Retorno al pasado (2) El lince

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Ya teníamos un retorno al pasado con el acuerdo de alto de fuego (que no ha durado ni un día) entre el IV Reich sionista, antes conocido como Israel, y Hizbulá en Líbano. Ese acuerdo nos retrotraía a 2006, cuando tras la derrota del IVRS se firmó otro acuerdo de alto el fuego basado en la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU y que es lo mismo en lo que se basa el nuevo acuerdo de alto el fuego de 2024.

La ofensiva yihadista en Siria, un día después de ese acuerdo en Líbano, también nos retrotrae al pasado, a 2011 para ser exacto. Asistimos a un mismo escenario, preparado por los mismos actores con el añadido de un par de guindillas picantes. Incluso para alguien que conozca la zona, de lo que me precio, cabría incluso la posibilidad de retrotraerse al Irak de 1991, pero no voy a ir tan lejos.

Esto se ha producido por la monumental paliza que está recibiendo la OTAN en el país 404, antes conocido como Ucrania y el hecho de que el IVRS no ha podido lograr sus objetivos no solo en Gaza, sino tampoco en Líbano. Y, en contra de lo que se ha venido diciendo por ahí, lo que subyace no es otra cosa que el penúltimo intento de debilitar a Irán y dificultar un poquito las cosas a Rusia ahora que todo el mundo occidental está boqueando un poco de oxígeno buscando un hipotético acuerdo de paz en el país 404. La resistencia palestina, la libanesa y la hutí han demostrado hasta dónde se puede llegar en la asfixia del IVRS y sus patrocinadores. El ataque iraní de respuesta al IVRS, en octubre, lo dejó aún mucho más claro. Por lo tanto, Occidente y sus vasallos tenían que buscar un eslabón débil que debilitase, valga la redundancia, a Irán y a Rusia. Y, de rebote, a los BRICS (tampoco es casual que Trump haya vuelto a decir lo de imponer aranceles del 100%, algo ya sabido, a los países que no comercien en dólares, con referencia expresa a los BRICS). Creen haber encontrado ese eslabón débil en Siria, y ahí tenemos a todo el estercolero mediático hablando de las heroicidades de los yihadistas.

Mucha gente se ha puesto nerviosa por ello. Tranquilidad. La situación no es ni mucho menos desesperada para Siria porque hay un hecho nuevo, que trastoca todo lo que pretende Occidente: la ofensiva yihadista viola los acuerdos de Astaná de 2020, por lo que pone de manifiesto, una vez más, que la palabra de Occidente no tiene ningún valor. Formalmente Occidente no es firmante de ellos, pero sí Turquía y Occidente había dado de hecho, que no de derecho, su apoyo a los mismos. Y con Rusia e Irán por medio, puesto que son dos de los firmantes de este acuerdo, quedará claro para quien quiera entender que no van a aceptar nada que venga de Occidente. Otra muestra: el silencio occidental tras las continuas violaciones por parte del IVRS del alto el fuego, con bombardeos hoy mismo de varias zonas de Líbano.

Es por eso que quien primero se ha movido ha sido Irán, dado que es el objetivo principal de toda la operación yihadista en marcha. No son nuevos los vínculos entre el IVRS y los yihadistas y a nadie le extraña que exista una coordinación entre ambos, por ejemplo en la toma de Alepo. Ni Turquía ni el país 404 han tenido mucho que ver en ello, al contrario de lo que se dice. Si lo ha habido ha sido tangencial, por mucho que se diga que los servicios secretos turcos están coordinando todo. Sencillamente, eso no es muy probable cuando Turquía ha sido invitado a ser socio de los BRICS. Es otro el partido que se está jugando. No se tiene en cuenta que el IVRS ha lanzado ataques en la zona fronteriza de Líbano y Siria con la pretensión de «dificultar la logística de Hizbulá» pero que, en la práctica, han sido una forma de apoyar a los yihadistas allanando el camino.

Tengo la impresión que los yihadistas están repitiendo los errores cometidos en el país 404 sobre la posibilidad de derrotar a los enemigos de Occidente, alentados por los psicópatas occidentales. Y no han aprendido nada de nada tras la primera ronda de la intervención rusa en Siria en 2015. Por eso lo de retorno al pasado, a 2011. Creen, como entonces, que van a derrotar a Al Assad. Ilusos.

Pero lo que sí van a hacer, al menos a corto plazo, es morir para agotar a Irán, para obligar al país persa a destinar más recursos en apoyo a Siria, tanto en hombres como en dinero, y así fomentar el caos interno que debilite al gobierno iraní.

Sin embargo, eso tiene fecha de caducidad: no irá más allá de 2025. Trump entra como presidente a finales de enero y necesita, como el comer, que no haya muchos conflictos abiertos si realmente quiere enfrentarse a China. Así que, en el peor de los casos, la cosa no durará más de unos cuantos meses. Ya no serán 4 años como en 2011.

En todo ese tiempo, de 2015, inicio de la intervención rusa, a 2020, los acuerdos de Astaná, cada vez que Rusia o Siria bombardeaban Idlib, sede de los yihadistas, Occidente protestaba, condenaba y demás. Ahora que se ha lanzado la ofensiva desde allí, Occidente calla. No solo calla, alienta convencido que el llamado Eje de la Resistencia está debilitado y que hay que aprovechar la oportunidad, a mayor gloria del IVRS. Mañana, en el CS de la ONU, veremos una cosa similar cuando se vote una resolución presentada por EEUU, Gran Bretaña y Alemania con la excusa de «proteger a los civiles y la infraestructura» de ciudades como Alepo.

Como en 2011, el tiro le va a salir a Occidente por la culata. Al tiempo.

En cualquier caso, y volviendo al país 404, echad a la papelera todo lo que está diciendo el estercolero mediático occidental sobre los «planes de paz» que ahora se presentan por parte de Occidente para el país 404 y que no son otra cosa que lo que estamos viendo en Siria: Occidente rearmará aún más a los neonazis (que son similares a los yihadistas) esperando el momento propicio para volver a atacar.

Tanto Rusia como Irán a buen seguro están sacando conclusiones de todo ello, sobre todo el hecho de que no se pueden dejar las cosas sin terminar y hay que hacerlo uno mismo, sin interferencias, sin excesivas confianzas en aliados coyunturales, como ha podido ser el caso de Turquía en los acuerdos de Astaná.

(Publicado en el blog del autor, el 2 de diciembre de 2024)

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