Jesús Cabaleiro Larran Rebelión
Ya lo cantaba Gardel en un tango, ″todo, todo se olvida”. La unánime condena internacional a los ataques de Israel contra el secretario general de Naciones Unidas, el portugués Antonio Guterres y a la presencia de los cascos azules en Líbano, retrotrae a otro escenario y mismas acciones pero eso sí, con el cómplice silencio de muchos que ahora claman.
Hay que volver unos años atrás, cuando Marruecos expulsó a 83 miembros de la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental (Minurso) en marzo de 2016, algo que, hasta ahora, no tenía precedentes en otras misiones de paz. El motivo, el rechazo al entonces secretario general de la ONU, el surcoreano Ban Ki Moon.
Es más, el Gobierno marroquí organizó una manifestación en Rabat contra el entonces responsable de la ONU, quien cometió el grave delito para las autoridades marroquíes de utilizar el término ″ocupación” en lo sucedido en el Sáhara. Entonces llovieron insultos y menosprecios al líder de Naciones Unidas y su entonces enviado especial Christopher Ross al que no permitieron visitar El Aaiún.
La diferencia es el silencio de los que ahora critican a Israel, el Sáhara entonces no interesaba, ni a día de hoy, sigue interesando a tanto analista y experto en Derecho Internacional, a pesar de que año tras año, sea un territorio sin acceso a observadores internacionales de derechos humanos y periodistas independientes.
La Minurso, la fuerza de paz llegada en 1991 para organizar un referéndum y que actualmente se limita a supervisar el supuesto alto el fuego entre las partes, y año tras año se renueva su misión, ahora de nuevo este mes de octubre en el Consejo de Seguridad.
Habría que leer las diferentes resoluciones de la ONU o la reciente y muy clarificadora sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) para recordar que se trata de un territorio pendiente de descolonización y que el Sáhara a día de hoy y según el Derecho Internacional, la ONU o la Unesco, no es Marruecos por muchas mentiras que esparza el Majzén a través de su bien pagado ejército digital de propagadores.
Lo cierto es que la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) contra viento y marea, sigue existiendo y forma parte de pleno derecho de la Unión Africana y asiste a la gran mayoría de sus reuniones internacionales a pesar de agresiones de funcionarios marroquíes como el caso de la TICAD en Japón.
Marruecos desde 2007, optó por una opción cerrada, autonomía o autonomía, algo que ‘o se toma o se deja’ sin más, y queriendo aprovechar el apoyo de Trump e Israel además del apoyo formal de naciones europeas (incluida, por desgracia, España) con el objetivo que presionen en la ONU para esta solución impuesta, y que hagan ver a los saharauis «lo inevitable» de su situación tras casi cinco décadas y las graves condiciones «de sufrimiento» en la hamada argelina de los más de ciento setenta mil refugiados saharauis.
Por cierto, qué lejos queda cuando el PSOE solicitaba la ampliación del mandato de la Minurso a los derechos humanos y Pedro Sánchez se reunía con una delegación saharaui en el 39 Congreso socialista o cuando la ministra Margarita Robles calificaba de ″chantaje” de Marruecos la masiva llegada de inmigrantes a Ceuta.
Bajo la coartada de que 112 países apoyan la autonomía y el respaldo de Israel para todo, incluido, sobre todo los medios bélicos (recordemos un barco con armas para el ejército israelí atracó tranquilamente en Tánger) Marruecos repite su mantra de autonomía. No es nada nuevo el apoyo israelí, ya idearon el muro que separa el Sáhara.
El referéndum de autodeterminación suena hoy utópico, esa solución que Marruecos admitió en su día a través de Hassan II, la desechó su hijo Mohamed VI al comprobar que iba a perderlo, incluso cuando con el Plan Baker dos permitía una inicial autonomía con cinco años y después el referéndum, en que podrían votar los colonos marroquíes.
Conviene recordar los que ocuparon el cargo de enviado especial para el Sáhara, James Baker (periodo 1997-2004), Peter Van Walsun (2005-2008), Christopher Ross (2009-2017) y Horst Kohler (2017-2019). Tras dos años sin ninguno, en septiembre de 2021 tomó el reto el diplomático italosueco Staffan da Mistura.
Baker dio nombre a los dos intentos frustrados de alcanzar un acuerdo y el referéndum, Plan uno (2000) y dos (2003, aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU).
Pero el Majzén no quiere ni votos en libertad, ni democracia y así no permite tan siquiera esta propuesta porque, como reconocen, no se fían de sus propios colonos llevados al Sáhara durante más de cuarenta años. Y es que es un riesgo poder elegir libremente ser ciudadano y no súbdito de un rey autocrático. ¿Quién quiere vivir como súbdito cuando puede vivir en un país libre?
El censo que hizo en su día Naciones Unidas para el referéndum está depositado en Ginebra, mientras, más de 170.000 refugiados siguen esperando en los campamentos de Tinduf, cerca de cinco décadas.El enviado especial de Naciones Unidas, Staffan da Mistura visitó Tinduf recientemente y se reunió con los dirigentes de la RASD.
No se olvide que ahora, como en el caso de Palestina precisamente, es ocupación por ocupación, y las resoluciones de Naciones Unidas se quedan en papel mojado, así el Sáhara puede tener el dudoso honor de ser el único territorio sin descolonización de toda África sin la posibilidad de poder elegir su futuro por sus habitantes.
También, entre los territorios por descolonizar según Naciones Unidas figura Gibraltar, reclamado por España, y las islas Malvinas, que reclama Argentina. La diplomacia británica siempre señala al respecto que no puede negociar sin contar con los deseos de sus habitantes, e incluso señalan que, en Gibraltar, se ha consultado a la población al respecto, cuestión que en el Sáhara, evidentemente, es soslayada. Tal vez por eso el Reino Unido no apoya el plan de autonomía marroquí.
En cuanto al futuro del disputado territorio del Sáhara, tan solo mencionar unos datos obvios. Lo primero que sigue, no se olvide, dividido desde 1975. Marruecos sigue sin el control del cien por cien del extinto Sáhara español (que se dividió con Mauritania), por mucho que haya ganado, en contra del propio acuerdo de 1991, la pequeña franja desde el Guerguerat hacia Mauritania , que dio inicio a las actuales hostilidades, y mucho menos ha ganado aprecio en la población originaria saharaui excepto los clanes del poder.
La represión interna prosigue en las ciudades, cada vez de manera más intensa, al igual que la guerra de hostigamiento y desgaste iniciada en noviembre de 2020 por parte del Polisario contra el muro marroquí y su réplica con más de cien muertes (la mayoría civiles) a través de drones explosivos, la mayoría de origen israelí.
Al final del largo túnel, puede ocurrir algo parecido a la situación de Kosovo, países reconociendo la soberanía marroquí, con consulados, la mayoría fantasmas, incluidos en el territorio, mientras otros se aferran al Derecho Internacional y jamás podrán aceptar esa conquista realizada a sangre y fuego, no entraron pacíficamente trayendo flores y miel, como me apuntaba un saharaui, sino con balas, tanques, cañones y bombardeos.
Lo cierto y verdad es que el Sáhara sigue manteniéndose legalmente como ‘no autónomo’ y pendiente de descolonización por la ONU y los que se encuentran en Tinduf, mal que le pese a la propaganda del Majzén, son refugiados. Mientras haya un saharaui, sin duda, seguirá existiendo el deseo de expresar libremente su voluntad sobre el futuro de su tierra.
Fuente: Rebelión
África. Sáhara: hipocresía sobre cascos azules, ONU y derecho internacional