Fuente: Afribuku/Jesús Cosano Prieto 10 abril, 2019
Relato: “Guantes de Ámbar y Elena de Céspedes, dos mulatas de poder”
*Autor invitado: Jesús Cosano Prieto
Después del libro “Hechos y cosas de los negros de Sevilla”, ya está disponible el segundo volumen de la Colección “Los Invisibles”, titulado “Las Negras de la Inmaculada”. A través de una pequeña trama de ficción, el escritor e historiados Jesús Cosano hace aparecer a unas serie de personajes reales, esclavos negros, mulatos y negreros, que habitaron España entre los siglos XVI y XVIII. El autor documenta exhaustivamente el contexto histórico de estos relatos, incluyendo una extensa bibliografía y fuentes que nos ayudan a comprender mejor este capítulo olvidado de nuestra historia. Publicamos este relato (o “tranco”, como se los denomina en el libro, un guiño al “Diablo Cojuelo” de Vélez de Guevara) incluido en el segundo volumen, que puede adquirirse directamente a través de la editorial Aconcagua Libros.
De cómo Guantes de Ámbar siendo un bebé es adoptada y criada por la mulata Elena de Céspedes—Donde se habla de la que fue la primera mujer cirujana del mundo: Elena de Céspedes—Elena de Céspedes se enamora por primera vez en Sanlúcar de Barrameda— Felipe II, impresionado por la cantidad de negros que había en Lisboa—Cómo el rey se emociona escuchando la música de los negros en Alfama— Lo que guerreó Elena de Céspedes con la Inquisición—María del Caño y Elena de Céspedes, ya casadas, se van a vivir a Ciempozuelos—La Negra del Hospital, la mujer que creó en la República Dominicana el primer hospital que hubo en la América Colonial para atender enfermos—Donde se relata cómo el rey y la nobleza española ambicionaban ser propietarios de músicos negros—
A la mulata María Franzisca todo el mundo la conocía como Guantes de Ámbar. Era ya una actriz famosa en los escenarios de España. Sus personajes trasmitían pasión y alegría. Su belleza, su voz, sus bailes, el talento y las habilidades musicales que atesoraba, contagiaban. La gente la adoraba.
Estaba trabajando en Madrid cuando Balbín, famoso director de una compañía de teatro, le ofreció ser la actriz principal para una obra que querían representar en los próximos años en Sevilla. Ella sería la reina Esther. La versión de La reina Esther (reina hebrea que tuvo una fecunda descendencia entre comediógrafos y autores en las letras hispánicas de esos años), era la que escribió Felipe Godínez Manrique1.
En la versión, el personaje de Esther destaca en la lucha contra los vividores y la gente ociosa. Guantes de Ámbar aceptó encantada. Volvería a Sevilla, a ver a su querida Bárbola y a sus amigos de la ciudad. Y en el papel de Esther en esa obra de Godínez que le hacía tanta ilusión. En los siguientes días todo el elenco inició los ensayos de la obra. Tardarían algún tiempo en estrenarla. Antes, ella, Balbín, los cómicos y los toreros, tenían varios compromisos y trabajos en la corte de los Austrias. En esas fechas, los reyes y los de la corte se estaban moviendo por diversos lugares de España. Y los escritores, poetas, cómicos, enanos y toreros con ellos, claro. Primero en Madrid, después en Valencia, Zaragoza y Barcelona, y a inicios del siglo XVII en Valladolid, cuando trasladaron la corte allí.
María Franzisca, Guantes de Ámbar, era una mulata clara, de una belleza extrema, exótica, lejana. El papá de Guantes de Ámbar era un esclavo del duque de Nájera2. Su mamá, una criada del duque, una lavandera blanca. Aunque su apodo se lo pusieron por el color de su piel dorada, la mulata podía pasar por una blanca cualquiera. Ella era el resultado de la mezcla de varias generaciones de esclavos negros en la Península Ibérica. Sus antepasados llegaron a España a finales del siglo XV, y aunque habían pasado más de cien años y muchos como ella ya habían nacido en España, daba igual, seguían siendo esclavos. Eso es lo que les pasaba en esta tierra a la mayoría de los negros españoles y sus descendientes: continuaban siendo esclavos.
Igual que le pasó al padre de Guantes de Ámbar, el mulato Francisco de la Soledad. Francisco era hijo del duque y de una de las esclavas negras que tenía y, aunque llevara la sangre del conde, no le importaba, no los reconocía. Los hijos que tuviera con las esclavas seguían siendo esclavos. La mayoría de los españoles propietarios de esclavos eran así. En multitud de documentos aparecen los hijos y la madre negra y esclava, los padres
nunca3.

Sin embargo, el papá de María Franzisca, logró que el duque de Nájera, Juan E. Manrique, dejara que su hija naciera libre. Bueno, en realidad fue la íntima amiga de Francisco de la Soledad, Elena de Céspedes, la que lo consiguió.
Elena era excepcional. Nació en un pueblo de Granada, Alhama, hija de una esclava negra y su amo. Era mulata, como el padre de Guantes de Ámbar. De pequeña fue esclava en la casa de su padre. Como hemos visto, era lo habitual en esa sociedad. Con quince años se casó con Cristóbal Lombardo, de Jaén. Ni un año duró la relación, a los pocos meses volvió a su pueblo embarazada4.
A partir de entonces caminó sola por la vida. Aprendió a leer, consiguió adquirir una sólida formación, era una mujer de carácter fuerte y voluntad de hierro. Hizo cosas imposibles para una mujer y mucho más para una mulata hija de una esclava. Se vistió de hombre para poder mantener su libertad y colmar su vida de alegrías.
Unos amigos de Granada le hablaron de un pueblo de Cádiz que estaba lleno de negros. Le dijeron que en aquel lugar podría encontrar trabajo con facilidad. Tras un breve tiempo en Granada, se trasladó a Sanlúcar de Barrameda5. Efectivamente, la ciudad era negra. Cientos de negros por las calles, el mercado, entre los barcos del río, en las bodegas, en el campo, los conventos y las iglesias…Y lo mismo ocurría por esas fechas en otras ciudades de España: Sevilla, Barcelona, Cádiz, Jaén, Granada…Hasta una hermandad de negros tenían desde el año 1525 los negros en esa villa.

Elena de Céspedes se ganaba la vida como sastre y calcetero. Vivía bien, las gentes no reparaban en ella especialmente. Ser negra o mulata no era para nada extraño en aquel lugar. Era impresionante la enorme cantidad de población negra. En algunos años, casi el cincuenta por ciento de la población era negra o mulata6.
Era la Casa Ducal de Medina Sidonia la poseedora de la mayor cantidad de esclavos con diferencia. Por ejemplo, el tercer duque de Medina Sidonia, Juan de Guzmán, cuando fallece en 1507 tenía según refleja su testamento nada menos que 244 esclavos7. Eso sin contar a los hijos de los esclavos, que sin duda serían muchos. Pero esclavos tenían todos los estamentos de la sociedad sanluqueña: mercaderes, curas, bodegueros, herreros, fundidores, plateros, bachilleres, jurados, alguaciles, escribanos, médicos, pintores, miembros del Ejército… Exactamente igual que pasaba en muchas villas, pueblos y ciudades de España y Portugal.
En Sanlúcar de Barrameda, puerto de América y tierra de vinos y huertas, vemos también a los esclavos transportar las botas y toneles de vino desde la villa a los barcos en la playa, repartiendo sacos de trigo en las panaderías del pueblo, cogiendo caracoles o alcaparras, vendiendo uvas, trabajando en el servicio doméstico de las casas, o empleados por sus propios dueños, como recaderos, aguadores, o como mozos del amo que les manda hacer toda clase de cosas8.
Estuvo cerca de dos años Elena en Sanlúcar. Ana, la mujer del mercader para el que trabajaba y Elena, se habían enamorado, eran amantes. Al cabo del tiempo el mercader barruntaba que algo ocurría entre su mujer y Elena. Los celos del hombre acabaron con la relación. Elena se fue a vivir a Jerez de la Frontera, después estuvo en Arcos, de allí pasó a la provincia de Sevilla, vivió durante un tiempo en Osuna y en Marchena, volvió a Granada, Alhama, Archidona…, hasta que tomó la decisión de viajar a Madrid y a las muchas posibilidades de trabajo que la corte ofrecía. En Madrid encontraría a su amor9.
Elena se casó con otra mujer, era mujer y hombre, sastre y soldado, médico y cirujano. Fue la primera mujer cirujana titulada del mundo10. Víctima del rumor público, la Inquisición la detiene en las afuera de Madrid acusada de brujería.

Por cierto, pocos años antes, otra esclava negra fue la que creó lo que sería el embrión del primer hospital en América. El primer lugar de atención a enfermos que hubo en la América colonial. La Negra del Hospital (así, sin nombre aparece en los documentos) estableció en su “bohío”, en su casa, un espacio para atender y curar a los pobres que podía. Y no lo hizo ningún blanco, fue una mujer negra, uno de los millones de esclavos, niños, mujeres y hombres que los españoles introdujeron en América. Pero la Negra del Hospital no aparece en la historia que hicieron los españoles. Ni su nombre, ni su iniciativa, ni su trabajo. Era negra y trabajaba para los negros y los pobres de la isla, y los negros ya se sabe, son invisibles. Solo un documento de varios años después dedica unas pocas palabras para reflejar que en aquel lugar una negra sin nombre curaba a la gente pobre.
Era tanta la devoción y el cariño que los habitantes de la isla le tenían a la negra, que en la casa que tenía la Negra del Hospital, erigieron una capilla. Tiempo después, las autoridades establecen un hospital justo en aquel lugar. Después del negro que se llamaba Juan Prieto, el primer nombre negro que aparece en los documentos, es la Negra del Hospital, la segunda persona negra esclava que sale, aunque sin su nombre, en los documentos que hablan de los esclavos negros que los españoles introdujeron por la fuerza en América. Fue la primera mujer negra que lo hizo, y llegó en los primeros años de la entrada de los españoles allí, entre 1497 y 150111.
La Negra del Hospital fue otro de los muchos ejemplos de negras que siendo esclavas en América o en la Península Ibérica, curaban a las personas. Y aunque las persiguieran en algunos momentos de sus vidas por brujas y hechiceras, como le pasó a Elena de Céspedes, las mujeres negras curaban el cuerpo, el corazón y el alma de sus paisanos.

Ya mayor Elena, con más de cincuenta años, y superado el juicio que la Inquisición le hizo por haberse casado con otra mujer, y por hechicera, se asentó en Madrid. La Inquisición le había puesto como pena doscientos azotes y trabajar lejos de Madrid. En la ciudad de Toledo y en los pueblos de alrededor, ejerció su profesión de médico. Curó a muchas personas en Madrid, Toledo, Alcalá de Henares, Pinto, Aranjuez, Valdemoro, Ciempozuelos… Se fue haciendo famosa gracias a sus curaciones casi milagrosas. Las gentes cada vez acudían más a su consulta, hasta el punto de que el hospital donde trabajaba se queja de la popularidad y los disturbios que originaba la mulata12.
Era querida por el pueblo y respetada y temida por los poderosos. El duque, cuando sus padres se lo pidieron, no puso ningún reparo en que la pequeña María Franzisca, Guantes de Ámbar, se fuera con la cirujana a vivir. Al revés, para él fue un alivio. Le debía muchos favores el duque a la mulata, pero sobre todo le tenía miedo a los poderes de la cirujana.
Elena fue como su segunda madre. Desde que era un bebé, Guantes de Ámbar vivió con ella en Ciempozuelos, en la casa que la mulata compartía con su mujer, María del Caño y otros negros libres. Un lugar tranquilo, alejado de inquisidores y jurados, a medio camino entre la corte y el Reino de Toledo, donde Elena de Céspedes la educó en libertad.
La mayoría de los negros que vivían en Ciempozuelos trabajaban en los molinos de aceite y en Las salinas de Espartinas, en la barranquera del arroyo Valdelachica. Salinas que se conocen desde el Calcolítico y que todos los pueblos que fueron pasando por la Península utilizaron. Justamente en esos años, en tiempos de Felipe II, era cuando estaban en su máximo esplendor. Abastecían de sal a todo el Reino.

Entre los negros que vivían en la casa de la mulata, había dos cimarrones portugueses. Escaparon de sus dueños en Lisboa y se camuflaron entre los miles de sirvientes (muchos de ellos negros), soldados, curas, médicos, pintores, cocineros y nobles que tenía el cortejo de Felipe II en la ciudad de Lisboa. El rey llevaba ya tres años en Portugal y en esos días volvían a la corte de Madrid. Perezosamente se ponía en marcha toda aquella enorme maquinaria que acompañaba al monarca. Era gigantesca, y monumental la cantidad de carros, caballos, acémilas, mobiliarios, enseres domésticos, animales y personas que se movilizaban junto al rey y la corte en ese viaje de tres años de ida y vuelta a Portugal13.
Era febrero de 1583, fecha en que el rey retorna a la corte de Madrid. El hombre volvía cansado, pero sobre todo impresionado. Mira que en su corte tenía negros, mira que cuando viajó a Sevilla en 1570, la ciudad lo recibió llena de negros, pero nada tenía parangón con lo que había visto en el puerto de Lisboa. Volvía impactado por la cantidad de negros que allí habitaban, pero sobre todo estaba impresionado por la habilidad de los negros haciendo música. El mismo Felipe II escribió a sus hijas una carta contándole embelesado cómo había visto tocar a unos esclavos de una de las galeras reales en el puerto de Lisboa14.
Felipe II que estaba agotado por esos viajes infames por las carreteras de la época, soñaba con hacer navegables los ríos de España. Empezaría por el Tajo para llegar a Lisboa, así se podría desplazar por sus reinos sin las incomodidades de los caminos. Pero el hombre no lo consiguió, ni a Toledo pudo llegar. Navegable se quedó solo un trocito, el que iba desde su palacio de Aranjuez a los lugares de caza cercanos. Y esos tramos navegables para ir de caza sí que los aprovechaban sus señorías. En esas jornadas, el rey se hacía acompañar de una barca llena de músicos negros para que le alegraran el día15.
Las gentes del Gobierno, de la Iglesia y las de la corte, ya sabían de las extraordinarias facultadas que tenían los negros para la música, pero a partir del viaje de Felipe II a Portugal, se multiplica ese interés. No había cura, cortesano u hombre del poder que se preciara, que no tuviera músicos negros para su placer.

Cinco años después de la estancia de Felipe II en Lisboa, la flota naval con el capitán Diego de Azambuja de Melo, llega a La Habana. Azambuja, que iba con un grupo de esclavos negros y músicos, se encargó de decir nada más llegar que, “a esos esclavos negros no los llevaba para vender, que esos músicos negros eran para su uso particular, para su placer”16. Y ese mismo año, 1588, aparece en los documentos, uno de los de la corte, el conde de Oropesa, comprando nada menos que once esclavos músicos negros17. Y a principios del siglo XVII, el jesuita Gaspar Sobrino se lleva a Paraguay a ocho músicos negros para que le ayuden a evangelizar a los nativos en América18.
Por ese documento, los anteriores y otros muchos, sabemos que eran, negros y muy jóvenes y que en su mayoría estaban marcados y algunos dedicados al “servicio del culto divino”, como los del documento que adjuntamos, todos con marcas, cicatrices de herrajes en su cuerpo19.
En ese desasosiego de las gentes de poder por poseer músicos esclavos destaca la poderosísima casa de los duques de Medina Sidonia. En esta ocasión parece que no eran negros, eran indios. En cualquier caso, fue Juan Alonso de Guzmán, el entonces duque de Medina Sidonia, el que envió a su paje a Lisboa a por los cinco músicos indios. Se gastó un dineral en comprarlos, llevarlos desde Lisboa a Sanlúcar y vestirlos: calzas, camisas, sayos, capotes, jubones, coseletes, brochas o puñales de plata con cadenas…20.
Estos músicos acompañaron al duque de Medina Sidonia durante años. No ponía reparos el VI duque en gastos y suntuosidad con sus ministriles, no le importaba. Sus músicos les daban distinción, los diferenciaban del resto de la nobleza.
Tanta expectación causaban esos músicos, que hasta el mismo conde duque de Olivares, Pedro de Guzmán, le pidió a su hermano, el duque de Medina Sidonia, que se los prestara un tiempo 21.
Mes y medio los tuvo el conde duque de Olivares exhibiéndolos en las fiestas y saraos que no cesaba de organizar en Sevilla y los alrededores. Presumía el caballero, estaba encantado con el furor que las habilidades musicales de los esclavos de su hermano provocaban entre los poderosos de la ciudad.
FIN
Notas
1 Godínez compuso varias obras de historia bíblica como El divino Isaac, Amán y Mardoqueo o La horca para su dueño, Las lágrimas de David, La reina Esther…
2 SHERGOLD, N. D. y VAREY, J. E. Editores. Fuentes para la historia del teatro en España II.Genealogía, origen y noticias de los comediantes de España. Támesis Books Limited.London, 1985. Página, 419.
“II, 238. María Franzisca. A quien llamaron Guantes de Ámbar. Fue hija de Francisco de la Soledad, mulato y criado del duque de Naxera, y su madre era lavandera…”.
3 COSANO, Jesús. Los Invisibles… Obra citada. Capítulo V: Los negros camino de Triana.
4 RUIZ RODRÍGUEZ, Ignacio y HERNÁNDEZ DELGADO, Alexander. Elena o Elano de Céspedes. Un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer, en la España de Felipe II. Editorial DIKINSON, S. L. Madrid, 2017.
Archivo Histórica Nacional. Inquisición, Leg. 234, nº. 24.
5 RUIZ RODRÍGUEZ, Ignacio y HERNÁNDEZ DELGADO, Alexander. Elena o Elano… Obra citada.
“…hallaba bien en que ganar de comer y en Sanlúcar estuvo como año y medio poco más o menos…Archivo Histórico Naciona.H.Nl., Inquisición, Leg. 234, nº 24”.
6 MORENO OLLERO, Antonio. Sanlúcar de Barrameda a fines de la Edad Media. Diputación provincial. Cádiz, 1983. “Entre los años de 1514 y 1522 se bautizaron en la villa de Sanlúcar un total de 420 esclavos, una cifra realmente elevada para una población de mil vecinos (Ibid., p. 162)”.
7 GÓMEZ FERNANDEZ, Lucía. Música, nobleza y mecenazgo. Los duques de Medina Sidonia en Sevilla y Sanlúcar de Barrameda. (1445-1615). Universidad de Cádiz, 2017.
“En el testamento del III duque figuran exactamente 244 esclavos, más un número indeterminado de los hijos de esclavos. AGFCMS, leg. 931”.
8 MORENO OLLERO, Antonio. Sanlúcar de Barrameda a fines… Obra citada.
9 RUIZ RODRÍGUEZ, Ignacio. HERNÁNDEZ DELGADO, Alexander. Elena o Elano de Céspedes. Un hombre… Obra citada. “Habrá un año, poco más o menos, que vino a esta villa una mujer de color mulata que dice Elena de Céspedes, natural de Alhama, la cual vino y a estado en esta villa con hábito de hombre y ha tenido por oficio cirujano y vino casada con otra mujer que se dice María del Caño, vecina de Ciempozuelo…”.
10 ESCAMILLA, M. “A propos d ́un dossier inquisitorial des environs de 1590: les ètranges amours d ́un hermaphrodite. En Amours légitimes, amours illégitimes en Espagne (XVI-VII siecles)”. Publications de la Sorbonne. 1985.
11 Dominican Studies Institute. “Los primeros negros en las Américas. La presencia africana en la República Dominicana”.
12 BARBAZZA Marie-Catherine. (Universidad de Perpiñan). “Un caso de subversión social: el proceso de Elena de Céspedes (1587-1589)”.“En 1589, un año después de la reclusión de Elena de Céspedes, el mayordomo del hospital tendrá que escribir al tribunal del Santo Oficio para quejarse de esta popularidad y de los disturbios que origina: “Después que la susodicha estuvo en él anda el dicho hospital desasosegado y sus ministros que en él sirven de manera que es grande el estorbo y embarazo que a causado la entrada de la dicha Elena de Céspedes por la mucha gente que acude a verla y a curarse con ella… Archivo Histórico Nacional,.H.N., Inq., leg- 234, nº. 24”.
13 Podemos hacernos una idea de cómo era todo este movimiento de la corte comparándolo con este documento del viaje que hizo en esos años el duque de Medinaceli, Juan de la Cerda, a París. “El viaje duró cien días y se movilizaron solo para el servicio más de trescientas personas: mayordomos, gentiles hombres, camareros, caballerizo, secretario, tesorero, contador, confesor, médico, pajes, barbero, mozos de cámara, mozos de retrete, veedores, escribanos, botilleros, cocineros, herradores, lacayos…Enorme cantidad de vestidos y ropa de mesa, carruajes, menajes de cocina, joyas para regalos, caballos, acémilas…” En: PÉREZ ARRIBAS, Juan Luis (Recopilación). Documentos de interés relacionados con la casa ducal de Medinaceli. Tomo I. Tomados del libro: Series de los más importantes documentos del Archivo y Biblioteca del Excmo. Sr. Duque de Medinaceli elegidos por su encargo y publicados a sus expensas. Por A. Paz y Meliá”. 1ª Serie Histórica. Años 800-1814 (Madrid, 1915). Páginas, 32-33-34-35. En la web.jlperezarribas.es/descargas.
14 BOUZA, Fernando (ED.). Cartas de Felipe II a sus hijas. 1988. Ediciones Akal, S.A. “…y antes de salir de la galera dijeron allí la salve que suelen decir los sábados, porque viere mi sobrino cómo se dice; y lo más es como unos ministriles que son esclavos de la galera que son muy buenos y tañen muy bien muchos instrumentos, y así con ellos dijeron muy bien la salve…”.
15 GARCÍA-TAPIA, Nicolás. “La fábrica del sitio”. En: Madrid ciencia y corte. Editan: Lafuente, Antonio y Moscoso, Javier. “El viaje en barcos de remos permitió al Rey ir de caza cómodamente, incluso leyendo y anotando los memoriales desde los que gobernaba incansablemente su imperio, al mismo tiempo que unos músicos negros que iban en una barca cercana, hacían la jornada más agradable”. Página, 80.
16 ROMERO, Celia. “Notas europeas para manos africanas. Vientos de chirimías, flautas y bajones en el contexto de la esclavitud negra de la América Colonial”.Revista, Palabras de la Ceiba número 4, en la web.“…Un grupo de músicos esclavos negros, en torno a 1598 llegan a La Habana, en compañía de su dueño, el capitán de la flota naval portuguesa, Diego de Azambuja de Melo, no los traía para vender, sino para su gusto, y por ningún precio los daría”.Archivo General de Indias. Escribanía de Cámara 1011, B (1598–1603). Pleitos del Consejo. Diego de Azambuja, vecino de Lisboa, con Juan de Tejada, gobernador de La Habana, sobre el valor de unos negros músicos”.
17 SÁNCHEZ GONZÁLEZ, Ramón. “Esclavos en el reino de Toledo”. Biblioteca Digital de la Universidad Católica de Argentina.“El Conde de Oropesa, en 1588 compró en el Monasterio de San Lorenzo del Real, once esclavos músicos negros con instrumentos por 3.300 ducados. Con edades que oscilaban entre los 14 y los 22, incluyen los instrumentos musicales siguientes: dos bajos grandes más de lo ordinario, otros dos bajones grandes, tres terlotes, cuatro tenores de chirimías, dos tiples ordinarios de chirimías, doce orlos grandes y chicos, ocho flautas grandes y chicas, una caja de pífanos que por otro nombre se llaman flautas traversas, nueve chirimías viejas, diecinueve cornetas entre grandes y chicas, viejas y nuevas, un bajón ordinario viejo, cuatro sacabuches con sus cajas, algunos libros de música. Archivo Histórico Nacional. Sección Nobleza, Frás C.1279”.
18 ROMERO, Celia. “Notas europeas para manos…”. Obra citada. Palabras de la Ceiba nº 4, en la web y Catálogo de las consultas del Consejo de Indias 1626-1639. Diputación de Sevilla.“El padre Gaspar Sobrino de la Compañía de Jesús, en 1628 regresa a Paraguay, donde estaba como misionero, y pide permiso para llevar con él a “ocho esclavos negros de vos y chirimías, flautas, baxonesy cornetas”. El Consejo de Indias decide dar despacho a la petición del jesuita, especifica que llevarán “de la ciudad de Lisboa o de Brasil ocho esclavos músicos Angola”.
19 ROMERO, Celia. “Notas europeas para manos…”. Obra citada.Revista Palabras de la Ceiba nº 4, en la web. y JIMÉNEZ RUIZ, Juan. “Ministriles esclavos negros para la catedral de Panamá (1677)”. En 1677, Gonzalo Fernández de Córdoba presidente de la Real Audiencia y Casa de Contratación de las Indias, remitía al obispo de Panamá, Antonio Fernández de León, cinco esclavos negros para “el servicio del culto divino” como ministriles (“chirimías”) en la catedral de Panamá. Los cinco estuvieron en la Casa de Contratación en Sevilla antes de ir a Cádiz, lugar en el que embarcarían para dirigirse a Cartagena de Indias, desde donde se trasladarían a Panamá. Cuatro de estos ministriles formaban parte de un mismo grupo y son descritos por el tesorero de la Casa de Contratación, José de Veitia Linage, en un documento fechado en Sevilla el 25 de enero de 1677, de la siguiente forma:
– “Sebastián, de veinte años, alto, delgado, señal de herida sobre la ceja izquierda.
– Rodrigo, de veinte y un años, poco más o menos, de buen cuerpo, robusto, señal de herida sobre la ceja derecha.
– Diego, de diez y seis años, mediano de cuerpo.
– Damián, de veinte y dos años, buen cuerpo, dos señales de herida en la frente.
El quinto había llegado desde Lisboa. Según la descripción hecha en la Casa de Contratación de Sevilla, el 10 de abril de 1677, se llamaba Gonzalo Rodríguez: de veinte y dos años, buen cuerpo, señal de herida sobre la ceja izquierda.
Archivo General de Indias. Secc. CONTRATACIÓN, 5441, N.2, R.62”.
20 MORENO OLLERO, Antonio. “Los esclavos del duque de Medina Sidonia en la primera mitad del siglo XVI”. Spania. Revue interdisciplinaire d´études hispaniques médiévales et modernes. “...cinco indios ministriles que fueron adquiridos en Lisboa en 1542 por la extraordinaria cifra de 500.000 maravedíes. El paje del duque Juan Durán fue el encargado de ir a Portugal a satisfacer el importe de la compra. La misión de conducir a Sanlúcar a los músicos indios fue confiada al hijo del capitán portugués Ferraes al que se le pagaron 5250 maravedíes por llevarlos sanos y salvos. Y desde el momento en que pusieron sus pies en Sanlúcar, don Juan Alonso de Guzmán, hermano de don Alonso de Guzmán, V duque de Medina Sidonia, agasajó a sus recién adquiridos músicos de chirimías con toda clase de prendas de vestir, de vivos colores y ricas telas: calzas, camisas, sayos, capotes, jubones, coseletes, etc. Creemos que la llegada de estos músicos indígenas a Sanlúcar llenó de satisfacción y orgullo al hermano del duque. Si los esclavos eran un signo de distinción y prestigio social en la época, la presencia de estos esclavos venía a realzar y llenar de exotismo y colorido –amén de nuevos acordes y sonidos– la pequeña corte señorial de los Medina Sidonia en Sanlúcar de Barrameda. Y para que los músicos lucieran en todo su esplendor en la procesión del Corpus Christi, el duque –o su hermano don Juan Alonso de Guzmán– mandó comprar en Sevilla seis bronchas o puñales de plata con sus cadenas, para mejor atavío de sus ropajes”.
21 GÓMEZ FERNÁNDEZ, Lucía. Música, nobleza y… Obra citada. “a Hernando bueno mi criado diez ducados que los ha de auer para el gasto del Camino de los indios ministriles que por mi mandado lleva A seuilla al señor Conde de oliuares mi hermano que escriuio a los embiase y para el mantenimiento dellos durante el tiempo que estuvieren en seuilla […] fecho en mi villa de sanlucar A diez de febrero de IMDXLVI años. AGFCMS, leg. 2494”.
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*Jesús Cosano Prieto es escritor, productor y gestor cultural. Director de la Fundación Pública Luis Cernuda entre 1987 y 1995, funda junto a investigadores y artistas, en 1997, la Fundación Ceiba de Cultura Afroiberoamericana, que ha desarrollado un intenso trabajo de investigación y divulgación de la memoria negra presente en las culturas hispanas, especialmente a través de la revista Palabras de la Ceiba. Colabora en diferentes publicaciones sobre la esclavitud, el flamenco y las culturas afroiberoamericanas, y ha dado conferencias sobre la historia del arte flamenco en España, Cuba, México, Perú, Paraguay, Chile. En 2007 la Junta de Andalucía le concede el reconocimiento a su larga trayectoria dedicada a la gestión cultural. En 2017 publica la primera novela de la colección “Los Invisibles”, titulado “Hechos y cosas de los negros de Sevilla”, donde traza la historia de los mismos a través de biografías ficticias.
El segundo volumen de la colección, “Las Negras de la Inmaculada”, acaba de ser publicado y puede adquirirse a través del correo de la editorial: infoaconcagualibros@gmail.com
En portada, varias pinturas de Jesús Cosano Prieto, que representan a algunas de las protagonistas del libro: Dalia de Mengala, Tomé,
Elena de Céspedes… Entre ellas, “A Preta Fernanda”, mujer africana en
el Portugal de finales y principios de siglo XX otra de los protagonistas
que aparece brevemente en uno de los relatos de mi libro y que destacó
entre otras cosas por torear en la plaza de toros de Algés.