Roma no paga traidores. Y Estados Unidos tampoco

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Zelensky y Milei Clarin

Volodomir Zelenski enfureció cuando escuchó la postura del enviado especial de Donald Trump, Steve Witkoff y lo acusó de haber adoptado “la estrategia de la parte rusa”. El disgusto del dirigente ucraniano se produjo al conocer la posición estadounidense en la reunión con delegaciones ucranianas y europeas celebrada recientemente en Paris. La propuesta de Trump para terminar con la guerra reconoce el dominio de Rusia de los territorios ocupados y clausura los planes de Kiev de ingresar a la OTAN.

La postura estadounidense, que equivale a una rendición, representa para Ucrania la pérdida definitiva de los territorios de Crimea, la República Popular de Donetsk, la República Popular de Lugansk y las provincias de Zaporozhie y Jersón.

La postura trasmitida por el representante norteamericano es coherente con la posición del presidente Trump que ha manifestado recientemente: “No estoy contento con él, (con Zelensky) y no estoy contento con nadie involucrado”. “No estoy exactamente encantado con el hecho de que esa guerra empezara“. y agregó “Rusia es mucho más grande. Es una fuerza militar más grande. Y si eres inteligente, no te involucras y no te metes en guerras“. En el colmo del cinismo, desvincula a Estados Unidos de toda responsabilidad en el inicio del conflicto.

Jeffrey Sachs, un respetado analista y diplomático estadounidense, que fue reciente expositor en el Parlamento europeo, ha documentado que la idea de incorporar a Ucrania a la OTAN es un viejo proyecto de su país, cuya primera decisión se tomó en 1994, con el gobierno de Bill Clinton. Ver nota de Jeffrey Sachs sobre esa exposición. Agrega además que “En 2014, Estados Unidos trabajó activamente para derrocar a Yanukóvich (Presidente de Ucrania)”, que planteaba una política neutralista. Y que toda la política regional de Estados Unidos se basó en la idea, que si Ucrania, Rumania, Bulgaria, Turquía y Georgia, ingresaban a la OTAN “privarían a Rusia de cualquier estatus internacional bloqueando el Mar Negro y esencialmente neutralizando a Rusia, dejándola como poco más que una potencia local“. La idea de impedir que la flota rusa pudiera ingresar al Mar Negro, y en consecuencia al Mediterráneo, viene desde los tiempos del imperialismo británico. Sachs sostiene que la reacción rusa, fue una acción defensiva, y que en un principio solo se propuso conservar el control de la península de Crimea, y que la guerra se extendió en perjuicio de Ucrania porque los intereses norteamericanos sabotearon los primeros acuerdos de paz, que preservaban un equilibrio político en una zona de mucha conflictividad geopolítica.

Al presidente Zelensky, que fue manipulado por Estados Unidos haciéndole creer que era el campeón de la dignidad nacional y la libertad, le pagaron como Roma le pagaba a los traidores: abandonandolo a su suerte. En las últimas declaraciones del presidente Trump ha amenazado que si no se ponen de acuerdo con la propuesta que acordaron con Rusia, se retiraran de las conversaciones, porque no pueden seguir perdiendo tiempo en reuniones y “tienen otros problemas en agenda”

El daño producido a Ucrania por la guerra ha sido inmenso. Murieron 500.00 soldados y 46.000 civiles. Su PBI se redujo en un 25%. Más de 4 millones de ucranianos se fueron del país y tiene 2 millones de viviendas destruidas. Se estima que para reconstruir la economía y la infraestructura dañada se necesitan una década y 486 mil millones de dólares. Lo poco que queda en pie es propiedad de empresas estadounidenses u oligarcas asociados a capitales extranjeros. Estados Unidos además ha entregado un proyecto al gobierno ucraniano para apropiarse de los yacimientos de tierras raras, de su país que “será un buen acuerdo para Ucrania y sin duda un buen acuerdo para EE.UU”.

El paralelo entre Volodomir Zelensky y Javier Milei es inevitable. Los dos vienen desde afuera de la política. Uno era un cómico mediocre y el otro un panelista escandaloso. Emergieron en momentos de grandes crisis políticas como “salvadores”, y cuando demostraron que sus mensajes tenían impacto en sectores más despolitizados, fueron apoyados por los grupos más concentrados del poder local y por los Estados Unidos. Llegados al gobierno, siguieron el libreto del imperio. Zelensky provocando a una potencia vecina, y Milei sobrecumpliendo las exigencias del FMI.

A Zelensky ya el imperio lo descartó, solo le queda el apoyo de grupos económicos vinculados al complejo industrial militar y los compromisos de líderes europeos que también embarcaron a sus países en la guerra, aunque con menos costos.

Milei consiguió hacer algunas reformas laborales y previsionales exigidas por el gran capital, provocó mas de 150.000 despidos, y abrió la economía con el saldo de miles de pequeñas empresas que cerraron. Llegó a controlar la inflación hasta el mes de enero de 2025, pero en los meses de febrero los precios retomaron el curso ascendente, que fue acompañado con una abrupta caída de la imagen pública del presidente en las encuestas.

Un nuevo prestamo del FMI, acompañado por nuevas exigencias, llegó recientemente en apoyo de Milei y su Ministro Caputo, con la expectativa de mantener cierta estabilidad política hasta las elecciones de octubre de este año. Las protestas se han masificado en los últimos meses, y ya hay sectores empresarios y de la burocracia sindical que han advertido que el ajuste también viene para ellos. Es difícil hacer pronóstico sobre lo que sucederá en los próximos meses. La presión que ejerzan las futuras movilizaciones y lo que ocurra en las elecciones de medio término, serán puntos de inflexión, dándole aire para que Milei siga adelante con sus políticas de ajuste y motosierra, o para que empiece a transitar el camino de la decadencia y el olvido.

Lo único seguro es que en la medida que las y los habitantes de este país empiecen a retirarle la confianza, la respuesta del imperio no será solidaria. Como le ocurrió a Zelensky, terminará descartado, y quienes los acompañaron, fingirán no conocerlo.

Imagen de portada: Clarin.com

 

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