¿Qué propone Rufián?

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El portavoz de ERC agitó el tablero político antes del parón estival del Congreso con una idea inesperada: un Frente Amplio plurinacional que uniera a las fuerzas situadas a la izquierda del PSOE.

Gabriel Rufián, portavoz de ERC, durante una intervención en el Congreso, el pasado 18 de junio. Alberto Gardin / SOPA / REUTERS

«Hay un espacio huérfano. Hay un espacio a crear plurinacional de verdad, no creado desde el despacho de una universidad de Madrid con las antenas rotas respecto a lo que significa Euskadi y, sobre todo, Catalunya. Creo que nos toca a las izquierdas soberanistas, independentistas, autodeterministas, federalistas, confederalistas crear esa izquierda plurinacional que durante tanto tiempo se ha pedido». Con estas palabras, Gabriel Rufián (ERC) ponía punto final al curso político antes del receso estival del Congreso, despertando inquietud entre la variada constelación de partidos a la izquierda del PSOE y, quizá, alimentando cierta ilusión en una parte del electorado hoy huérfano de representación. Más tarde, a través de un post en la red X, desarrollaría un poco más su propuesta, que culminaba con un eslogan de tono claramente pragmático: «Menos pureza y más cabeza».

Al cabo de pocos días, las principales partes implicadas –especialmente ERC, pero también el BNG o Unidas Podemos a través de Pablo Iglesias–  cerraban la puerta a la creación de un nuevo partido de «unidad» de la izquierda. Esto, sin embargo, era lo esperable. Lo que desean los partidos políticos es, por encima de todo, garantizar su propia supervivencia. En rarísimas ocasiones resulta justificable ceder parte de su poder (o todo su poder) en aras de un resultado incierto. Pero la idea ya estaba lanzada; una idea que, huelga decir, no se improvisa de un día para otro.

El factor humano

Una lectura cínico-realista del movimiento de Rufián debe hacerse en clave personal. Esta lectura no pretende demonizarlo, pues cuando hablamos de política representativa el desmesurado ego de sus protagonistas, salvo alguna rara excepción, debe darse por descontado.

Por un lado, Rufián sabe que su carrera política en su partido ha tocado techo. Intentó poner un pie en Catalunya presentándose a las elecciones municipales de Santa Coloma de Gramenet en 2023, pero quedó en tercera posición y consiguió solo cuatro de los 27 concejales en disputa. Santa Coloma de Gramenet es un feudo socialista y era impensable que cayera en manos republicanas. Aun así, los cuatro ediles obtenidos por ERC quedaron demasiado lejos de los 17 del PSC. Rufián dimitiría poco después para centrarse en su papel en el Congreso de los Diputados.

Luego está la cuestión de su encaje en la narrativa hegemónica del independentismo. En Catalunya, los sectores que han hecho seña de identidad del mantra «primero la independencia, luego ya veremos» –y que representan el núcleo duro del independentismo conservador– siempre han visto con recelo a Rufián por dos razones. La primera es que Rufián se expresa mejor en castellano que en catalán y eso, para algunos, es pecado capital. Y la segunda, que es uno de los pocos independentistas catalanes que en la etapa pos-Procés se ha negado a desvincular el nacionalismo de la cuestión de clase. Es decir, que su público mayoritario no es ni estrictamente catalán ni estrictamente independentista. Así que, si Rufián quiere continuar en política, tiene dos opciones: mantenerse como portavoz de su grupo parlamentario en el Congreso o… aventurarse hacia lo desconocido.

Gabriel Rufián comparte mesa con Mertxe Aizpurua (EH Bildu) en un desayuno informativo en el hotel Ritz de Madrid. LUIS SOTO / SOPA / REUTERS
Gabriel Rufián comparte mesa con Mertxe Aizpurua (EH Bildu) en un desayuno informativo en el hotel Ritz de Madrid. LUIS SOTO / SOPA / REUTERS

¿Existe ese espacio político?

Un partido de corte confederal que, desde posiciones de izquierda, asuma la pluralidad de España como principal muro de contención frente a la ofensiva de la extrema derecha de PP-VOX. Ese sería, resumidamente, el corazón de la propuesta política del portavoz de ERC en el Congreso; una propuesta que puede leerse como espejo invertido de lo que representó Podemos. Si Podemos nació cuestionando la hegemonía del PSOE desde la izquierda y relegando a un segundo plano la cuestión plurinacional, Rufián pretende ubicar la plurinacionalidad en el centro de su discurso. Esto, hipotéticamente, lo coloca en una posición inicial algo más cómoda que la que defendió Podemos, en tanto que podría conseguir que el votante nacionalista de «centro» vasco o catalán prefiera un partido situado algo más a la izquierda de lo que votaría en condiciones normales, pero que al menos garantice la defensa de su identidad nacional frente al rodillo centralista de la derecha.

Y es justo decir que tanto Sumar como el PSOE pueden tener cierto interés en que el proyecto funcione. Los primeros porque la plataforma que propone Rufián podría ser un salvavidas electoral para un proyecto político que se ha quedado demasiado lejos de la ilusión que llegó a generar. Las encuestas del CIS no le dan más de un 8% del total de votos, lejos del 12,3% que consiguió en las elecciones de julio de 2023. Para la familia socialista, la historia es la de siempre: necesitan que su izquierda sea lo suficientemente fuerte como para disputarle la mayoría absoluta al binomio pseudofascista de PP-VOX. Y necesitan, además, que dicho partido acepte en cierto modo el statu quo parlamentario y no pretenda ni romper ni girar «el tablero».

Hay señales de que el baile para cautivar a Rufián ya se ha puesto en marcha. Su percepción general en los medios estatales ha ido mejorando hasta el punto de que casi parece que no se trate de un independentista catalán; sus enfrentamientos con Alvise se han viralizado en redes sociales, y a menudo se le utiliza como contrapunto seductor frente al estilo «enfadado» de Pablo Iglesias. Y para no quitarle méritos a Rufián, es de justicia decir que con el tiempo se ha consolidado como uno de los mejores oradores del Congreso.

Veremos cómo avanza todo en los próximos meses. La partida no ha hecho más que comenzar.

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