Fuente: https://literafrica.wordpress.com/2020/09/13/si-tiras-una-piedra-en-un-pozo-produce-ondulaciones/ sfqu 13 septiembre, 2020
600 entradas hago hoy. Nunca he sabido cómo llamarlas. A veces “posts”, otras “textos”… 600 momentos en los que he querido poner por escrito algo siempre relacionado con el continente africano y los libros. 600 intenciones, eso es quizás lo que me parece lo más correcto.
¿Cómo empezó todo esto?
Desde la primera han llovido libros y palabras.
Se han formado charcos con ese agua.
Han venido en oleadas las obras y así es como últimamente también me vienen a la cabeza algunas telas africanas. Forman mundos ellas solas. Hilos que me atrapan. Como esta que tengo delante y tapiza uno de mis cuadernos. Por suerte, me rodean personas que conocen los secretos íntimos de estas piezas. Así, sé que esta tela wax tiene un significado oculto que está a la vista. El paño habla y nos dice lo siguiente: “Cuando tiras una piedra a un pozo produce ondulaciones como estos círculos, igual que lo que hacemos y decimos provoca un efecto bueno o malo en los que nos rodean”.
Su significado, entonces, se resume en estas palabras: pozo de agua.
Son curiosas tantas coincidencias ya que con oleadas empezaba el primer libro del que hablé en este blog: Los negros nunca irán al paraíso de Tanella Boni. ¿Por qué empecé por él y no por otro? Creo recordar que me impactó el título y las notas biográficas de la autora. Pero igual fue por otra razón. Es tan frágil, tan engañosa y tan selectiva la memoria… Lo único cierto es que lo leí y que lo tengo en mi Biblioteca, un lujo ya que casi con seguridad hoy en día estará “descatalogado”. Lo editó El Cobre, una editorial ya desaparecida, junto con “Casa África”.
Guarda en su interior incluso un marcapáginas y con este entre los dedos repaso las palabras con las que comienza: “Mis recuerdos me llegan en irreprimibles olas, en inenarrables chorros”. Tras su lectura, de la que hoy recuerdo a sus protagonistas con desasosiego, algo se clavó dentro de mi y no he podido sacármelo en las 599 intenciones posteriores.
Tanella Boni me metió en su pozo. Allí, en lo profundo, encontré uno de los hilos que han atrapado a este espacio literario y muchas de sus lecturas desde entonces. Bajo las memorias del “negrero pacífico”, me topé con el despiece de las vidas de aquellos que van a África con un manto que les cubre con apariencia de decencia para explotar, violar, exterminar. Nuestra relación, nuestras intenciones con el continente, perversa a veces, llena de ambigüedades, desigual e injusta muchas otras, se vertía dentro de mí de manera nítida y transparente, como el agua. Amédée-Jonás y las mujeres y las niñas. Se me revuelve el estómago cuando recuerdo aquella lectura que recreaba la vida de un hombre que actuaba de manera impune en un país africano, “porque allí nadie le conocía”.
Después, el reverso cuando “los negratas” llegaban a Europa huyendo. El muro de la desaparición forzosa de aquellos a los que no queremos ver. El horror de ver vidas humanas tratadas como animales. De ver, sí, porque de eso se trata.
Así que la piedra que Boni tiró en el pozo, tuvo su reflejo en mí. Ninguna piedra que se lance al agua se queda sobre la superficie. Todas saltan o se hunden de manera inmediata, pero provocando antes un movimiento. No digo nada nuevo, lo sé. Tampoco que los efectos de la piedra son circulares y se van expandiendo, pero sí que para mí es algo hipnótico, sanador e insólitamente siempre nuevo contemplar las formaciones en el agua.
Cada uno de los libros que duermen en mi interior desde aquel primero, me hablan de algo que solo yo he escuchado. A veces, he querido compartirlo. He lanzado piedras, de manera tímida y sin seguridad al principio, con fuerza en muchas ocasiones y siempre sin conocer hasta dónde llegaban esas formas que se formaban en lo acuático, en la oscuridad de ese inmenso pozo que he ido construyendo.
Aunque esto es lo de menos.
Al final, todo se reduce a lo que nos dice la tela wax. De hecho, está dicho desde siempre. Nunca sabremos cómo de profundas y anchas son las formas que compone a su alrededor en cada lector cada libro que lee. Sé lo que me atañe, lo que provoca en mí, lo que me cercena y me abre.
Y es por eso que sigo tirando piedras a este pozo. Para lo bueno y para lo malo.