Premio Nobel de la Paz con olor a petróleo y sabor a sangre

14/12/25

Así funciona la guerra psicológica y mediática. La que nos prepara para la guerra militar. Y es que los criminales de guerra no solo están en la Casa Blanca. También en la dirección de muchos medios occidentales.

El bloqueo económico a Venezuela, impuesto durante la primera administración de Donald Trump para sacar a Nicolás Maduro del poder, condujo a la pérdida del 99% de los ingresos petroleros de aquel país (1).

Según informes como el de Alena Douhan, relatora de Naciones Unidas (2), o el del Centro de Investigación en Economía y Política de EEUU (3), las consecuencias fueron letales para la población civil: decenas de miles de muertes por falta de medicamentos, un aumento exponencial de la pobreza, que había sido reducida drásticamente en los años previos, y una emigración de millones de personas (4).

Sin embargo, el gobierno de Nicolás Maduro resistió. Y tras casi una década de dura crisis, la economía se ha ido recuperando: Venezuela ha conseguido la soberanía alimentaria casi total (5), la recuperación parcial de la producción petrolera (6), y un retroceso visible de la pobreza y la inseguridad (7).

Venezuela se le estaba escapando a Trump. Y su actual ofensiva es un nuevo intento de lo mismo: de conseguir el petróleo venezolano, tal como ha declarado sin rubor.

Para su asedio militar y comunicacional, cuenta con la complicidad de los grandes medios globales (8). A los que dar información seria poco les interesa. Su objetivo es demonizar a Maduro para que la opinión pública acepte su derrocamiento por cualquier vía.

Analicemos dos sucesos ocurridos, de manera simultánea, el pasado 11 de diciembre.

1. El Premio Nobel de la Guerra

Uno, la entrega en Noruega del Premio Nobel de la Paz 2025.

¿Se imaginan que este premio fuera concedido a alguien que apoya públicamente a Israel y su política de exterminio del pueblo palestino? ¡Imposible! ¡Eso acabaría con la reputación del Premio Nobel! Pues… es posible. La opositora venezolana María Corina Machado, premiada este año, ha apoyado públicamente al presidente Netanyahu en sus acciones en Gaza (9) y en sus bombardeos contra Irán (10). Incluso le ha solicitado apoyo para una intervención en Venezuela (11).

¡Pero entonces la prensa europea denunciará semejante contradicción con la filosofía del Premio! ¿¿¿Lo denunciará??? Al contrario: tenemos un panegírico coral absoluto a Machado en toda la prensa occidental: “La líder opositora venezolana (…) es recibida en Oslo al grito de «¡viva!» y «¡valiente!´» (12) titulaba Televisión Española, que silenciaba -como el resto de grandes medios- las protestas contra este premio, durante dos días, de cientos de personas (13) y de importantes ONG pacifistas de Noruega y Suecia, como “Iniciativa contra la Guerra” o la “Asociación de Paz y Arbitración” (14).

Que María Corina Machado, además, apoye las sanciones económicas y jalee el cerco militar (y una hipotética invasión) de EEUU a su país, son detalles sin importancia (15). Al fin y al cabo, lo importante es fijar en la opinión pública el mantra de que Maduro cometió fraude en las elecciones y no presentó las actas electorales (16). Falso: 38 partidos de toda ideología presentaron las actas para la investigación del Tribunal Supremo de Justicia, siendo la Plataforma Unitaria Democrática de Machado la única fuerza que se negó a presentarlas (17).

Y con la propaganda, el show sobre la llegada a Noruega de la premiada: “Fue peligroso, fue aterrador» (18), “Así escapó María Corina (…) de Venezuela por la peligrosa ruta de Curazao” (19), “De la clandestinidad a la salida de película desde Venezuela” (20). Sí, sí, una película de serie Z, de las de vergüenza ajena.

2. Piratería y robo de petróleo legitimada

Segunda noticia del mismo día. ¿Se imaginan que el ejército ruso asaltara y robara un barco repleto de petróleo perteneciente a Azerbaiyán, por ejemplo? ¡Escandaloso, inaceptable! ¡Hay que armar a Azerbaiyán, como a Ucrania!

Pues es lo que ha ocurrido, en las aguas del Caribe: pero han sido marines estadounidenses los que se han llevado un buque de Venezuela.

Sin embargo, en los medios europeos, tono frío. Fue un barco confiscado (21), incautado (22), apresado (23), capturado (24), todo con los términos del Gobierno de EEUU y sin comillas. Eso sí, las palabras “piratería” (25), “robo” (26) o “despojo” (27), esas sí, bien entrecomilladas: al fin y al cabo, son meras opiniones encendidas de Caracas.

3. Guerra psicológica, comunicacional y militar

Ambos sucesos (el robo del buque y el Premio Nobel) son parte de la misma operación de “cambio de régimen” en Venezuela, para instaurar un gobierno títere que entregue a EEUU el control del petróleo (28). Como en Irak o Libia.

La operación comenzó hace cuatro meses, con la colocación, frente a las costas venezolanas, de un portaviones, 15 mil soldados y 12 buques de guerra (29). Que han asesinado ya a casi 90 personas, sin juicio previo, sin derecho a la defensa, mediante misiles a supuestas “narcolanchas” (30). Un show demagógico, ilegal y criminal, para tratar de mostrar al mundo que Maduro, a cuya cabeza se ha puesto el precio de 50 millones de dólares, dirige un “narcoestado” (31). Sin prueba alguna, porque las agencias de drogas de Naciones Unidas y de los propios EEUU indican, con claridad, que Venezuela es un país marginal en las rutas del narcotráfico (32).

Las amenazas militares escalan cada día, ahora con anuncios de posibles “bombardeos por tierra” en Venezuela, que son jaleados por medios venezolanos opositores como El Nacional (33).

Días atrás, Trump anunció el cierre del espacio aéreo de Venezuela, para aterrorizar a las compañías aéreas internacionales, que dejaron en tierra a miles de personas (34). La Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil de Venezuela, por ejemplo, debió cancelar toda una gira de conciertos por España junto al director Gustavo Dudamel. ¿Algún escándalo mediático? ¡Nada! En la prensa española leemos que la cancelación fue ¡por restricciones aéreas en Venezuela, sin la menor mención al Gobierno de EEUU! (35) (36).

Así funciona la guerra psicológica y mediática. La que nos prepara para la guerra militar. Y es que los criminales de guerra no solo están en la Casa Blanca. También en la dirección de muchos medios occidentales. Y habrá que actuar frente a ellos… sin demora.

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