Fuente: https://www.eldiario.es/politica/silverio-nieto-sacerdote-juez-policia-confesor-fernandez-diaz-implicado-operacion-kitchen_1_6216012.html?utm_source=adelanto&utm_medium=email&utm_content=Usuario&utm_campaign=09/12/2020-adelanto&goal=0_10e11ebad6-07c046d73b-56543305&mc_cid=07c046d73b&mc_eid=36bcee8428
Silverio Nieto: el sacerdote que fue juez, policía y ‘confesor’ de Fernández Díaz, implicado en la Operación Kitchen
«Enviada copia a J.F». Un breve SMS vincula a un cura con los protagonistas del espionaje a Luis Bárcenas. Y no al falso sacerdote que se coló a robar en la casa de del extesorero, sino a un cura de verdad. Silverio Nieto (Almendralejo, 1947) no es un cura cualquiera. Es uno de los más poderosos e influyentes en la reciente historia de la Iglesia española, y ahora se sabe, gracias al sumario que investiga la «operación parapolicial», que fue el intermediario de mensajes entre el exministro del Interior, Jorge Fernández Díaz (J. F.) y el entonces número dos de Interior, Francisco Martínez. Es el comisario Enrique García Castaño, investigado en la trama, quien entrega al juez y los fiscales el mensaje que escribió el secretario de Estado de Seguridad advirtiendo de que si caía él, lo haría también Fernández Díaz y probablemente Mariano Rajoy.
No es un cura común Silverio Nieto. Ha tenido muchas vidas. Fue marino, policía –trabajó en la Interpol–, espía, juez, magistrado, sacerdote… Por sus manos han pasado todos los secretos de la Iglesia española, y de su cabeza han surgido muchas de las estrategias jurídicas de los obispos en las últimas décadas, especialmente durante el largo mandato del cardenal Rouco Varela, a quien Nieto ha sacado de muchos entuertos.
Amigo personal de Fernández Díaz –el exministro apunta en sus memorias que Nieto fue uno de sus referentes a la hora de su conversión religiosa, y muchos aseguran que el sacerdote acabó por convertirse en su confesor personal, algo que el cura niega–, Silverio Nieto tuvo un papel muy relevante en las relaciones Iglesia-Estado durante los gobiernos de Zapatero y, muy especialmente, de Mariano Rajoy.
El guardián de los secretos de la Iglesia
Como director del Servicio Jurídico Civil de la Conferencia Episcopal desde comienzos de siglo (puesto que ya no ocupa, aunque se mantiene como tal en la web del Episcopado español), Silverio Nieto, ordenado sacerdote en 1999 en una nunca explicada ‘vocacion tardía’, tuvo que lidiar con escándalos financieros como los de Gescartera o Cajasur; asumió la actuación común de los obispos en las más que dudosas inmatriculaciones de bienes a nombre de la Iglesia sucedidas entre 1998 y 2015 (unas 40.000, según el informe del Colegio de Registradores, que todavía no se ha hecho público); y, sobre todo, fue el máximo responsable de la gestión de los casos de pederastia, que, primero a cuentagotas y posteriormente a borbotones, surgieron en la Iglesia española.
A Silverio Nieto se le debe, en buena medida, el redactado del protocolo antiabusos de los obispos de nuestro país –aprobado en 2010, pero que no se dio a conocer hasta que eldiario.es lo publicó en 2015, en pleno ‘caso Romanones’– que debió ser reformado hace meses tras las nuevas ordenanzas del Vaticano.
Con la asesoría de Nieto, las diócesis españolas se enfrentaron al escándalo de la pederastia con resultado desigual. De hecho, las víctimas acusan al clérigo de ejercer de «agente doble» en casos como el de los abusos en Granada o el ‘caso Gaztelueta’, por el que un profesor del Opus Dei fue condenado por abusos en el primer colegio fundado por la Obra en España y del que este medio informó ampliamente
Con García Castaño en su detención
Muy cercano a Rouco Varela, Silverio Nieto tuvo sus momentos de gloria durante el pontificado de Benedicto XVI. Con la llegada de Francisco, algunos eclesiásticos llevaron a Roma sus dudas acerca de la actuación del clérigo y sus fuertes vínculos con estamentos judiciales, políticos y policiales de dudosa reputación. De hecho, cuando en julio de 2018 García Castaño fue detenido por su implicación en el caso Bárcenas, era Silverio Nieto quien se encontraba con el excomisario.
Tras el ‘caso Gaztelueta’, el cura-juez-policía cayó en desgracia –se paralizó su nombramiento como representante de la Iglesia española en la comisión antiabusos del Vaticano–, y se le ve en contadas ocasiones por Añastro, sede de la Conferencia Episcopal en Madrid). Visiblemente más delgado, aunque manteniendo su perfecto bronceado, el sacerdote continúa ejerciendo su ministerio en la parroquia de la Concepción de Madrid, mientras uno de sus sobrinos ejerce como responsable de los asuntos jurídicos del episcopado. Su teléfono suena mucho menos ahora que antes. Aunque seguramente, en los últimos días, haya recibido más de un SMS. «Enviada copia a J. F».
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