Fuente: https://elsudamericano.wordpress.com/2024/02/06/que-pare-el-genocidio-para-que-todo-continue-igual-por-ali-manzano/
120 días de bombardeos sobre la población de Gaza, más de 26,000 asesinados, la mayoría niños y mujeres, más de 100,000 heridos, escuelas, hospitales, mezquitas, iglesias… destruidos por los incesantes bombardeos sionistas. Periodistas y sanitarios asesinados en un número alarmante que solo demuestra la intención sionista de hacer inviable la vida en Gaza y de que no haya testigos para contar al mundo la falta de humanidad y el desprecio por la vida del Régimen sionista y de sus aliados occidentales de Europa y EE.UU.
El mayor genocidio de la historia humana está siendo transmitido en directo, lo estamos viendo desde nuestras casas, desde la comodidad que disfrutamos por los privilegios que nos da el vivir en occidente; privilegios que disfrutamos gracias al saqueo de los recursos naturales del resto del mudo y de la explotación de la mano de obra indígena.
Y a pesar del relato oficial del sionismo israelí y de su réplica por todos los medios de comunicación occidentales, las calles de todas las ciudades occidentales y del Estado español, se han llenado de manifestantes a favor de Palestina, denunciando el genocidio del Estado de Israel.
Y hasta aquí, todo perfecto. Después de las manifestaciones, nos vamos a nuestras casas a seguir viendo en directo otro nuevo bombardeo y el aumento de las estadísticas de asesinados y heridos. Nos vamos con la conciencia tranquila por nuestra participación en un acto a favor de los más débiles, de los históricamente desposeídos, de los que sufren las injusticias de un mundo que “no tiene solución”.
Pero hay más, mucho más; hay una enorme hipocresía en una gran cantidad de manifestantes, en los que se ponen al frente de las pancartas, en los políticos que pretenden ser solidarios con las causas justas, etc.
La causa palestina se convirtió en un icono de la izquierda española, en la prueba del algodón para situarse en el espacio político progresista. Pero a partir del 7 de octubre con el ataque de Hamas a las colonias sionistas en Palestina y la captura de prisioneros, todo ha cambiado. A los palestinos se les exige resignación, soportar la vida miserable a la que han sido condenados por el sionismo y por las políticas occidentales de colonización y saqueo de su tierra, condenados a suplicar y esperar una solución por parte de los organismos internacionales controlados por el sionismo occidental, o un gesto de humanidad por parte del ocupante israelí. Se les exige defenderse de las agresiones a las que diariamente se ven sometidos, con el derecho internacional, el mismo que Israel incumple y al que nadie le obliga, y se les exige respeto a las leyes del colono.
Pero el 7 de octubre todo cambió. Los palestinos decidieron jugárselo todo a una carta, a la carta de la resistencia y la lucha para recuperar sus derechos como seres humanos, sus derechos como pueblo, el derecho a su tierra y a una vida digna. 75 años de ocupación y decenas de condenas a la entidad sionista por parte de las instituciones internacionales no han servido de nada porque el sionismo de Israel goza de la inmunidad y protección que les confiere EE.UU y Europa para continuar las políticas genocidas sobre el pueblo palestino. 75 años de incumplimientos de las resoluciones de la ONU y aún, la progresía española y los medios de comunicación, exigen a la víctima que solo se defienda con los medios permitidos por el victimario.
El conflicto palestino-israelí ha servido desde hace 75 años para que la izquierda española a través de un sentimiento de pena se muestre moralmente superior a sus oponentes políticos. Pero esa pena no va acompañada de un sentido de la justicia y de la reparación que necesita el pueblo palestino. Esa izquierda cómplice actúa con Palestina como el ricachón que a la salida de misa pone unas monedas en la mano del mendigo que solicita la caridad cristiana. Al mendigo a penas le llega para comer un día, pero el ricachón ya puede sentirse magnánimo y justificar todas las tropelías cometidas contra los más necesitados. Hipocresía y una comunidad de intereses con el Estado y el capital.
La situación geopolítica internacional hace que occidente no pueda desprenderse del Estado de Israel y restaurar el territorio a sus legítimos dueños, el pueblo palestino. Israel fue creado por el Reino Unido y sus aliados occidentales para tener un gran transatlántico en Oriente Medio desde el que controlar un territorio rico en petróleo y gas, imprescindible para el desarrollo de occidente y para mantener la hegemonía militar y económica.
Por estos motivos, la izquierda española no pasa de manifestar un sentimiento de pena y de una solidaridad limitada a la finalización de los bombardeos y a la entrega de ayuda humanitaria. La izquierda del sistema y gran parte de los integrantes de su espacio político saben que necesitan a Israel para mantener los privilegios occidentales y su nivel de vida y de consumo.
El control del territorio palestino por el pueblo palestino va a suponer el fin del imperialismo occidental y del saqueo de Oriente Medio, lo que va a incidir (está incidiendo) en los beneficios del capitalismo occidental y en la capacidad de consumo de la clase trabajadora occidental, a lo que esta no está dispuesta y sus representantes políticos aún menos. Las manifestaciones obreras en Alemania, Francia y Reino Unido están poniendo de manifiesto el malestar de sectores de la clase trabajadora por los recortes de salarios y derechos que están sufriendo por la pérdida de beneficios de sus empresas a consecuencia de la guerra de Ucrania y por el aumento de los presupuestos de guerra de estos países. Y esto es solo la antesala de lo que pasaría si cae el Estado de Israel y occidente no dispusiera del crudo de Oriente Medio.
Por todo esto, no nos debe extrañar que las organizaciones de la progresía española y sus seguidores, impongan en las manifestaciones a favor de Palestina el discurso oficial del Estado, partidos, instituciones y medios de comunicación. No quieren perder el icono palestino pero tampoco que se avance en una acción de justicia que devuelva al pueblo palestino su tierra, con la consiguiente desaparición del Estado de Israel.
Las condenas a Hamas en las manifestaciones son una condición sine quanum, así como el paro de los bombardeos y la entrada de ayuda humanitaria en Gaza. Pero hasta ahí; que Gaza se reconstruya y los palestinos vuelvan a la situación anterior, pero sin la presencia de los “terroristas” de Hamas. Y se quedan tan tranquilos y hasta pensarán que están haciendo una buena acción.
La agresión a Palestina desde hace 75 años no viene producida exclusivamente por el Estado de Israel. Esta agresión diaria a los derechos humanos más básicos, el derecho a la vida, se produce por el apoyo político de Europa y EE.UU. en las instituciones internacionales, por el apoyo militar, económico y mediático.
El Estado español, fiel súbdito del imperialismo norteamericano, tiene en Israel un socio estratégico, con el que mantiene relaciones comerciales, militares, de seguridad, deportivas y culturales. Y este dato, debe ser fundamental a la hora de pensar la asistencia a las manifestaciones o actos a favor de Palestina, cuando estos estén convocados o encabezados por los representantes políticos de los partidos en el gobierno o favorables a la OTAN, organización que está participando muy directamente en el conflicto a través del apoyo al ente sionista de Israel.
Manifestaciones pro palestinas.
El relato occidental, de medios de comunicación, gobiernos, partidos e instituciones se basa en esconder parte de la realidad, una parte importante de los hechos que han motivado la respuesta palestina del 7 de octubre. Nos presentan la historia como un “atentado terrorista” perpetrado por Hamas, olvidando los 75 años de opresión y genocidio israelí a la población palestina, el robo de tierras, la destrucción de viviendas y campos de cultivos, la construcción de un muro que convierte a los palestinos en presos de una gran cárcel al aire libre; por otro lado, intentan desviar la atención al presentarnos el conflicto como una guerra entre Hamas e Israel, desvinculando al pueblo palestino de Hamas, idea imprescindible para que no caiga el icono palestino construido por la izquierda mediática occidental, y apoyar a los “inocentes” mientras se denuncia el “terrorismo” de Hamas. Siempre se “olvida” reseñar que Hamas gobierna en la franja de Gaza por ganar las elecciones con mayoría absoluta, y que si hoy se hicieran elecciones en Cisjordania, también las ganaría, según algunos sondeos. Por otro lado, la unidad de Hamas con el resto de organizaciones de la resistencia palestina y con el pueblo palestino es más que evidente: 120 días de bombardeos sobre Gaza y más de 20,000 asesinados y no se ha producido ninguna manifestación para que Hamas se retire del conflicto armado y se rinda para que el ente sionista deje de bombardear y asesinar.
Esta manipulación informativa, hace que los representantes de la izquierda española (PSOE, IU, PCE, SUMAR, PODEMOS, y resto de organizaciones menores del espacio socialdemócrata) encabecen las manifestaciones pro palestinas, mirando hacia otro lado por la acción del gobierno en el que participan, cuando este manda buques de guerra a las costas de Palestina en apoyo a Israel o participa en el “aquelarre” internacional contra Yemen por su apoyo militar a Palestina. Y eso, sin olvidarnos que la participación del Estado español en la OTAN, lo convierte en cómplice de Israel. Pero esto no significa nada, puesto que han conseguido desligar el gobierno de “España” de los partidos que lo componen, diferenciar la acción del gobierno de las dinámicas políticas partidistas.
Participar en estas manifestaciones organizadas o encabezadas por la “izquierda española” es apoyar el relato de poder que difunden los medios de comunicación al servicio del capital: Palestina sí, Hamas no; cese de los bombardeos y entrega de ayuda humanitaria; iniciación de negociaciones para la creación de un Estado palestino al que nunca se va a llegar por falta de voluntad de Israel y por los motivos que hemos alegado más arriba.
Y esto no lo digo solamente por las personas que de buena intención piensan que participando en las manifestaciones ayudan al pueblo palestino; lo digo por organizaciones que se autodenominan revolucionarias, anticapitalistas, antisistemas, y que participan junto al reformismo bajo diversas excusas, como la de la “visibilidad”, o por creer que siendo más y todos juntos, se va a avanzar en la solución del problema, o con la excusa de apoyar “causas justas”.
Que no nos engañen. Detrás de toda la palabrería y excusas, hay un enorme error político, y en muchos casos la búsqueda de protagonismo y el alimentar el ego y la vanidad de quién dirige a sus compañeros hacia una vía muerta, hacia la repetición de los mismos errores que se han cometido tantas veces, que tenemos que pensar que el objetivo no es un fin revolucionario de cambio político y social, sino una finalidad personal que busca la autosatisfacción de verse seguido por las “masas”, aunque no se conozca ni el camino ni el destino, y todo a cambio de cinco minutos de gloria antes de volver a la insignificancia política de siempre.
Apoyar y participar en estas manifestaciones es apoyar que todo siga igual, que volvamos al punto de partida y que el pueblo palestino vuelva a estar sometido a Israel para que la izquierda española vuelva a utilizar la pena como banderín de enganche y como prueba de su moralidad y compromiso con el oprimido.
Si realmente queremos apoyar y ayudar al pueblo palestino, las manifestaciones no ayudan, porque nada van a cambiar; por el contrario, consiguen asentar el discurso del Estado y de sus políticos. La ayuda a Palestina pasa por luchar contra el Estado cómplice Español, denunciar a su gobierno como lo que es, un gobierno cómplice de Israel, cómplice del genocidio que se está cometiendo contra el pueblo palestino.
El genocidio israelí en Palestina, no es un caso aislado en la política internacional. Es un caso más de la lucha de los pueblos contra la hegemonía occidental y el imperialismo que está impidiendo el desarrollo de los pueblos y el acceso de las personas a los recursos que les proporcionen una vida digna. El mundo unipolar de Estados Unidos y Europa está llegando a su fin y solo les queda la violencia extrema para mantener su hegemonía y sus privilegios. Apoyar a Palestina es luchar contra el Imperialismo Occidental y contra los Estados que se benefician de este Imperialismo. Si realmente queremos apoyar una Palestina Libre, luchemos contra los aliados de Israel, sus partidos, instituciones, medios de comunicación; desmontemos sus mentiras, señalemos a quienes con la mentira y la manipulación pretenden desviarnos del objetivo de una Palestina Libre; organicémonos para que las voces solidarias lleguen sin intermediarios, sin recortes, altas y claras para que no nos confundan con los vendedores de humo de la izquierda cómplice con el colonialismo y el imperialismo occidental.