Fuente: https://www.eldiario.es/andalucia/Rodney-Sieh-periodista-condenado-prision_0_964854290.html
Rodney Sieh, periodista condenado a 5.000 años de cárcel: «Fui a prisión por hacer mi trabajo»
Este periodista liberiano ha recibido el X Premio Internacional Libertad de Prensa de la Universidad de Málaga: «Intentan intimidar a los periodistas para que no puedan informar»
«Nuestra misión es abrir los ojos a la gente para que vean lo que está pasando»
Una vez, el periodista liberiano Rodney Sieh fue condenado a 5.000 años de prisión. Su delito: publicar en su medio, Frontpage Africa, una historia que denunciaba el desvío de fondos públicos de un ministro de agricultura. Su encarcelamiento supuso un escándalo internacional y, a la larga, ha dado lugar a la tramitación de un proyecto para despenalizar los delitos de expresión.
Sieh ha sobrevivido a atentados y demandas, ha conocido las dictaduras, las revoluciones y los golpes de estado, y se ha adentrado en los sórdidos mundos de la prostitución y en las cerradas sociedades que amparan la mutilación genital femenina. Visitó Málaga porque la cátedra UNESCO de Comunicación le ha concedido el X Premio Internacional Libertad de Prensa de la Universidad de Málaga, como «reconocimiento a su contribución en la difusión de la corrupción en su país a través de Frontpage Africa».
¿Qué hizo usted para merecer una condena a 5.000 años de cárcel?
Mi periódico se dedica a la investigación, así que publicamos muchos casos de corrupción. En 2011 publicamos una investigación sobre un ministro. La ONU había dado dinero para combatir un gusano que ataque a las cosechas. El ministro desvió los fondos para su uso personal. Lo investigamos, lo cesaron y tras el cese nos demandó, a mí y al medio, por 1,5 millones de dólares. Como somos un periódico incómodo, la gente a la que habíamos investigado antes apoyó su denuncia, incluyendo gente en el gobierno. Luchábamos contra el sistema. El gobierno quería acabar con mi trabajo y vio la oportunidad de aplastarme. 5000 años de prisión es como decir: «Estás terminado, estás muerto».
Inicialmente, su condena fue al pago de una multa de 1,5 millones de dólares.
Sí. Puedes pagar 25 dólares al día y eso llevaría 5.000 años. Por eso me condenaron a 5.000 años de cárcel, en sustitución.
¿Cuánto tiempo pasó encarcelado?
Unos tres meses. Enfermé, me llevaron al hospital, volví… Fueron unas condiciones deprimentes. Pasé casi todo el tiempo en huelga de hambre. Estaba en una celda con ocho personas y no había retrete, sino un agujero con huellas sobre las que colocarte, y allí también te duchabas.
Su caso es especialmente significativo en la lucha por la libertad de prensa en el mundo, y en particular en África. Se le aplicó una ley de 1978. ¿Cuál ha sido el impacto de esa norma en estos cuarenta años?
Es una de esas leyes que está en los libros, que no se aplican, y que cuando quieren atraparte recurren a ella. Fui el primer periodista a quien la aplicaron. Cuando ingresé en prisión escribí una tribuna sobre mi situación para The New York Times. En aquel momento Bono estaba en Monrovia, así que yo decía: «Bono es un defensor de los derechos humanos, y yo estoy encarcelado». El artículo tuvo mucho eco y el Gobierno se sintió muy expuesto. Así que cuando salí de prisión hubo un esfuerzo de acabar con esta ley. Ahora hay una propuesta legislativa, aprobada por el Congreso, y que está siendo debatida por el Senado. Se supone que el presidente la va a firmar, pero no estamos todavía seguros.
¿Por qué?
Su oficina ha dicho que la va a firmar, él ha dicho que quiere firmarla, pero no estamos seguros… No le gustan demasiado los medios de comunicación.
¿En qué consiste la modificación?
Si se aprueba, significa que ningún periodista pasará por lo que yo pasé. Nadie será encarcelado por difamación o por ejercer su libertad de expresión. Si se aprueba será una gran victoria para Liberia.
¿Confía en el sistema judicial?
Es muy difícil. Se suponía que mi veredicto iba a ser anunciado a las 10 de la mañana y se pospuso a las dos de la tarde. Estaba en los tribunales aquella mañana, y vi al ministro que me acusaba y sus dos abogados salir de la oficina del juez celebrando. Y cuando te condenan, el precio por recurrir es tan alto que nadie permitírselo.
¿Cómo percibe la sociedad africana la libertad de expresión?
Como Donald Trump ha legalizado el término fake news, hay muchos líderes africanos que cuando se publica algo reaccionan diciendo que son fake news. Demonizan a los periodistas como fake reporters y delincuentes. Lo que hacemos es un reto. En mi caso, como fui condenado estoy considerado un criminal. Hace dos años fui a Canadá y el gobierno canadiense no me quería dar el visado. Buscaron mi nombre y vieron que aparecía como un delincuente. En Canadá tienen la misma ley que tenemos en Liberia. Hay dos periodistas ahora en prisión. El ministro de inmigración canadiense presentó un informe al Parlamento y me concedieron el visado. Tuve que probar que mi caso fue desestimado. La gente se cree que esto es una broma, pero es serio: te etiquetan como delincuente, porque fui a la cárcel por hacer mi trabajo. Intentan intimidar a los periodistas para que no puedan informar. No puedes meter en prisión a un médico por trabajar o a un ingeniero.
¿Cuál es el papel que juega la prensa en la sociedad liberiana?
Liberia es un país de 4,5 millones de personas y debido a la guerra [1989-1996 y 1999-2003], más de la mitad están en la pobreza. No pueden alimentar a sus familias o enviar a sus hijos a la escuela. La prensa es la que tiene que luchar por esa gente. Por eso tratamos de informar sobre corrupción, pobreza, medio ambiente… Estas cosas afectan a la gente normal. Si no lo hacemos no podrán vivir una vida mejor.
Caddy Adzuba dice que un periodista es un activista. ¿Qué opina usted?
Estoy de acuerdo. No puedes separarlo. Por ejemplo: hace tres años investigamos un tema de prostitución y enviamos dos reporteras de incógnito para entrevistar prostitutas. Una nos dijo que a veces cobraba cinco dólares liberianos (25 céntimos de euro). Debido a esa publicación, el presidente prohibió la prostitución. Otro ejemplo: en algunas sociedades liberianas sigue existiendo la mutilación genital femenina. Escribimos sobre ello, y la presidenta la abolió justo antes de dejar el cargo. Creo que esto es activismo. Si no lo hubiésemos escrito el mundo no hubiera sabido nada.
¿Quiénes son los dueños de los medios de comunicación?
Depende. La mayoría de las radios comunitarias son de los políticos. Antes de la guerra, había sólo una imprenta y todos los periódicos se imprimían allí. El gerente era un libanés. Cuando veía un periódico del día siguiente que hablaba del gobierno, llamaba al presidente y paraban la publicación. Después de la guerra decidí que si fundaba un periódico tendría mi propia imprenta. Así que pedí un préstamo al banco e imprimí mi propio periódico. Así nadie puede pararme.
¿Cuál es el peso del Gobierno en los medios de comunicación?
La mayoría de los políticos intentan intimidarte. A mi oficina ha venido gente ofreciendo dinero por no publicar una historia. Cuando estaba en prisión, el Gobierno ofreció a mi abogado que, si yo pedía disculpas, cerraba el periódico y cambiaba el nombre, me daría 200.000 dólares. Fue el Día de Acción Gracias de 2013. Me habían puesto en libertad, y como dije «no» me devolvieron a prisión.
¿Cuál es la importancia de los nuevos medios online para la libertad de expresión y el acceso a la información?
El gobierno teme más a los medios online que a los impresos porque tienen circulación planetaria. Gran parte del público se informa vía web, y cualquiera puede tener un Smartphone barato. Ahora mismo somos el mayor medio liberiano, mucha gente se informa por nuestra web. Nuestro impacto es muy alto no sólo en Monrovia, sino en todo el país.
¿Cuáles son los riesgos que afrontan los periodistas críticos en África?
Siempre son los políticos. Mira Tanzania: su presidente, antes de serlo, era muy amigable con los medios y ahora es el más difícil de la historia de Tanzania. No son tanto los políticos, como el poder. Cuando se convierten en líderes sienten que tienen el poder de amenazar a la prensa.
Usted ha contado alguna vez cómo la oposición a la mutilación genital femenina le granjeó enemigos muy poderosos. ¿Quiénes? ¿Por qué?
Una de mis reporteras mostró lo que ocurre en una de esas sociedades. Fingió ser una madre, y tomó fotografías de esa práctica. Cuando escribió la historia, se convirtió en objetivo y tuvo que huir fuera del país para salvar su vida. Son grupos muy poderosos. Es una sociedad basada en elementos muy étnicos. Tienes jueces, ministros, funcionarios… Y la regla principal es: no cuentes lo que ocurre aquí.
Desde 2018, el presidente de Liberia es el exfutbolista George Weah. ¿Qué ha supuesto para la libertad de prensa?
Recuerdo estar en un vuelo a Nueva York y cuando aterricé tenía 200 mensajes: «Tu periódico ha sido cerrado y han arrestado a los periodistas». Fue un deja vu. Mientras nos sigan viendo como una amenaza, seguirán persiguiéndonos, y eso es lo que está haciendo este gobierno. Ha cambiado el gobierno, pero las cosas siguen igual.
¿Cuál es la misión del periodismo en África?
Exponer la corrupción, luchar por la gente normal que no puede hacerlo por sí misma. El gobierno tiene que ser transparente, responsable, abierto a la sociedad. Si está cerrado, pasan muchas cosas entre bambalinas. Nuestra misión es abrir los ojos a la gente para que vean lo que está pasando.