Fuente: https://mpr21.info/rusia-amenaza-con-represalias-contra-estados-unidos-por-volar-el-gasoducto-nord-stream/
Después de que el periodista estadounidense Seymour Hersh denunciara ayer que la Casa Blanca había planeado y ejecutado el atentado terrorista contra el gasoducto Nord Stream, la respuesta de Rusia no se ha hecho esperar porque el reportaje no ha sido una sorpresa, sino más de lo mismo.
“Nuestra suposición era que Estados Unidos y varios aliados de la OTAN estaban implicados en este repugnante crimen”, dijo ayer el viceministro de Asuntos Exteriores, Serguei Ryabkov, a la prensa.
Ryabkov amenazó con “consecuencias” no especificadas contra Estados Unidos, según Ria Novosti.
El New York Times calificó el sabotaje de “misterio”, pero Putin lo tenía muy claro y acusó a Estados Unidos y a sus aliados de organizar las explosiones.
Por su parte, Biden negó rotundamente la responsabilidad estadounidense, recomendando a los periodistas que “no escuchen lo que dice Putin”.
Una investigación sueca sobre las roturas de los gasoductos Nord Stream 1 y 2 que atraviesan el mar Báltico hacia Alemania desde Rusia detectó residuos de
explosivos y concluyó que la causa de la rotura fue un “grave sabotaje”, según informó en noviembre el servicio de seguridad escandinavo.
Al periodista que ha destapado la voladura, Seymour Hersh, ya le hemos presentado en entradas anteriores. Es un veterano que los viejos internacionalistas conocen bien.
Nació en 1937 en Chicago. Se licenció en Historia por la Universidad de Chicago. En 1963 fue contratado por Associated Press y pronto entró en conflicto con la dirección porque le querían censurar un artículo que trataba del gobierno estadounidense y las armas bacteriológicas.
Empezó a trabajar para The New Republic, especializado en asuntos militares estadounidenses y servicios secretos. También escribió para The New Yorker y el New York Times.
Está en el origen de numerosas revelaciones, como la masacre de My Lai en Vietnam o las torturas en Abu Ghraib. Fue galardonado con el Premio Pulitzer. En 1974 destapó de las actividades de la CIA en territorio estadounidense contra movimientos pacifistas y otros grupos de opositores bajo la apariencia de contraespionaje, lo que obligó a dimitir a James Angleton, director de contraespionaje de la CIA.
Volvió al periodismo para denunciar la manipulación de la información durante la Guerra de Siria.