

El reconocimiento internacional de un Estado palestino recompensa a Israel, que debería agradecer a todos los países que lo hacen, porque ese reconocimiento sirve como alternativa engañosa a lo que realmente debe hacerse, es decir, imponer sanciones.
El reconocimiento es un sustituto erróneo de los boicots y las medidas punitivas que deberían tomarse contra un país que comete un genocidio. El reconocimiento [de un Estado palestino] es una declaración vacía que los gobiernos europeos indecisos y débiles utilizan para demostrar a su indignada opinión pública que no se quedan callados.
Reconocer a un Estado palestino, que no existe ni existirá en un futuro próximo, incluso nunca, es un silencio vergonzoso. El pueblo de Gaza se muere de hambre, y la respuesta de Europa es reconocer un Estado palestino. ¿Salvará esto a los hambrientos gazatíes? Israel puede ignorar estas declaraciones con el apoyo de Estados Unidos.
Se habla de un tsunami diplomático en Israel, sabiendo que no llegará a las costas israelíes hasta que el reconocimiento venga acompañado de un precio a pagar por el genocidio.
El primer ministro británico, Keir Starmer, uno de los primeros en reconocer a Palestina en la actual ola, después de Francia, se ha superado a sí mismo. Se apresuró en presentar su decisión como una sanción (condicional), cumpliendo así con su deber. Si Israel se comporta bien, prometió, se retractará de su acusación.
¿Qué sanción es ésta, señor primer ministro? Si, en su opinión, reconocer a Palestina promueve una solución, ¿por qué presentarla como una sanción? Y si es una medida punitiva, ¿dónde está?
Así están las cosas cuando el miedo a Donald Trump se apodera de Europa y la paraliza, cuando es evidente que quien imponga sanciones a Israel pagará un precio. Por ahora, el mundo prefiere las buenas palabras. Las sanciones son buenas cuando se trata de invasiones rusas, no israelíes.
La decisión de Keir Starmer ha impulsado a muchos otros a seguir su ejemplo, que en Israel se presenta como un maremoto diplomático, un tsunami. Esto no detendrá el genocidio, que no se detendrá sin medidas concretas de la comunidad internacional. Estas medidas son de crucial urgencia, ya que las matanzas y la intensa hambruna continúan en Gaza.
El reconocimiento tampoco será suficiente para crear un Estado. Como lo expresó la líder colona Daniella Weiss tras una ola anterior de reconocimientos: “Abro la ventana y no veo un Estado palestino”. No lo verá pronto.
A corto plazo, Israel se beneficia de esta ola de reconocimiento, ya que reemplaza la sanción que merece. A largo plazo, reconocer a un Estado imaginario podría tener ciertas ventajas, ya que plantea la necesidad de encontrar una solución [esto se refiere al tema desarrollado por los gobiernos europeos: “La solución de dos Estados debe llegar al final de las negociaciones”].
Pero hay que ser extremadamente optimista e ingenuo para creer que el reconocimiento sigue siendo relevante. Nunca ha habido peor momento; reconocer al Estado palestino ahora es como andar con rodeos [en otras palabras, mostrar un optimismo superficial]. Los palestinos carecen de líder [Marwan Barghouti, el dirigente más reconocido, está encarcelado desde 2004], y los líderes israelíes han hecho todo lo posible para impedir la creación de dicho Estado, y lo han logrado.
Está bien que el número 10 de Downing Street [Keir Starmer] quiera un Estado palestino, pero ello no sucederá mientras Jerusalén no lo quiera, con la colonia extremista de Yitzhar trabajando para destruir los bienes palestinos y creciendo más fuerte gracias al apoyo ciego de Washington a Israel.
Con la derecha israelí en la cúspide de su poder y el centro israelí votando en la Knesset a favor de la anexión[1] y en contra de la creación de un Estado palestino, con Hamás como la organización política palestina más fuerte y los colonos y sus partidarios como la organización más poderosa de Israel, ¿de qué Estado palestino estamos hablando? ¿Dónde estaría?
Una tormenta en un vaso de agua. El mundo cumple con su deber mientras Israel destruye y mata de hambre. El plan de limpieza étnica del gobierno israelí se implementa primero en Gaza. No se podrían imaginar peores condiciones para alimentar los sueños de un Estado.
¿Dónde estaría ubicado? ¿En un túnel excavado entre Yitzhar e Itamar [un asentamiento en el norte de Cisjordania]? ¿Hay una fuerza capaz de evacuar a cientos de miles de colonos? ¿Cuál?
¿Existe algún campo político que luche por esto?
Sería preferible tomar primero medidas punitivas concretas para obligar a Israel a poner fin a la guerra -Europa tiene los medios para hacerlo- y luego poner en la agenda la única solución que queda hoy: una democracia entre el Mediterráneo y el Jordán, una persona, un voto. El apartheid o la democracia. Para nuestra gran desesperación, ya no hay una tercera vía.
Gideon Levy
4/08/2025
La versión original ha sido publicada en Haaretz el 3/8/2025
Traducción: viento sur
[1] El miércoles 23 de julio, el Parlamento israelí ha acordado por mayoría una moción que aboga por la aplicación de la soberanía israelí sobre Cisjordania ocupada. – RFI , 24 de julio de 2025 (Ed.)