Fuente: https://periodicogatonegro.wordpress.com/2022/09/15/que-nos-expliquen/
Que nos expliquen, que nos dibujen, que nos traten de convencer. No esperamos nada de la democracia, y aun así logra desilusionarnos
Por favor, queremos saber. Nos gustaría que nos especifiquen, sin tanto rodeo, palabras escuetas ni huecas, frases hechas o bajadas de línea, si cuando nos hablan de “defender la democracia” nos están queriendo decir honrar, a todas luces, con bombos y platillos, a las instituciones y la cultura punitiva que estas profetizan. Queremos entender por qué el sistema de gobierno y el patriotismo que de él deviene no merecen más que adulación y custodia.
Queremos saber, sin que suene a discurso político amarrado a una doctrina, si nos están sugiriendo que no debemos cuestionar el orden imperante, y que de lo contrario seríamos merecedores de una reprimenda. Sepan comprender si sonamos pretenciosxs, es que no podemos evitar vincular la supuesta representatividad que otorga el sufragio a la necesidad de protección del Capital, pese a cualquier himno que ambicione “combatirlo”.
Queremos explicaciones, no advertencias. Deseamos que no sean tan vigilantes de no permitirnos discutir su dogma. Necesitamos que nos aclaren los motivos por los que la democracia debe permanecer inapelable, aunque el brazo armado del Estado que la administra ejecute, en sentido literal, a más de 400 personas por año. Y por qué, si son tan amables, esos asesinatos cada 17 horas (tal fue el promedio durante 2021) no ameritan un feriado, en tanto que el intento de homicidio a un político, sí.
Queremos que nos respondan, nada más que eso, pero sin estigmatizar a otras especies animales, que ni lxs gorilas ni ningún primate deciden sobre el curso de las políticas, más que de las de su manada, en caso de que se les permita vivir en estado salvaje y no se les incendie, tale o usurpe su hábitat. Tenemos la curiosidad de saber si pueden convencernos, para dejar de irritarnos cada vez que la democracia, mediante el gobierno y las instituciones que dicen representarnos, desalojan a niñxs, hieren a bastonazos y a veces también plomo mediante, cuando la desesperación, el hambre y el frío se hacen carne.
Estamos atravesadxs por el anhelo de conocer las causas por las que no podemos colegir que “todo el maldito sistema está mal”, que si se nos ocurre asamblear en una plaza seamos instigadxs por la policía. Que el único modo de hacer política sea a través de los partidos, porque las decisiones se toman de arriba hacia abajo, de manera arbitraria y mediante funcionarios públicos, que por muy democráticos que sean, responden a los intereses privados, pese a que suelen ir en contra del interés público. Que ni siquiera exista la posibilidad de revocar a esos mandatarios, lo que les convierte en mandantes, por más sugerencia de que, abstracciones como “dios y la patria”, se los demanden.
Nos invaden las ganas de que nos contesten, ¿Cómo puede ser que no podamos permitirnos el lujo de cuestionar el axioma democrático, y en cambio se nos sugiera, por todos los medios y banderas políticas, que el atentado a un representante merece el repudio que no merecen el atentado cotidiano a las mayorías oprimidas y silenciadas por esos medios y políticos democráticos? ¿Cómo debemos interpretar el hecho de que salir a la calle para pronunciarse en contra del ajuste en materia económica, que se refleja en la calidad de vida —o de muerte— de quienes andamos de a pie, sea repudiado, reprimido y encarcelable, mientras nos hacen creer que es un deber cívico defender las instituciones que lo promueven?
¡Ay, democracia! Aunque no podamos determinar el objetivo de los impuestos con los que te financiamos, te debemos la vida, democracia. Se nos obliga a sostenerte mediante la elección de un par de opciones, que en ningún caso cuestionan la mercantilización absoluta de todo y de todxs. Nos necesitás más de lo que te necesitamos, ¡y que se atrevan a decirnos que no, sino! Siendo que de las mencionadas opciones para ser gobernadxs, se desprende que: a unos el único “plan” que se les ocurre para contener a lxs más necesitadxs es efectivo (en tanto dinero, no por lo “real”, vaya paradoja lingüística). Y a los otros, a duras penas lo mismo, pero acaso con la aplicación más rigurosa de la brutalidad policial, porque dudan un poco menos a la hora de desfinanciar al Estado y aplicar las medidas que les enriquezcan. Y por supuesto, el relleno de la pretendida “izquierda”, en aras de hacer razonable a la democracia por la supuesta amplitud del abanico.
En verdad, ¡cuánto quisiéramos que nos contesten! Cómo podemos confiar en que la perpetuidad de la democracia vaya a cambiar la suerte de quienes siguen naciendo bajo los márgenes de lo que los propios gobiernos consideran “pobreza” (material), sin que nos hablen de meritocracia, debate para el cual también tenemos razones objetivas para detestar. Por favor dígannos si quieren que mantengamos alguna mínima esperanza en la democracia, que al menos, más temprano que tarde, se puedan subvertir las diferencias sociales, en razón de que se nos permita una participación concreta para autodeterminarnos; podamos habitar algún pedazo de tierra sin pedir permiso ni ser corridxs a los tiros; no nos haga falta explotar la Tierra ni a nosotrxs mismxs, más que para producir y obtener lo necesario, cuidando nuestros entornos sociales y naturales. De lo contrario, explíquennos cómo vamos a considerar a la democracia como el único sistema político, o el más loable, para garantizar nuestra continuidad y no aspirar a relacionarnos sin las atribuciones hegemónicas y patriarcales que la caracterizan.
En realidad no queremos saber una mierda de todas estas cuestiones. No esperamos nada de la democracia, y aun así logra desilusionarnos. Miren si vamos a esperar que sus defensores nos hagan cambiar de opinión, si Hitler, Bolsonaro, Trump y Milei fueron elegidos democráticamente, sin ánimos de defender a ningún otro de los millones de políticos que ocuparon el cargo que sea en el rincón del planeta que sea, mediante también elecciones democráticas.
No tenemos la más mínima simpatía con el fascismo, aborrecemos y no nos causa un ápice de gracia que el intento de homicidio contra la vicepresidenta haya sido perpetrado por alguien de esa ideología. A pesar de que quisiéramos ver morir al último político capitalista ahorcado con las tripas del último policía militar custodio del orden burgués, nada nos distancia más de la causa que llevó a Fernando Sabag Montiel a gatillar el arma que finalmente no se disparó.
Y tampoco es que seamos tan ingenuxs de creer que la vía democrática sea la única mediante la cual Estados y Capital se alíen estratégicamente. Así las cosas, es el sistema que actualmente permite que este dúo dinámico nos invada insertándose hasta el último rincón de nuestros hogares, relaciones y cuerpxs. Y no vamos a aceptar que nos quieran hacer creer que repitiendo las mismas acciones lograremos objetivos distintos. A diferencia, ofrecemos re-apropiarnos de cuanto espacio y tiempo nos haya sido democráticamente arrebatado, expropiarle al Capital todo lo que esté a nuestro alcance, negarnos a guardar silencio ante las condiciones de miseria a las que se nos pretende someter, resistiéndonos a formar parte del rebaño que solo protesta los atropellos contra burgueses, dirigentes, millonarios o cualquier personaje de la política.
Si no cuestionamos al Estado, si no cuestionamos al sistema económico imperante, y si no cuestionamos al sistema político mediante el que se entrelazan y que les sostiene, seguiremos reproduciendo compulsivamente el orden miserable mercantil, seguiremos identificándonos con lxs opresorxs que cotidianamente nos roban la vida y destruyen lo vivo.
La eficiencia de este sistema consiste en solapar las asfixias que él mismo produce ofreciendo un amplio abanico de ideologías para mermar el ahogo. Negarnos a identificarnos con cualquier engranaje de los artificios que nos destruyen implica un esfuerzo sensible que es necesario realizar. Implica evidenciar la asfixiante repetición de los tejidos del poder a través de la historia que niegan lo posible y perpetúan lo existente. Implica visibilizar el desastre capitalista como una realidad concreta. Implica develar que la amenaza a la democracia, instituciones, orden, normalidad y paz social —amenaza redirigida por los amos— lo único que hace es reforzar el mundo patriarcal, estatal y mercantil donde cada vida se convierte en una unidad productiva de obediencia.
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