
Navi Pillay 19/09/2025

En 1995, el presidente Nelson Mandela de Sudáfrica me pidió participar como juez en el Tribunal Penal Internacional para Ruanda. El panel judicial que presidí condenó a tres ruandeses por genocidio. Así que entiendo la palabra «genocidio», y no la utilizo a la ligera. Es el intento deliberado de destruir, total o parcialmente, a un pueblo. Representa la violación más grave de nuestra humanidad compartida y la violación más grave del derecho internacional.
Hoy, la comisión de las Naciones Unidas que dirijo publica su análisis legal de la conducta de Israel en la Franja de Gaza. Nuestra conclusión es clara: Israel ha cometido genocidio contra los palestinos en Gaza. Este hallazgo se basa en investigaciones y muchas pruebas en el período comprendido entre el 7 de octubre de 2023, cuando comenzó la guerra, y el 31 de julio de 2025. Ha sido corroborado por múltiples fuentes y evaluado a través del riguroso marco legal de la Convención del Genocidio de NNUU de 1948, de la que Israel es parte.
Mi organización, la Comisión Internacional Independiente de Investigación sobre el Territorio Palestino Ocupado, fue establecida por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en 2021. Es supervisada por expertos designados que cuentan con el apoyo del personal de la secretaría de NNUU. La Comisión informa de sus conclusiones al Consejo de Derechos Humanos y a la Asamblea General.
La escala de la destrucción es devastadora. Más de 64.000 palestinos han sido asesinados, incluidos más de 18.000 niños y casi 10.000 mujeres, según funcionarios de salud de Gaza. La esperanza de vida estimada en Gaza se ha desplomado de 75 años a poco más de 40 en un solo año, uno de los descensos más pronunciados registrados. Hospitales, escuelas, iglesias, mezquitas y vecindarios enteros han sido destruidos. Nuestro análisis encontró que se ha utilizado el hambre como arma de guerra y que el sistema médico ha sido destruido deliberadamente. La atención a la salud materna se ha visto gravemente socavada. Se ha hambreado, disparado y enterrados bajo escombros a los niños. Según UNICEF, un niño ha muerto cada hora en Gaza. Estos no son accidentes de guerra. Son actos calculados para provocar la destrucción de un pueblo.
Probar la acusación de genocidio requiere no solo el acto, sino también la intención. Aquí, también, la evidencia es clara. Los principales dirigentes israelíes, incluidos el presidente, el primer ministro y el ex ministro de defensa, han deshumanizado a los palestinos. Yoav Gallant, el ministro de defensa en el momento de los ataques del 7 de octubre, dijo: «Estamos luchando contra animales humanos», mientras que el presidente Isaac Herzog proclamó que toda la nación palestina era responsable. Sus acciones han estado a la altura de sus palabras: bombardeos indiscriminados que hacen inhabitable a Gaza, el bloqueo de la ayuda humanitaria, la violencia sexual y de género y un asedio que concluimos fue diseñado para matar de hambre a la población. En su conjunto constituyen un patrón que demuestra la intención genocida.
La comisión también estableció que los palestinos han sido asesinados mientras buscaban alimentos en los centros de distribución dirigidos por la Fundación Humanitaria de Gaza, la entidad respaldada por Israel y Estados Unidos que reemplazó en gran medida a la red de ayuda existente. Cientos de personas, incluidos niños, han sido disparados mientras intentaban acceder a la ayuda.
Algunos argumentan que el término «genocidio» es demasiado grave para aplicarlo mientras continúa la guerra de Israel. Pero la ley es explícita: la obligación de prevenir el genocidio surge en el momento en que es evidente un riesgo grave. Ese umbral se cruzó hace mucho tiempo en esta guerra. En enero de 2024, la Corte Internacional de Justicia notificó a todos los estados que había un grave riesgo de que se estuviera cometiendo genocidio en Gaza. Desde entonces, la evidencia solo se ha profundizado, y los asesinatos se han multiplicado.
¿Qué significa esto para la comunidad internacional? Significa que sus obligaciones no son opcionales. Cada estado tiene la obligación de prevenir el genocidio dondequiera que ocurra. Esa obligación requiere acción: detener la transferencia de armas y apoyo militar utilizados en actos genocidas, garantizar una asistencia humanitaria sin obstáculos, detener el desplazamiento y la destrucción masivas, y utilizar todos los medios diplomáticos y legales disponibles para detener el asesinato. No hacer nada no es neutralidad. Es complicidad.
No escribo estas palabras como adversaria de Israel. Reconozco el sufrimiento de los israelíes que perdieron a sus seres queridos en los horribles ataques de Hamas del 7 de octubre, que mataron a unas 1.200 personas, y el dolor de las familias de los aproximadamente 50 rehenes que permanecen en cautiverio, incluidos unos 20 que todavía se cree que están vivos. Nuestra comisión ha documentado los crímenes cometidos por Hamas. Pero ningún crimen, por grave que sea, justifica el genocidio. Responder a la atrocidad con atrocidad es abandonar los mismos valores que el derecho internacional debe proteger.
La historia juzgará cómo responde el mundo. En Ruanda, la comunidad internacional no impidió el genocidio, ni intervino para detener la matanza una vez que comenzó. Hoy en día, la comunidad internacional vuelve a no actuar, esta vez, en Gaza. Los hechos se informan diariamente. Las advertencias son inequívocas. La ley es clara. Lo que está en juego, la supervivencia de un pueblo, no puede ser más importante.
La obligación de prevenir el genocidio no solo es de los estados, sino también del sistema internacional en su conjunto. El Consejo de Seguridad de NNUU no debe ser el cementerio de la conciencia. Las organizaciones regionales, los parlamentos nacionales, la sociedad civil y los ciudadanos comunes tienen un papel que desempeñar para presionar a los gobiernos para que actúen. La Convención del Genocidio nació de las cenizas del Holocausto con un voto solemne: «Nunca más». Ese voto no tiene sentido si se aplica solo a unos y no a todos.
Insto a cada gobierno, a cada dirigente y a cada ciudadano a preguntarse: ¿Qué diremos cuando nuestros hijos y nietos pregunten qué hicimos mientras Gaza fue quemada hasta los cimientos? Cada acto de genocidio pone a prueba la humanidad que nos une.
La prevención del genocidio no es una cuestión de discreción de los estados. Es una obligación legal y moral, y no admite demoras. La ley requiere acción. Nuestra humanidad común lo exige.
Fuente: https://www.nytimes.com/2025/09/16/opinion/un-palestinians-israel-gaza-genocide.html
Traducción: G. Buster