Las personas que viven en las chabolas en diferentes ciudades sudafricanas ocupan tierras y luchan por conseguir servicios sanitarios, electricidad y otros servicios básicos, mientras se enfrentan a represalias mortales del Congreso Nacional Africano.
Abahlali baseMjondolo (AbM), un movimiento de masas de personas socialistas que viven en chabolas y cuya sede está en Durban (Sudáfrica), celebró el 9 de agosto el Día Nacional de la Mujer, un día festivo en memoria de las más de 20.000 mujeres negras, indias, de color y blancas que en 1956 se manifestaron en Pretoria para exigir la derogación de las leyes de los pases que impedían a las personas negras entrar en las zonas de en las que vivían personas blancas. Para AbM también es una fecha para llorar y recordar las vidas de sus 24 miembros asesinados desde 2009 en la lucha por la tierra y la vivienda. El año pasado cuatro de ellos fueron matados a tiros en los asentamientos del movimiento. El movimiento cree que los políticos del ANC (siglas en inglés de Congreso Nacional Africano) están detrás de la mayoría de estos asesinatos.
Se habla mucho del problema de los bóers y los blancos en general en Sudáfrica, y de las tensiones actuales entre Washington y Pretoria al respecto. Sin embargo, la mayoría de los análisis parecen pasar por alto el punto político principal, que debería incluir no solo el fundamento de las acusaciones (y el contexto) del presidente estadounidense Donald Trump , sino también sus posibles motivaciones.
El 21 de mayo, Trump confrontó al presidente sudafricano Cyril Ramaphosa en el Despacho Oval con videos y artículos impresos que denunciaban un «genocidio blanco», centrándose en la violencia contra los agricultores bóer del país. Trump atenuó las luces para reproducir imágenes, incluyendo fragmentos de cánticos de «Maten a los bóeres», alegando que mostraban persecución. Esto sorprendió a muchos y, sin duda, avergonzó a Ramaphosa.
El ejército ugandés ha anunciado la suspensión de la cooperación militar con Alemania tras las acusaciones de que el embajador alemán en Kampala estaba involucrado en actividades subversivas en el país de África oriental.
Chris Magezi, portavoz del ejército ugandés, declaró recientemente que el embajador alemán en Uganda, Matthias Schauer, participó en actividades subversivas en el país de África oriental. Añadió que el ejército ugandés suspendía de hecho toda cooperación con Berlín.
Louis Theroux: Los Colonos,una producción de MidhouseProductions para la BBC, estará disponible en iPlayer en el Reino Unido durante los próximos 11 mesesaquí.
El documental de Louis Theroux sobre los colonos israelíes en la Cisjordania ocupada, realizado en medio del genocidio de Gaza, presenta un panorama devastador del movimiento fundamentalista religioso ultranacionalista. Pone de relieve su papel como vanguardia del Estado israelí en la limpieza étnica y el asesinato en masa de los palestinos.
La indignación de los apologistas sionistas ha sido previsible precisamente porque el documental refleja una indignación internacional más amplia ante la escalada del genocidio en Gaza.
Louis Theroux – The Settlers [Photo: IMDB] [Photo: IMDB]
Este es el segundo documental de Theroux sobre los colonos ultra-nacionalistas. En 2011, al realizar Los Ultrasionistas, los describió como ‘al margen de la periferia en cuanto a sus perspectivas y creencias’, a la vez que disfrutaban de ‘cierto apoyo del Estado de Israel’.
El secretario de Estado, Marco Rubio (de izquierda a derecha), habla en una reunión de gabinete mientras el presidente Donald Trump y el secretario de Defensa, Pete Hegseth, escuchan en la Sala del Gabinete de la Casa Blanca, el jueves 10 de abril de 2025, en Washington. [AP Photo]
El miércoles 28 de mayo, el secretario de Estado Marco Rubio anunció que el Departamento de Estado “revocará agresivamente las visas” de los estudiantes internacionales chinos. Casi una cuarta parte de los estudiantes internacionales en Estados Unidos son de origen chino. Más de 270.000 estudiantes están en riesgo de ser afectados por esta medida del gobierno de Trump.
Deka Mohamed Osman: “Contar la historia de Samia me salvó la vida y me permitió cumplir mi sueño de ser cineasta”
La italiana-somalí Deka Mohamed Osman es codirectora de ‘Samia‘, una película dedicada a la joven atleta de Mogadiscio que representó a su país en las Olimpiadas de Pekín y que murió ahogada intentando llegar a Europa.
Deka Mohamed Osman en Tarifa, con Marruecos al fondo. PATRICIA SIMÓN.
Samia Yusuf Omar (Mogadiscio, 1991) creció queriendo ser corredora y terminó viajando en 2008 a las Olimpiadas de Pekín para representar a una Somalia arrasada por una guerra. Deka Mohamed Osman (Torino, 1994) es una italiana hija de refugiados somalíes que cumplió su sueño de ser cineasta cuando, tras trabajar como ayudante de dirección de la biopic Samia, su directora, la alemana Yasemin Samdereli le comunicó que su trabajo se correspondía con el de una codirectora y que así sería reconocida.
Desde entonces, la cinta ha viajado por numerosos eventos internacionales hasta convertirse en la película inaugural de la 22.ª edición del Festival de Cine Africano Tarifa-Tánger. Los espectadores, que pudieron disfrutar simultáneamente de la proyección a ambos lados del Estrecho de Gibraltar, acogieron la historia de la atleta con un largo aplauso emocionado y crispado: la joven somalí se ahogó a los 21 años cuando intentaba migrar a Europa. Como las 30.000 personas que, según la Organización Internacional de Migraciones, han muerto en el Mediterráneo en la última década por la política de cierre de fronteras de la Unión Europea. Como muchas de las que intentaron cruzar los 14 kilómetros que separan Europa de África en los enclaves que este festival lleva dos décadas uniendo a través del cine y de la cultura.
Osmar es artista visual, fotógrafa y licenciada en cine por el Instituto Europeo de Diseño. Completó su formación con un máster en el Centro Internacional de Fotografía en Nueva York. Fue nominada al World Press Photo por la Joop Swart Masterclass, entre otros reconocimientos. Conversamos con ella al día siguiente de la proyección y terminamos sentadas frente a la Isla de las Palomas de Tarifa, donde entre 2006 y 2020 hubo un centro de internamiento de extranjeros, una cárcel para las personas migrantes y refugiadas que llegaban hasta aquí en patera.
El cine nos permite recuperar la dignidad de que la gente nos conozca y que así no nos tenga miedo
Tras la proyección de Samia en la inauguración del Festival en Tánger, no pudo dormir más de dos horas. Se pasó la noche pensando y escribiendo. ¿Qué fue lo que le estimuló tanto?
Fue una experiencia absolutamente vanguardista, con gente de tantos países, escuchándonos hablar sobre el Cuerno de África. Pensé, guau, por fin nos ven. Me sentí muy honrada y con mucha responsabilidad. Cuando llegué al hotel estaba eléctrica y empecé a escribirle una carta a mi madre. ¿Te la leo? La tengo en el móvil. “Mamma cara, la tierra tuya es la mía…”.
Quería decirle que no me avergüenzo de mis orígenes, que es una mujer fuerte, que no podría haber hecho nada si no fuese por ella, que aunque yo represento cosas feas como la guerra, la diáspora, ser siempre quien está donde se supone que no debería estar –la negra en el tren, en la escuela–… Pese a todo, me siento orgullosa de mis ancestros.
Y seguí escribiendo cartas a otras personas importantes para mí hasta el amanecer. Como artistas vamos buscando las historias más increíbles, pero, en realidad, todos somos una película. Miro alrededor y quiero saber la historia de cada una de quienes nos rodean. El cine nos permite recuperar la dignidad de que la gente nos conozca y que así no nos tenga miedo. Todo el mundo debería poder contar su historia.
La película cuenta la historia reciente del país de su familia, su hermana representa el papel de la protagonista, su madre también era actriz… ¿Qué le ha aportado trabajar en la biopic de Samia?
Justo cuando iba a viajar a Kenia para comenzar el rodaje, mi marido se suicidió. Mi madre fue un ángel, me dijo: “Has perdido el amor de tu vida, no puedes perder también tu pasión. Yo cuidaré de tu bebé, y tú vas a hacer lo que tienes que hacer porque eres fuerte”. Otra gente, en cambio, me decía que tenía que abandonar el sueño de ser cineasta y buscarme un trabajo «de verdad». A mí en aquel momento no me importaba nada. Había conocido al amor de mi vida en el instituto, crecimos juntos y no le juzgo lo que hizo.
Me fui al rodaje y, por mis circunstancias, fue aún más intenso, más doloroso. Contar la historia de Samia, cuyos padres también la apoyaron para conseguir su sueño de ser corredora, me salvó la vida y me permitió cumplir el mío de ser cineasta.
Otra cosa que tengo en común con la película es que puedo decir que yo y mis dos hermanas hemos sido criadas por un padre feminista.
En toda su vida, solo ha podido estar seis días en Somalia. ¿Cómo recuerda esa estancia?
Mi madre fue elegida como representante de la diáspora italiana en la reescritura de la Constitución en un intento de construir la paz. La acompañé a Mogadiscio y durante los primeros días íbamos siempre en coches blindados por una cuestión de seguridad. Al final, le pedí a mi madre poder salir sola y recorrer algunas calles. Me dio permiso, me cubrí con el niqab, pero no me pude mezclar ni relacionar con la gente. Hay mucho miedo y desconfianza, por lo que no me sentí tampoco aceptada.
Su hermana y usted no llegaron a tiempo al estreno en Estados Unidos por las barreras aprobadas por Trump para viajar a Estados Unidos, pese a que ambas son y tienen pasaporte italiano.
Que un tipo me insulte en el supermercado me da igual porque su filosofía está desfasada y es estéril. El mundo ya es otro. Pero que las leyes y las instituciones sean racistas me afecta mucho.
La película es una adaptación de la novela que escribió Giuseppe Catozella inspirada en la historia de Samia. Todos los actores y actrices son somalíes de la diáspora porque no pudieron rodar en Somalia por la falta de seguridad. ¿Cómo fue el casting?
Era muy importante y volvimos a comprobar que para algunas personas, los negros somos todos iguales. Había agencias que nos mandaban currículos de gente de otros países y cuando les recordábamos que queríamos que fuesen somalíes, nos decían que no había diferencia.
En Italia, mis padres me enseñaron que ir por la calle con velo era más peligroso
La familia protagonista rompe con muchos de los prejuicios y estereotipos que siguen operando en el imaginario occidental sobre la población somalí y del Cuerno de África. ¿Cómo fue el proceso de construcción de los personajes?
Es mérito de la directora, que siempre tuvo claro que quería mostrarlos con dignidad, no como pobrecitos. Tampoco queríamos hacer pornografía del dolor por eso no mostramos lo peor que les ocurre. Por ejemplo, la mayoría de las mujeres que hacen el viaje hasta Libia son violadas, pero no lo cuentan porque no están preparadas para hablar de ello, porque temen por sus familias, por el trauma, porque quieren olvidarlo. Por eso en la película no aparece este tema.
Deka Mohamed Osman en el Festival de Cine Africano Tarifa-Tánger con la Isla de las Palomas al fondo. PATRICIA SIMÓN.
Otro de los aspectos interesantes que consigue la película, sin explicitarlo, es mostrar cómo los principales y más afectados por el fundamentalismo son los propios musulmanes, en este caso, los somalíes.
Y mostrar cómo muchos hombres no tienen alternativa, como muestra el caso de su amigo Ali. Si no hay educación, ni recursos para sobrevivir, a veces te ves obligado. Además, a menudo, los terroristas llegan a tu casa y te reclutan forzosamente. Y si te niegas, te decapitan. Por eso muchas niñas en Somalia se ponen el niqab, porque es una forma de protegerse, de que no las puedan ver y obligarlas a casarse con ellos. Hay gente que lo juzga cuando en Somalia estás mucho más segura si vas cubierta.
Todo depende del contexto en el que vives. En Italia, mis padres me enseñaron que ir por la calle con velo era más peligroso, máxime siendo negras.
Los hijos de la diáspora somos una gran riqueza porque podemos ser un puente entre ambas comunidades
Como italiana-somalí, ¿cómo se siente en esta Europa cada vez más hostil con las personas refugiadas y racializadas, especialmente, en la Italia de Giorgia Meloni?
Qué vergüenza, quiero irme de Italia solo por Meloni, lo que representa es inaceptable. Muchos italianos no aceptan a una mujer negra como yo. La verdad es que me da miedo cómo van a reaccionar mis hermanos y hermanas africanos más jóvenes, que se sienten rechazados por la llamada sociedad de acogida. La respuesta al odio es, muchas veces, odio. Es lo más fácil y humano. Existe el riesgo, y no debería sorprender a nadie, de que un joven marginado pueda cometer un acto terrorista porque crece rodeado de enemigos. Es como los chavales que realizan tiroteos masivos en los colegios en Estados Unidos. ¿Intenta alguien entender por qué se convirtieron en monstruos?
Tengo miedo de cuál puede ser la reacción porque mucha gente nos trata de manera injusta. Y cuando ocurre, a veces, te sale mucho odio. Yo no quiero tener un pasaporte italiano, pero es de los más fuertes del mundo, así que me da muchos privilegios. Así que voy a intentar cambiar el sistema desde dentro.
¿Qué cree que no se entiende en Europa de la guerra de Somalia?
Que existimos, que no somos números. Yo veo vídeos de Palestina, de Siria y de otros países, y lloro aunque nunca haya estado allí. En Europa se cree que la vida de un europeo vale la de 20.000 somalíes, sudaneses o congoleños. Pero ese doble rasero no es junto y quiero que el mundo entienda que los hijos de la diáspora somos una gran riqueza porque podemos ser un puente entre ambas comunidades. No sólo porque hable italiano, sino porque toda mi vida tuve que vivir disociada, ser una dentro de mi casa y otra en la calle. Y sé bien que ambos lados tienen cosas negativas y positivas y, sobre todo, sé que lo somalíes, los italianos, los europeos son iguales.
Contar historias de personas individuales en el cine puede mostrar nuestra humanidad, recordar a quienes vean las películas que somos humanos. Porque, sinceramente, si todo este odio es por el color de nuestra piel tenemos un grave problema.
¿En qué proyecto está trabajando ahora?
Estoy escribiendo mi serie, llamada White Days porque en somalí «un día blanco» significa que ha sido terrible, lo mismo que “un día negro” en Europa. Habla sobre los afroitalianos porque hay mucha gente que todavía no sabe que existimos los italianos negros. Cada capítulo va a ser una historia distinta sobre lo que nos pasa. Consiga o no el dinero, la voy a hacer porque tengo la responsabilidad de contarnos.
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Mayor inmediatez, mayor productividad y mayores beneficios para las empresas. La IA como herramienta al servicio del capitalismo es la idea que más repiten los lectores de ‘La Marea’consultados.
El sol entra por la ventanilla del autobús. Es el número 6, el que pasa por el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla y el campus universitario de Reina Mercedes, de carreras científicas y tecnológicas. El autobús va, por eso, cargado de jóvenes y personas mayores, a partes más o menos iguales. Son las diez y media de la mañana, un día laborable. Sentados, en los lugares previstos para quien necesita ayuda, una señora de pelo frondoso blanco, con un pañuelo colorido al cuello, conversa con un señor que aparenta su misma edad, entre los setenta y los ochenta años.
«Son una pandilla. Son unos cuantos. El Putin, el Trump, el otro y el otro. Una pandilla», dice ella, con sus manos retorcidas por el efecto de la artrosis. «Porque hay que ver lo que hemos trabajao, eh. La de aceitunas que he cogido yo. Y el hambre. Por eso yo ahora le hago de comer a mis nietos lo que me pidan. Que uno quiere una cosa, se la hago. Que otro quiere otra, se la hago también. Bastante hemos pasado», continúa en una conversación que describe sin florituras la generación que fue joven en el siglo pasado. Se gira y avisa a la chica que está a su lado, de pie, con auriculares, agarrada a la barra que cuelga del techo: «Hija, que me estás dando con la mochila». El hombre, que asiente ante todo lo que dice la mujer, añade: «Es que el dinero tenía que ser como los ajos, que al año se pudren».
Librarian of Congress Carla Hayden attends the Library Of Congress «The Two Georges: Parallel Lives In An Age Of Revolution» exhibition press preview at The Library of Congress on March 25 in Washington, DC. (Photo by Shannon Finney/Getty Images)
En una decisión abrupta y controvertida, el presidente Donald Trump despidió a Carla Hayden, la primera persona negra y la primera mujer en ocupar el cargo de Bibliotecaria del Congreso, pocos meses antes de que expirara su mandato de 10 años. El despido no fue directamente del presidente, sino a través de un correo electrónico enviado por Trent Morse, subdirector de personal presidencial.
“En nombre del presidente Donald J. Trump, le escribo para informarle que su cargo como Bibliotecaria del Congreso queda cindido con efecto inmediato”, decía el correo electrónico.