El Sudamericano
Granma
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¡Ora por nosotros, señor de los tristes
que de fuerza alientas y de ensueños vistes,
coronado de áureo yelmo de ilusión!
¡que nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre, toda corazón!
Rubén Darío, Letanía de nuestro señor Don Quijote
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Si millones en este mundo han tenido la certeza de que hay en el Caribe una isla hecha con fibras de heroicidad, y que, nutrida con savia de Titán y de Guerrillero sostiene su espíritu inamovible, no es casualidad.
A la isla de marras, la misma que ha librado y libra batallas a veces de apariencia imposible, y una y otra vez se alza vencedora, la identifica una historia inconfundible como su nombre: Cuba.
Para darse justicia y e irradiarla a otras partes de un mundo que la necesitan, que tienen derecho a ella y también a vivir diferente sin admitir el grillete que el esclavista moderno quiere a toda costa imponer, este pueblo debió levantarse, audaz y desobediente.
Pudo hacerlo, entre otras razones, por lo que heredó de hombres como Antonio Maceo y Ernesto Guevara, que dejaron un trazo de luz a la humanidad.
La libertad por la que Maceo y el Che no dejaron peligro por desafiar ni acechanza por derrotar, es patrimonio invaluable de esta Isla a la que el mundo esperanzado mira y admira en sus dolores y lucha; la misma que ahora los honra, enfrentada a un cerco de múltiples dimensiones.
Mulato uno, el general mambí nacido en Santiago de Cuba; gaucho el otro, que vino al mundo en cuna argentina, y, «sin explotar a nadie ni exigir nada a cambio» estampó su epopeya en suelo cubano, de África y de Bolivia.
Maceísta y guevariano parecen el sedimento de un espíritu que, hecho isla y más allá de adversidades, resiste las cotidianas punzadas de un cerco feroz que desprecia la alternativa humanista que es Cuba y por eso mismo le teme y la odia con idéntica fuerza.
Las espinas del asedio que nos lanzan a diario, en su arremetida se rompen, entre otras razones, porque entre sus hidalgos Cuba tiene referentes como el General Antonio, aquel de 32 años en Baraguá, y el del Che, comandante a los 31 almanaques.
También Guevara y Maceo fueron jóvenes como unos cuantos de los de hoy, inconformes. Y como ellos, no dados a la deslealtad y la confusión. Tal es el legado: sable en ristre y adarga al brazo; en sus ideas, claridad filosa, e impenetrable escudo de fidelidad en sus actos.
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Hoy celebramos a dos héroes imprescindibles: #Maceo y #Che, que en épocas distintas se entregaron a #Cuba. Este sábado, junto a los pioneros en su Asamblea Nacional, rendiremos tributo a quienes como dijo #Fidel son símbolos insuperables de valor e intransigencia revolucionaria. pic.twitter.com/vLNG9SlUb9 — Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) June 14, 2025