierra y las herramientas a la otra. Ese verdadero pecado original conseguido por medio de la violencia del flamante Estado burgués es ocultado y justificado bajo el argumento del progreso.
A su vez, esa afirmación es una idiotez y la seriedad con la cual lo dice Miley y la atención que le prestan les periodistas no deja de sorprenderme. La propiedad privada como piedra angular de una sociedad, no es un hecho natural, objetivo, universal como estos personajes se encargan de argumentar. Es más bien todo lo contrario, una forma de relación social particular que se volvió dominante en un contexto particular y dentro de un momento histórico dado. Su expansión hacia todo el mundo no ha sido nada parecido a un enriquecimiento general de la vida, sino que al revés. Tras el progreso lo único que se acumulan son ruinas, masacres y catástrofes ambientales. Sin embargo, estos personajes se encargan de hacernos creer que cuando están hablando de precios, inflación, PBI, dólares, etc., están hablando de una verdad objetiva y universal que no es más que el resultado lógico y necesario del avance de la historia, del progreso, de una realidad que es lo que es porque no podría ser de otra forma. Para ellos, lo existente agota lo posible.
Las personas colonizadas por esta ideología se suelen llamar “liberales”, “neoliberales”, “libertarios” o “anarco-capitalistas”, lo cual genera mucha rabia entre les que conocen los orígenes anti-capitalistas del anarquismo. Como bien dice Mark Fisher en su escrito2, el liberalismo, y particularmente lo que se conoce como “neoliberalismo”, son la expresión más evidente de lo que él llama “Realismo capitalista”. Para ellos no existe ni puede existir otra realidad que no sea la del capitalismo-democrático-patriarcal. No es ni siquiera posible imaginar otra forma de vida sin los Estados del Capital. La humanidad y su desarrollo han alcanzado su cénit, la cúspide de su historia y evolución. Este discurso tomará mucha fuerza tras la caída del muro de Berlín. Finalmente, luego de 44 años de “Guerra Fría” (un eufemismo para ocultar que los Estados del Capital están siempre en guerra) el duelo a muerte entre capitalismo y “comunismo” (se encargan muy bien de asociar esa bella palabra con el monstruo atrofiado que fue la Unión Soviética) había terminado. El capitalismo fue declarado el campeón de la historia. “No hay alternativa” era la campaña política de Magaret Tatcher, Primera Ministra de Inglaterra durante los 80 y 90 y una de las principales promotoras del “neoliberalismo” junto al presidente Ronald Reagan. El Estado de bienestar dejaba de ser redituable, a su vez que era necesario fragmentar a la clase proletaria que durante las últimas dos décadas había estado muy revoltosa. Comenzaba así un nuevo proceso de acumulación de Capital y el liberalismo (rebautizado como neoliberalismo), abandonado en la década de los 30, volvía a la escena.
Para sostener este argumento les liberales suelen evocar la catástrofe de la experiencia “comunista” de la URSS y las demás dictaduras rojas. La caída de dichos regímenes, o la apertura de los mismos al capitalismo como en el caso de China, serían la prueba empírica de que el capitalismo es el mejor sistema posible. Según esta ideología la vida es un binomio de buenos y malos. Miley, literalmente, en una charla TED3 dada en San Nicolás, llega a argumentar lo siguiente:
“En el fondo, lo que ustedes tienen que comprender es que estamos frente a una discusión de valores. Por un lado el socialismo, basado en la envidia, el odio, el resentimiento, la desigualdad ante la ley, el robo y por sobre todas las cosas tratar de igualar a los que somos desiguales consecuentemente, un sistema violento que siempre se aplicó por la fuerza, y se llevó puesto más de cien millones de vidas humanas. Y por el otro lado tenemos liberalismo, el capitalismo, que no es más ni menos que el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en la propiedad privada, basado en los mercados libres, basado en la poca intervención del Estado, basado en la cooperación social, donde se premia el ahorro, el esfuerzo, el trabajo, y todo esto sirviendo al prójimo con bienes de mejor calidad o mejor precio. El exitoso en el capitalismo no es ni más ni menos que un benefactor social pero como si todo esto fuera poco, somos superiores estéticamente, miren lo que es New York y miren lo que es Cuba. Es decir, yo no conozco gente yéndose de New York para Cuba, todos quieren ir al “maldito capitalismo”. Estéticamente hemos sido superiores siempre. ¿Cómo eran los edificios de la Unión Soviética? Eran grises, oscuros, sin ventanas, no les daba la luz. En cambio del otro lado tenemos las torres gemelas, el edificio Chrysler, el Empire State, digamos un conjunto de bellezas. Inventamos la bikini y la minifalda también. ¿Cómo era el auto de la Unión Soviética? El Dadá, nosotros tenemos las Ferraris, el Lamborghini, el Maserati. No solo somos superiores en lo productivo, no solo hemos sacado millones de personas de la pobreza, no solo es el único sistema que es justo, sino que además somos estéticamente superiores, así que muchas gracias y ¡viva la libertad, carajo!”.
¿Cómo puede la audiencia mantener silencio e incluso aplaudir a alguien que dice semejantes giladas? ¿Puede existir una charla tan descaradamente propagandística? Sí, coincidimos en que los “socialismos realmente existentes” fueron regímenes totalitarios, pero de ninguna manera se deduce necesariamente de dicha afirmación que el capitalismo sea la forma social definitiva para vivir en sociedad. Es más, un análisis serio de la experiencia soviética llevaría a comprender que la misma era una forma de capitalismo particular centralizado en un Estado burocrático responsable de la apropiación y la reproducción de la valorización del Capital. La acumulación del mismo nunca se detuvo sino que fue obsesivamente gestionada por el comité ejecutivo del partido único, el Partido Comunista. De hecho, Lenin, el primer dictador de la URSS e ideólogo del marxismo-leninismo que impregna aún hoy en día una gran parte de la Izquierda y el peronismo de izquierda, lamentaba mucho el hecho de que la burguesía rusa no fuese capaz de realizar una revolución que barriese al zarismo4 y a la barbarie abriendo el camino hacia la industrialización del país que finalmente llevaría al comunismo. Él mismo era un entusiasta del dirigismo y de la organización obsesiva del trabajo al sentido de la cadena de montaje taylorista. De hecho, la URSS tuvo su propio Taylor, llamado Alekséi Stajánov, promotor de la productividad proletaria en Rusia.
Lenin, Trotsky y Stalin, al igual que Marx, eran entusiastas del positivismo, la idea de Progreso y la Civilización que avanzaba contra lo Salvaje, contra lo “atrasado”. La tarea de los “revolucionarios” consistiría en acelerar la liquidación de todas las formas de vida “precapitalistas” para dar nacimiento al sujeto histórico encargado de hacer la revolución: el proletariado. La mentalidad industrial conquistaba así la vida del “sujeto revolucionario”. Convencidos de que el avance tecnológico, industrial y científico de la modernidad equivalía al advenimiento de la sociedad sin clases, engendraron un nuevo Leviatán aún más opresivo que reprodujo los mismos o más privilegios que el capitalismo. Por medio del terror rojo ejercido por la policía secreta Cheka, impondría una disciplina militar en la fábrica. Rusia dejaría de ser un país “atrasado” para ser el principal competidor del Estado capitalista más fuerte: EE. UU. hasta la caída del muro de Berlín.
Sí, estamos de acuerdo, la URSS fue un totalitarismo desastroso. Y no, no estamos de acuerdo en que el capitalismo sea la única opción viable. Al contrario, la URSS fue también hija de la misma idea de Progreso fomentada por la burguesía europea. Tomemos una de las más grandes mentiras de la ideología del Progreso y que el liberalismo alaba tanto: la Revolución Industrial. Nombre con el que se conoce el proceso que va de 1750 a 1850 en Europa. Uno de los momentos claves para comprender el presente que vivimos es explicado así por Miley: “La historia de la humanidad es una historia en donde básicamente siempre la condición del hombre fue la pobreza. Hace poco más de 200 años, el 95% de la población del planeta tierra estaba por debajo de la línea de la pobreza extrema, vivían con menos de 1 dólar diario. Luego llegó el capitalismo y ahora en un mundo que tiene 7 veces más de personas […] hoy las personas debajo de la línea extrema es menos del 5%. La contracara de esto es un aumento fenomenal de la productividad […] el capitalismo generó la Revolución Industrial y a partir de ahí el PBI se multiplicó por más de 9 veces”.5
En ese comentario es donde más se nota el realismo capitalista que profesa. En las universidades y fundaciones en donde se forman, la Economía es presentada y estudiada como una “ciencia social”, objetiva, inmanente y evolutivamente natural. Siendo el capitalismo el único sistema en el que podemos vivir ya que “no hay alternativa” (el “comunismo” de la URSS ya falló), la Economía vendría a ser la “ciencia social” que se ocupa de estudiar cómo se organizan los escasos recursos disponibles para satisfacer las necesidades, a su vez que sus correspondientes precios y sus variaciones. El truco aquí es sumamente ideológico: las relaciones sociales históricas y particulares del capitalismo que aparecen en un momento particular y que dominan hace menos de 300 años son aceptadas tal cual son, como hechos tan naturales como la ley de la gravedad. Se busca presentar los hechos como naturales y no como sociales-históricos. Así como no podemos rebelarnos contra la gravedad, tampoco podemos rebelarnos frente a la Economía, por eso la propiedad privada es sagrada. Solo resta aceptarla y estudiarla para comprender su funcionamiento. No interesa pensar por qué existe el salario o por qué los recursos naturales y las tierras son propiedad privada de unas pocas personas o por qué todo se vuelve mercancía, sino darlos por sentado. De esta manera, una determinada forma social histórica es naturalizada con el argumento de la objetividad y la ciencia. Bajo el discurso de la crítica a la religión se erige una nueva religión aún más tiránica camuflada de ley positiva y socialmente neutra. Dicha mentira será principalmente destinada a les desposeídes donde aún hoy sigue causando estragos.
Hablar de la Revolución Industrial sin mencionar que la misma consistió en el robo de las tierras comunales que poseía el campesinado inglés no es hablar de la Revolución Industrial. Obviar las “actas de cercamiento” promovidas por la legislatura para parcelar las tierras que anteriormente eran cultivadas en común y ahora pasaban a estar en manos de propietarios individuales, no es hablar de la Revolución Industrial. Omitir el hecho de que al perder sus tierras se convirtieron en proletaries obligades por la necesidad a trabajar en las nuevas fábricas de la burguesía o pudrirse en las nuevas cárceles tampoco es hablar de la Revolución Industrial. No mencionar las leyes contra la “vagancia” o las “workhouses” que explotaban niñes tampoco es hablar de la Revolución Industrial. Hablar de este proceso como algo espontáneo, natural, necesario y resultado del progreso es vaciarlo de su significación política, es ocultar que dicho proceso fue el proyecto político de la burguesía blanca patriarcal de Reino Unido y que consistió en un gigantesco ensayo de domesticación social. El reloj es el símbolo que mejor representa a la nueva tiranía industrial civilizatoria impuesto a sangre y fuego.
En ese sentido, el liberalismo es la primera ideología del Capital. Es la primera cosmovisión que promueve abiertamente la cosificación y mercantilización de todo lo existente. Fueron John Locke, quien propondrá al Estado como forma de gobierno, cuestionando la divinidad de los reyes a favor de los derechos y la libertad como intrínsecas al ser humano (siempre y cuando fueses blanco, hombre y con propiedades), y Adam Smith con su Riqueza de las naciones, los dos hombres encargados de armar un corpus teórico concreto que justificara esa cosmovisión. No es casual que la misma naciese en Inglaterra cuando la clase burguesa de dicho territorio, gracias al saqueo de las colonias de ultramar, estaba consolidándose como clase dominante. Aquí otra mentira puede ser rebatida. El liberalismo no propone la abolición del Estado, sino su reducción a mero gendarme. Siguiendo el mito de la mano invisible propuesto por Adam Smith, no quieren que el mismo intervenga en la Economía y que se limite a hacer cumplir la ley y reprimir a quienes la infrinjan. No pueden abolir al Estado porque eso significaría abolir, a su vez, al Capital ya que son inseparables. El Estado es el proyecto político propuesto por la Burguesía para suplantar a la Monarquía, la vieja clase dominante. ¿Cómo sostener la propiedad privada si no hay leyes que la legitimen, si no hay policías que la hagan cumplir, si no hay jueces que castiguen, si no hay cárceles (que nacen con las fábricas) en dónde cumplir la condena, si no hay escuelas que adoctrinen según su cosmovisión?
No es de extrañar que estos “abanderados de la Libertad” obvien el hecho de que John Locke, padre del liberalismo clásico, gran charlatán de los Derechos del Hombre y la Libertad, fuese un sólido accionista de la Royal African Company6, compañía monopolista del tráfico de esclavos. Aquí no hay contradicción porque cuando hablan de Libertad se refieren a la libertad del Capital, la libertad de invertir y comprar fuerza de trabajo. Por eso no hay incoherencia entre comprar y vender esclavos y hablar de libertad y progreso. Es más, es necesario exterminar esas formas de vida atrasadas. “La condición natural del ser humano es la pobreza” y “solo el trabajo genera riqueza” escuché el otro día decir a Agustín Etchevarne, economista liberal, en un debate7. Nuevamente, la naturalización de una forma específica de actividad humana, en este caso, el trabajo, es sostenida como la única generadora de “riqueza”. Al parecer, la humanidad para estas personas, vivió miles de siglos y siglos en la pobreza. La medida utilizada para medir esa “pobreza” son los mismos estándares y paradigmas del sistema que defienden. Obviamente que antes se vivía en la “pobreza” si medimos la pobreza en salarios o mercancías. Antes no existía la necesidad de vender en un mercado porque no existía la separación entre los productores y su producto.
Otro de sus argumentos favoritos es la “división del trabajo”. Como siempre, es el factor económico el que más destaca, es decir, el increíble nivel de productividad que se logró alcanzar con la individualización de todas las partes del proceso de producción. En el pasado, les artesanes no solo se encargaban de hacer todo el producto, lo cual les permitía desarrollar un estilo propio acercando el trabajo al arte, sino que también eran dueños de su tiempo. Pero como bien sabemos, el tiempo no es muy amigo de los negocios, sino que el tiempo es dinero, y la burguesía se vio obligada a cambiar esta situación. Ya dijimos que se les expulsa de sus tierras y se confiscan las herramientas, naciendo así las fábricas. Ahora cada tarea estará milimétricamente medida y el trabajo pasará a ser una tortura. Repetición tras repetición, el trabajador va perdiendo su ser, a su vez que desconoce el resultado de su accionar. Así, fragmentando las actividades de las personas en miles de partes, es casi imposible percibirlas como una totalidad interconectada entre sí. Este gran incremento de la produtividad se vio inevitablemente acompañado de la esclavitud de la clase desposeída. ¿Cómo poder conectar la actividad del ciudadano que trabaja todos los días desde la computadora con les niñes esqueléticos que vemos en África, con la megaminería y el salario que cobran a fin de mes con el gatillo fácil y la sonrisa de los políticos en televisión? Ya Hanna Arendt en su La banalidad del mal, evidenciaría las catástrofes a las que puede llegar la humanidad por medio de la burocracia y la incapacidad de las personas para conectar todo el entramado de exterminio. A su vez, el avance tecnológico no nos ha liberado de la tortura de trabajar, sino que al contrario, nunca se ha trabajado tanto como ahora8, al punto de que la línea divisoria entre trabajo y ocio, trabajo y consumo, casa y oficina, se están borrando cada vez más. La tecnología que supuestamente nos iba a liberar, nos ha reducido a meros engranajes del Leviatán.
La destrucción del medio ambiente, negada rotundamente por el liberalismo, se desprende del mismo argumento. Como las personas se encuentran separadas de las tierras y los recursos naturales al vivir en ciudades artificiales, la destrucción del medio ambiente es difícil de percibir y fácil de negar. Y, por otro lado, asumir el calentamiento global y el ecocidio implicaría, necesariamente, negar al progreso y al capitalismo como el mejor de los sistemas posibles. Esto es fácil de comprender cuando se observa quién financia todas estas charlas en universidades, sitios web, presencia en medios grandes. Detrás de las distintas fundaciones liberales, se encuentran grandes donaciones de empresas nacionales e internacionales9, y detrás de estas se encuentra la fundación estadounidense Atlas Network10. Esta fundación es un Think Tank (grupos grandes que se encargan de promover ideas mediante el lobby) radicado en Washington DC de ideología liberal y conservadora fundada en 1981. Es esta fundación la principal promotora y financiadora de los personajes mediáticos que vemos destilando peste liberal. Y esta misma fundación responde a dos multimillonarios yanquis que amasaron sus fortunas con la explotación de trabajadores y de energías sucias como el petróleo: los hermanos Koch.
Sabiendo quiénes financian a estos personajes, es más fácil comprender de dónde vienen sus ideas. El liberalismo es la ideología del realismo capitalista por excelencia porque es directamente la manifestación de las clases más poseedoras y capitalistas. Su aplicación en la práctica por los gobiernos tuvieron su apogeo desde los comienzos del capitalismo hasta la década de 1930 cuando llegaría la crisis del petróleo y la caída de la bolsa de NY. El keynesianismo vendría a traer una nueva falsa solución al problema de la acumulación del Capital. Este modelo volvería a entrar en crisis al final de los 70, por lo que el llamado “neoliberalismo” vendría a presentar el “no hay alternativa”. La liberalización de la vida propuesta por la Escuela de Chicago, liderada por el liberal Milton Friedman, sería impuesta a sangre y fuego mediante el Plan Cóndor en Latinoamérica. Hasta hace poco, antes de que explotara la revuelta, Chile era presentado por los liberales como un “paraíso”. Javier Milei mismo llegará a decir que Carlos Menem, famoso por aplicar medidas neoliberales, “fue el mejor presidente de toda la historia”.11
Así, frente a la falta de memoria histórica e imaginación política para buscar nuevas alternativas al mismo dilema social, una vieja mercancía ideológica se presenta al mercado de las ideas como novedad para traer la solución. La desmemoria conduce a la repetición. Otra vez nos encontramos frente a una nueva “crisis” del sistema ahora potenciada por una pandemia. No podría ser de otra forma, ya que este sistema se caracteriza por destruir las fuentes de vida que la sostienen. Ante la ausencia de propuestas y proyectos revolucionarios y los ánimos dispuestos para concretarlos, continuamos eligiendo salidas y propuestas reaccionarias que conducen a los mismos callejones sin salida. El ala más reaccionaria del progreso, el liberalismo y la derecha más conservadora, han estado ganando mucho terreno estos últimos años, no solo por estas regiones, sino a nivel mundial. No debemos tomarnos a la ligera el hecho de que ideas tan nefastas como ridículas estén ganando cada vez más espacio en el imaginario social. A su vez, en la vereda de enfrente, nos encontramos con las otras variantes del realismo capitalista: el Estado de bienestar, keynesianismo, la socialdemocracia, radicalismo, peronismo, marxismo-leninismo, trotskismo. Todas variantes del avance mercantilizador de la vida que es necesario estudiar y comprender para combatir efectivamente. A no desalentarse y seguir luchando por la des-civilización de la vida.
Notas
1. “LA DECADENCIA ARGENTINA EMPEZÓ CON EL SOCIALISMO” | Javier MIlei en SÓLO UNA VUELTA MÁS
2. Mark Fisher, “Es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo” en Realismo Capitalista ¿no hay alternativa?, Caja Negra, 2017.
3. La estruendosa superioridad del capitalismo | Javier Milei | TEDxSanNicolas
4. “Si comparamos la actual rapidez del desarrollo con lo que puede conseguirse con el nivel general de la técnica y de la cultura existente hoy en día, en realidad el actual ritmo del desarrollo del capitalismo en Rusia, debe considerarse lento. Y no puede ser sino lento, ya que ningún país capitalista ha habido nunca tan enorme supervivencia de instituciones antiguas incompatibles con el capitalismo, que retrasan su desarrollo y empeoran enormemente la condición de los productores […]”. V. I. Lenin, El desarrollo del capitalismo en Rusia. Moscú, Editorial Progreso, 1964; publicado por primera vez en 1899.
5. La estruendosa superioridad del capitalismo | Javier Milei | TEDxSanNicolas
6. https://nabarralde.eus/es/john-locke-y-el-liberalismo-esclavista-primigenio/ y http://www.scielo.org.co/pdf/cohe/v15n28/1794-5887-cohe-15-28-00225.pdf
7. https://youtu.be/RdXh29hyKnQ
8. https://es.gizmodo.com/no-importa-en-que-trabajes-tienes-menos-vacaciones-que-1836178256 y https://www.lavanguardia.com/cultura/20200628/481956189557/horas-trabaja-campesino-edad-media-reto.htm
9. https://libertad.org.ar/web/socios/ – Algunos ejemplos: Aca Salud Coop. Ltda., Aceros Coco, Aceros Cufer SRL, Acto Médico SA, John Deere S.A., Cooperación Mutual Patronal, Santander Río, Tarjeta Naranja, Diario La Capital, Osde.
10. https://www.atlasnetwork.org/
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