Chris Hedges
El arresto del periodista Richard Medhurst, uno de los más ardientes críticos del genocidio en Gaza y del estado de apartheid israelí, en el aeropuerto de Heathrow es parte de la marcha constante hacia la criminalización del periodismo, algo que todos nosotros, incluido Medhurst, entendimos que estaba en el corazón de la larga persecución de Julian Assange.
Donde la “norma” era que la policía detuviera a personas para interrogarlas según el Anexo 7, Medhurst se convirtió en el primer periodista en Gran Bretaña en ser arrestado bajo la Sección 12 de la draconiana Ley de Terrorismo.
Tras ser detenido por seis agentes de policía, que le confiscaron su equipo electrónico y lo interrogaron, fue puesto en régimen de aislamiento durante casi 24 horas. Fue puesto en libertad bajo fianza antes de que se le imputaran cargos. Seguirá bajo investigación durante al menos tres meses y se enfrenta a la posibilidad de ser acusado de un delito que podría conllevar una pena de prisión de hasta 14 años.
Este arresto tiene como objetivo paralizar su trabajo y el de todos aquellos que denuncian a Israel por su masacre. Es una advertencia ominosa para cualquiera que defienda los derechos palestinos. Está diseñado para tener un efecto amedrentador sobre la información que esclarece la campaña genocida de Israel en Gaza y, cada vez más, en Cisjordania, así como la colaboración activa en este exterminio del pueblo palestino por parte de los gobiernos de Estados Unidos y el Reino Unido. El arresto de Medhurst no tiene nada que ver con la lucha contra el terrorismo, al menos para aquellos que todavía creen que el periodismo no es terrorismo.
Si no nos oponemos vigorosamente al arresto de Medhurst, si no denunciamos el uso de las leyes antiterroristas para intentar silenciar a los periodistas, incluyendo al periodista escocés Craig Murray, al corresponsal de Greyzone Kit Carenberg y al difunto David Miranda que trabajaba con Glenn Greenwald en los archivos filtrados por el ex contratista de la NSA Edward Snowden, el arresto de Medhurst se convertirá en la “norma”