Fuente: Umoya num. 102 1er trimestre 2021 Paola López Muñoz.
¿Va el lago Chad camino de convertirse en el nuevo Delta del Níger? ¿Qué efectos podría tener la devastación de la zona sobre todas las poblaciones que viven allí?.
El lago Chad lleva mucho tiempo en el punto de mira debido a la pérdida de casi el 95% de su superficie desde los años 60. Aunque el lugar se ha convertido en un símbolo de los efectos del cambio climático en África, no está del todo claro que esta sea la causa de su “desaparición”.
Es cierto que los incrementos de temperatura registrados desde la era preindustrial están alterando los patrones de precipitaciones e incrementando los ciclos de sequías lo que, con mucha seguridad, afecta más a los países cálidos. Sin embargo, parece más acertado considerar que la crisis hídrica de este lago tiene que ver con su sobreexplotación y el efecto de la acción humana directa, destacando el regadío.
Está claro que entran en juego muchos factores ambientales a la hora de explicar el fenómeno. De hecho, la reducción de la explotación de la zona y los últimos esfuerzos promovidos en todo el mundo por frenar el aumento de la temperatura global podrían explicar la reversión de esta situación, ya que, por suerte, el lago ha recuperado gran parte de su supericie en las últimas décadas. El lago Chad también es reconocido por su curiosa situación socioeconómica. Y es que los factores económicos, sociales y políticos también son importantes para explicar los problemas que afectan a la zona.
Esta gran masa de agua no pertenece solo al país que le da nombre, sino también al resto de países colindantes: Nigeria, Camerún y Níger. Sin embargo, la delimitación administrativa ha tenido muy poca importancia para determinar las dinámicas sociales de la zona, ya que miles de pueblos de distintas etnias protagonizan asentamientos en la cuenca que atienden a razones culturales previas a la creación de los países.
Las elevadas migraciones internas también contribuyen a la peculiaridad de este complejo ecosistema social. Gran parte de estos movimientos se ha producido desde la cuenca del norte hacia la del sur, dado que la primera ha sido la más afectada por la reducción de la superficie. El exceso demográfico en una zona cada vez más limitada ha generado durante mucho tiempo tensiones entre los trabajadores agrícolas, que tenían que competir por la escasez de recursos. Por si la situación aún fuese poco complicada, en los últimos meses, un nuevo (y a la vez viejo) enemigo ha hecho peligrar la estabilidad que parecía evidenciarse en el lago Chad: el petróleo.
Hace ya unos años se habían iniciado los trámites para considerar al lago Chad Patrimonio de la Humanidad. De hecho, entre 2017 y 2020 se está llevando a cabo un proyecto (BIOPALT) entre la UNESCO y la Comisión de la Cuenca del Lago Chad para preservar la biodiversidad de la zona a través de actividades relacionadas con la agricultura ecológica y el desarrollo de sistemas de detección de inundaciones y sequías.
Pero, según ha revelado hace unos meses el periódico The Guardian, el Ministro de Cultura y Turismo de Chad ha decidido, sin contar con el resto de países vecinos, paralizar y posponer estos trámites. La razón se debe a la firma de un contrato por parte del país con empresas petroleras, cuya identidad no ha sido revelada hasta la fecha, para hacer exploraciones en la zona.
La paralización de los trámites con la UNESCO ha puesto de manifiesto cómo, una vez más, los negocios petroleros priman por encima del desarrollo sostenible y la seguridad de ecosistemas valiosos para las tierras africanas.
A pesar de que la tramitación del título no ha sido cancelada, sino pospuesta, parece evidente que la explotación petrolífera podría devastar tanto la cuenca que la inhabilitaría para obtener el título de Patrimonio Mundial, el cual podría ser muy importante para conservar la zona y traer beneficios económicos a las poblaciones.
Las administraciones de Níger, Nigeria y Camerún no han tardado en mostrar su desacuerdo e indignación ante el gobierno de Chad por la declaración unilateral de posponer la petición del título ante la UNESCO sin haberlo consultado previamente con ellos.
Si parecía que el lago Chad se estaba recuperando, esta situación lo pone todo en jaque otra vez. ¿Va el lago Chad a convertirse en el nuevo Delta del Níger? ¿Qué efectos podría tener la devastación de la zona sobre las poblaciones que viven allí?
Aún están por verse los efectos que tendrá la firma de este contrato sobre la cuenca, quiénes son las compañías petroleras implicadas y cuál es su origen. Uno de los efectos más graves que puede tener esta situación de devastación ambiental en el futuro tiene que ver con las migraciones climáticas.
Pensemos que, hoy en día, los recursos naturales del lago funcionan como recurso vital para más de 45 millones de personas, lo que equivale, más o menos, a la población del Estado Español.
¿Dónde irá a parar toda esa gente si el lago queda inhabitable?
Sin lugar a dudas, el lago Chad es otro ejemplo más de racismo medioambiental.