Fuente: Umoya num. 88 – 3er trimestre 2017 Patricia Luceño
Como guardiana de la identidad cultural sudafricana, su música ha
traspasado fronteras convirtiéndola en una reconocida activista cultural de su país natal.
Ella estuvo allí. Ese 24 de junio, el de 1995. El día en el que el rugby superó el carácter deportivo para convertirse en vestigio de la unión sudafricana; su voz fue una de las que dibujó el Nkosi Sikelel’ iAfrika de la reconciliación. También interpretó a la princesa Magogo en la
primera ópera africana. Y el septuagésimo quinto cumpleaños de Mandela no le fue ajeno. Estos son solo algunos de los hitos que se pueden rescatar de su biografía, porque a Sibongile Khumalo
(Johannesburgo, 1957) parece que el mundo se le queda pequeño.
No es una cuestión de suerte. Ni de contactos. Ni tampoco el resultado de una afortunada concatenación de casualidades. Es el fruto de los años de formación y trabajo duro que dibujan una vida, porque la danza, el canto y el violín ya formaban parte de ella cuando era solo una niña. Quizás la profesión de su padre, profesor de música, tuvo algo que ver en su vocación. Eso sí.
Sin embargo, no es la herencia familiar la que explica esa larga trayectoria que la ha convertido en una verdadera personalidad cultural en su país natal. Khumalo es licenciada en Música
(University of Zululand) y en Artes (U. of the Witwatersrand), tiene un Diploma Superior en Gestión de Personal (U. of the Witwatersrand) y ha recibido el Doctorado Honoris Causa en Música por la Universidad de Rhodes. Ampliamente reconocida por la crítica, ha recibido numerosos premios (FNB/SAMA, 100 Reserve
Order of Merit y Standard Bank, entre otros). Títulos y laureles que no bastan para explicar el equilibrio de su voz, la sensibilidad que
impregna sus interpretaciones, la ductilidad de una melodía que se estira y transforma sin llegar a romperse. Con su sentimiento ha conseguido traspasar las fronteras de su tierra portando las melodías clásicas sudafricanas y ha logrado darles un nuevo color al mezclarlas con el imprevisible encanto de un jazz que sorprende todavía más sin el conducto de una garganta rasgada.
La impronta de su música, refugio de la riqueza y sabiduría del África austral, la ha convertido en la banda sonora del sueño de unidad. Fue precisamente su impronta en la identidad sudafricana uno de los
motivos que la hicieron merecedora del Honoris Causa que recibió en 2009. Para el profesor Paul Maylam, «en la era post-apartheid ha habido una búsqueda para construir una nueva cultura nacional sincrética, que trascienda o puentee divisiones culturales. Tal vez más que cualquier persona, Khumalo encarna el cumplimiento de esa búsqueda. Se ve a sí misma como una activista cultural».
Discografía: Ancient Evenings (1996); Live at the Market Theatre (1998); Immortal Secrets (2000); Quest (2002); Sibongile Khumalo (2006); Breath of life (2016).