Una mujer somalí con el rostro totalmente cubierto por el velo y su hija, que usaba hiyab, en el campo de desplazados de Garasbaaley, a las afueras de Mogadiscio, en agosto de 2020. FEISAL OMAR (Reuters)
La ley había sido aprobada hace más de una década, pero la imagen desconcertó a muchos ciudadanos: varios agentes de la policía somalí apilan y queman niqab en plena calle, entran a las tiendas y confiscan estos velos musulmanes que cubren a las mujeres de pies a cabeza, incluyendo el rostro. Ocurrió en Somalia, el pasado julio, en dos localidades especialmente asoladas por la violencia del grupo yihadista Al Shabaab, Kismayo y Baidoa, donde la prohibición de usar esta prenda estaba en vigor desde 2013, pero en la práctica no se aplicaba. De forma inesperada y alegando razones de seguridad, las autoridades regionales decidieron ponerla en práctica. Medio año después, ¿cómo viven las mujeres de este país africano esta nueva realidad?
“La policía me ha detenido en la calle dos veces y me ha confiscado el niqab otras dos”, explica Marwa (nombre ficticio), una estudiante de 20 años que reside en Kismayo, en el sur del país. “Soy una mujer musulmana y por pudor quiero llevar el velo integral, pero en mi ciudad no está permitido. Hasta las tiendas han dejado de venderlo”, agrega.
La prohibición ha hecho que afloren todo tipo de contradicciones y colisiones de derechos debido al contexto local. Para muchas mujeres, más allá de decisiones religiosas más o menos libres, cubrirse se ha convertido en este país a menudo en un mecanismo de supervivencia. “Yo, por ejemplo, comencé a usarlo cuando llegué a Mogadiscio. No quiero que la gente sepa quién soy. Me siento más protegida así”, afirma una periodista local. En Somalia, un 60% de las mujeres ha sufrido algún tipo de abuso: desde prohibición de estudiar hasta agresiones sexuales o malos tratos en casa, pasando por matrimonios a una edad muy temprana, según la ONU, que estimaba en 2020 (últimos datos disponibles) que el 36% de las mujeres se casa antes de los 18 años. Además, un 99% de las mujeres en el país ha sufrido mutilación genital femenina, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
Las mujeres que se arriesgan a llevar el niqab en esta zona de Somalia pueden ser arrestadas u obligadas a pagar una multa de 30 dólares (unos 27 euros). El niqab es visto como un gesto de recato en el islam más rigorista y en Somalia un 99% de la población es musulmana y muchas mujeres somalíes optan por cubrirse todo el cuerpo, salvo el rostro. Sin embargo, su prohibición no generó ninguna protesta de los líderes religiosos, alineados con las decisiones de las autoridades políticas.
Pero para otras mujeres, poder prescindir del niqab es una muy buena noticia. “En Mogadiscio hace mucho calor y prefiero no usarlo. Además, llevarlo a menudo te obliga a dar explicaciones, porque nadie puede ver quién eres. Y también la gente sospecha de ti, sobre todo en lugares públicos, como bancos o instituciones oficiales, donde pueden pedirte que muestres tu rostro para demostrar tu identidad. Sin el niqab, es mucho más fácil moverse sin llamar innecesariamente la atención”, estima Qamar Osman, que trabaja en el departamento de Logística de una empresa. “Para mí, el velo integral supone una barrera adicional, tanto física como socialmente. Creo que es importante sentirte cómoda en tu entorno, y por eso elijo no llevarlo”, agrega.
El jefe de la policía de Kismayo, Warsame Ahmed Gueleh, explicó a la prensa que la operación contra el niqab, se debía a la proliferación de ataques yihadistas. “Los milicianos pueden utilizar el velo para hacer creer que son mujeres y cometer atentados”, explicó. La decisión coincidió además con un sangriento atentado suicida reivindicado por Al Shabab en el que murieron al menos 37 personas en un concurrido paseo marítimo de la capital, Mogadiscio. No hay ninguna información de que en ese caso los agresores fueran disfrazados de mujeres, pero sí ha ocurrido en el pasado.
El velo integral supone una barrera adicional, tanto física como socialmente
Qamar Osman, habitante de Mogadiscio
Somalia sufre desde hace 30 años un conflicto armado que ha obligado a casi cuatro millones de ciudadanos a huir de sus casas. La milicia radical islámica Al Shabab, afiliada a Al Qaeda, controla en este momento importantes áreas del sur y centro del país. La rama somalí del Estado Islámico también está activa, aunque es mucho más pequeña. Al Shabab considera objetivo legítimo a cualquier persona que trabaje para el Gobierno, que cuenta con el respaldo de la ONU, y para organismos internacionales, o que tenga alguna relación con ellos. Su objetivo es derribar el ejecutivo federal Hassan Sheikh Mohamud para establecer la sharía o ley islámica.
Entre sus atentados más mortales destacan el ataque en 2015 a la universidad de Garissa, en el norte de Kenia, donde mataron a 147 estudiantes, la explosión con un camión bomba en el centro de Mogadiscio que causó 512 víctimas y otro atentado más con coche bomba en 2022, también en la capital, que dejó 100 muertos y 300 heridos.