Ramzy Baroud 09/01/25
Las últimas noticias de la operación «Proteger la Patria» de la Autoridad Palestina en el campo de refugiados de Yenín ofrecen un panorama desolador. Nueve vidas palestinas se han cobrado en esta represión en curso, que comenzó el 5 de diciembre, entre ellas la de una joven periodista, Shaza Al-Sabbagh.
El asalto, según informa el diario israelí Haaretz, ha recibido previsiblemente el visto bueno del ejército de ocupación israelí. Mientras tanto, el Canal 14 de Israel confirmó que Tel Aviv había dado un plazo claro a la AP para que terminara la tarea, erradicando de hecho lo que queda de la resistencia en Yenín en nombre de acabar con la anarquía y detener a los proscritos.
Es una ironía que se ha vuelto demasiado familiar: la entidad palestina que se suponía que representaba la voluntad del pueblo y lo conducía hacia la libertad se ha convertido en cómplice del aplastamiento de la resistencia en una de las zonas más marginadas y empobrecidas de Cisjordania. Este es el meollo de la paradoja palestina en Cisjordania.
Durante años, la AP ha exigido al pueblo palestino una obediencia inquebrantable en nombre de la preparación de Palestina para la soberanía y la condición de Estado. Sin embargo, con el paso de los años, esta promesa se ha ido alejando cada vez más. En su lugar, la AP parece haberse convertido en cómplice de la expansión del control territorial de Israel y de la erosión de los derechos palestinos. Puede ser una conclusión difícil de digerir, pero la matanza de palestinos inocentes en Yenín a manos de las fuerzas de seguridad palestinas, mientras Israel y sus colonos reprimen a los palestinos en otras partes de Cisjordania, debería ser toda la prueba necesaria para apoyar esta afirmación.
Además, la estrategia de la AP de apaciguar a Israel mediante la «coordinación de la seguridad» ha hecho poco por impedir su apropiación sistemática de tierras y la continua construcción de asentamientos ilegales.
La operación en Yenín es una clara manifestación de cómo Israel utiliza a la AP para llevar a cabo su trabajo sucio. El campo de refugiados de Yenín, cuya superficie es inferior a 0,5 km2, siempre ha sido un símbolo de la resistencia palestina. Según el Ministerio de Sanidad palestino, Israel ha asaltado Yenín 80 veces sólo en el último año, matando a más de 220 palestinos e hiriendo a cientos más. Pero Yenín permanece incólume.
Lo que complica aún más esta crisis es el silencio de muchos intelectuales palestinos, tanto en Cisjordania como en la diáspora, que no se han enfrentado a la AP con el mismo vigor con el que critican la ocupación israelí. Pero, ¿por qué tantas voces destacadas, intelectuales y analistas políticos han permanecido mudos sobre esta cuestión?
La respuesta se encuentra en una compleja mezcla de miedo, pragmatismo político e inercia histórica. Durante décadas, la AP ha mantenido un dominio absoluto sobre el panorama político de la vida palestina. Controla los resortes del poder. Los intelectuales palestinos, especialmente los de Cisjordania, son muy conscientes de esta realidad.
Además, existe un profundo sentimiento de parálisis en la comunidad intelectual palestina de Cisjordania, en parte debido a que sus dirigentes no se han enfrentado a Israel por el genocidio que se está cometiendo en Gaza. Pero hay algo más en esta parálisis.
Durante años, la AP se ha presentado como el «único representante legítimo» del pueblo palestino. Muchos intelectuales que normalmente criticarían la ocupación israelí no están dispuestos a enfrentarse a la AP por miedo a fragmentar aún más a los palestinos. Algunos creen firmemente que un enfrentamiento público con la AP conduciría a una mayor desunión, lo que podría favorecer a Israel.
Pero, ¿puede salvarse la AP? Puede que la respuesta ni siquiera importe. Lo que importa es si el pueblo palestino puede, mediante su voluntad colectiva y su resistencia, liberarse del colonialismo de los colonos israelíes. Los acontecimientos de las próximas semanas y meses serán decisivos.