Fuente: https://mail.google.com/mail/u/0/#inbox/FMfcgxwJWXRlwcRPRMfWRjVLMwgQRpMQ Amyra El Khalili 23.06.2020
Post pandemia: la construcción de otro modelo de finanzas depende de una estrategia socioambiental
Amyra El Khalili*
La financierización ha permeado los más diversos sectores de la economía, provocando distorsiones entre la economía real (producción) y la economía financiera. La economía real se basa en productividad en la industria, agropecuaria, comercio y servicios. La economía financiera hace circular el dinero en los sistema informatizados y tecnológicos alimentando las tasas de interés y la especulación sobre la base productiva.
Hay una diferencia sustancial entre financiar y financierizar:
– Financiar es proporcionar un préstamo para que la costurera compre una máquina de coser y logre pagarla con los resultados de su producción.
– Financierizar significa prestar el dinero para que la costurera compre la máquina, causando el endeudamiento y, consecuentemente, haciendo con que ella no logre cumplir su compromiso, volviéndose esclava de la deuda.
Es lo que ha sucedido en Latinoamérica y el Caribe; los países del Norte logran desarrollar su producción industrial y agropecuaria con la financiación, y los países vulnerables, y en desarrollo, se vuelven rehenes de préstamos sin poder liberarse del eterno endeudamiento, especialmente cuando ese préstamo se destina a pequeños y medianos emprendedores y agricultores.
Entre los más endeudados están los agricultores, pues contraer una deuda exige garantías reales, como tierras, inmuebles, maquinarias y equipos, entre otros bienes que dan acceso al recurso financiero. Si los(las) agricultores(as) comprometen la tierra para obtener financiación y los alienan al sistema financiero, pasan a depender de la decisión de los acreedores, sometiéndose a producir lo que estos determinan, por ejemplo, productos transgénicos en escala. Deben, igualmente, vincular su producción a equipos y maquinaria, a productos químicos (agrotóxicos); pasan a depender de una estructura con fuerzas asimétricas y en sus engranajes no tienen poder de decisión.
Bajo la presión del sistema financiero entre corporaciones y gobiernos que imponen como contrapartida (o garantía) la escala de producción, la tierra, monetariamente hablando, es el bien más barato, pues caro es lo que se pone por encima de esta.
De ahí el avance desenfrenado sobre las áreas de florestas que hoy todavía detienen, gracias a los pueblos indígenas y los pueblos tradicionales, rica biodiversidad, agua, minerales y alternativas energéticas. Así es que la financierización avanzó sobre las riquezas naturales consideradas sin valor (financiero) en la contabilidad de producción de bienes y servicios. A ese avanzo del capitalismo neoliberal llamamos de “financierización de la naturaleza”.
Una finanza diferente
Hay que ver la paradoja tan discutida en los cánones de varias religiones: las finanzas pueden ser usadas a favor de la vida como a favor de la muerte. Ni todo el dinero es malo, así como ni toda forma de gastarlo es saludable. Es en ese punto que comprendo el análisis del economista francés Yann Moulier Boutang, cuando se refiere a la necesidad de construir una finanza diferente, que sea a favor de la vida, financiando proyectos socioambientales, y no la globalizada y enraizada en el modelo neoliberal, que financia el mercado de armas, drogas, e favorece a la biopiratería (ilícito).
Cuando tratamos de una cifra de R$1.000,00 (mil reales), el sentido común sabe de qué estamos hablando. Pero, cuando tratamos de cifras que ultrapasan los tres ceros como 100.000 (cien mil), un millón, mil millones, un billón, la gente no sabe qué representan tantos ceros.
Y es en ese universo de cifras que circulan los valores monetarios en el sistema financiero, migrando de un continente a otro en la velocidad de milésimos de segundos. Cuando o sistema manejas esas cifras, rompe con la actividad productiva, con daños enormes a las cuentas públicas y privadas. Ese proceso aumenta el costo de las tasas de interés y los tributos, en detrimento del costo de vida de la población pobre, que es la que paga más impuestos.
La sociedad se moviliza por campañas de esclarecimiento, auditorías de cuentas públicas y por presión, con propuestas proactivas en favor de una reforma tributaria y fiscal que contemple y estimule el financiamientos y las inversiones directas, proyectos socioambientales, con producción consciente y de menos impacto ambiental. Es ese el camino que la herramienta finanzas debe seguir en favor de la vida, y no como ha sido usada hasta ahora, para proyectos de muerte, provocando guerras, conflictos regionales, etnocidios y genocidios. Esas consecuencias hacen que muchos demonicen al capitalismo y al sistema financiero. La moneda no es parte del paradigma organicista de los demás seres vivos. En el paradigma mecanicista, los humanos viven condicionados al éxito de tener y no de ser.
Crisis sistémica
La crisis sistémica es fruto del entrelazamiento e imbricación entre la moneda y las garantías que lastrean la emisión de dinero, y porque cada saco de soya se negocia en la bolsa de Chicago, hecho que permite que se multiplique hasta 100 veces en contratos futuros. Si en algún momento se presenta la necesidad de ejecutar judicialmente cualquier contrato que circule en el mercado de derivativos (derivado de activos), ni toda la soya del mundo será suficiente, porque sencillamente no existe. Para no correr el riesgo de una intervención judicial, las bolsas han suprimido la cláusula que prevé la entrega física. Es ahí que reside la financierización de la producción de commodities agropecuarias y de minerales.
La función de los mercados futuros sería “fijar precio” para prevenir los riesgos de una quiebra de zafra, crisis políticas y económicas, crisis climáticas y desastres naturales, entre otros factores imprevisibles, capaces de provocar aumentos estratosféricos o bajas expresivas en los precios, perjudicando costos y con eso provocando desempleo, quiebra de industrias, de productores y prestadores de servicios (hedge/protección).
Desregulación del sistema financiero
Con la desregulación del sistema financiero para reducir al mínimo la intervención del Estado en el mercado, los instrumentos contractuales diseñados por los mercados futuros – los derivados de activos (derivativos) – se están utilizando para otras finalidades. Aunque debiesen servir para proteger a sus agentes contra las bruscas oscilaciones de precios, han pasado a ser determinante en la formación de precios, llevando la economía real al riesgo y la especulación de la economía de mercado.
Así, el precio futuro de la soya en la Bolsa de Chicago determina el valor al contado de la soya cosechada en el campo, cuando el proceso debería ser todo lo contrario. En la práctica, el precio de la soya cosechada hoy en el campo, calculado su costo de producción – que envuelve almacenamiento, tributos y transporte al puerto para exportación -, es determinado por el valor futuro de las bolsas.
El denominado riesgo sistémico, por lo tanto, significa la quiebra de toda la cadena imbricada de garantías reales, sea por el dinero que migra de un lado a otro virtualmente, sea por la cantidad y calidad de la producción. Si un banco presta dinero a alguien, debe tener, en contrapartida, una garantía que permita el préstamo. Es común que los bancos cambien garantías entre ellos, una vez que un banco no puede garantizar a si mismo. Es en esa confusión de garantías y producción que se forman las burbujas financieras, que ponen en riesgo sistémico las economías mundiales globalizadas por la tecnología de la información.
La biodiversidad tiene lógica propia
Hagamos ahora un ejercicio: ¿qué sucedería si esa práctica ocurriese con nuestras riquezas naturales, como las florestas, la biodiversidad y el agua?
La biodiversidad tiene lógica propia y no es compatible con la producción en escala, sin con eso generar altos impactos ambientales por la intervención humana por medio de la biotecnología, de la geoingeniería y la mecanización. Es posible, sin embargo, analizar lo que ocurre con las commodities minerales, pues el precio de la energía está atado al precio del barril de petróleo, que está cotizado en las bolsas de commodities.
Estamos gritando contra el fracking (facturación hidráulica) para la extracción de gas de esquisto, pues, además de los impactos ambientales, promoverá la militarización de las áreas exploradas, pues, por el control del combustible fósil, el Medio Oriente se volvió un barril de pólvora con conflictos y guerras sangrientas.
Son proyectos de muerte que prevalecen en la contabilidad del sistema financiero. Las finanzas son elaboradas por seres humanos que la sostienen con datos estadísticos, número y programas matemáticos. Son datos fríamente calculados, sin la percepción de que cifras en trillones pueden causar pérdidas considerables a miles y miles de personas, como apretar el gatillo de una metralleta giratoria. Ese es el paradigma mecanicista, en cuya lógica se fundamentan el mercado de carbono y sus derivativos (REDD, REDD+, Pagos por Servicios Ambientales, Créditos de Efluentes, Créditos de Compensación, etc.).
Cuando Boutang propone una economía de la polinización está, en verdad, defendiendo el mismo principio de la economía socioambiental, explicada por Ignacy Sachs como economía de los biomas. Sachs concluyó que son los pueblos de las florestas y los pueblos tradicionales los que tienen realmente condiciones de mantener la floresta de pie, protegiéndola y fiscalizando a partir de su producción equilibrada y en armonía con el ecosistema. En ese estudio, Sachs conceptualizó el “ecodesarrollo”, posteriormente pasando para “desarrollo sustentable”, y finalmente traducido por “sustentabilidad”, ahora ajustada al modelo neoliberal que denominan de economía verde. Se trata de un concepto confuso, que tan sólo repite la teoría del capitalismo verde, con algunas adecuaciones, inicialmente cuñado por el académico inglés John Elkington, con el clásico The green capitalists (Los capitalistas verdes, Editora Gonllaccz, 1989), asentado en la trípode: personas, planeta y lucro (triple botton line).
Sin embargo, en oposición a la economía verde, la economía socioambiental agrega las propuestas de la economía solidaria con la economía de los biomas, a partir de núcleos formados en torno de las cuencas hidrográficas, una vez que, históricamente, la humanidad se agrupa alrededor de las aguas, construyendo ciudades y se urbanizando. Una ciudad, grupo humano y demás seres vivos no sobreviven sin agua y no se desenvuelven económicamente sin energía.
El agua no es substituible como la energía, que puede producirse de varias fuentes renovables, además de las no renovables. El agua es un enigma de la naturaleza a descifrarse, pues puede ser renovable si se la cuida, y no renovable si se la degrada. El agua está para la historia de la humanidad y del planeta como el oro para la historia económica globalizada, con sus fascinaciones, ganancias y conquistas de pueblos sobre pueblos. En la mística, el agua y el oro se encuentran. Los movimientos de Latinoamérica se están movilizando contra la minería con el llamado “Agua si, oro no”. ¡Podemos beber agua, pero no podemos comer oro!
En la práctica, la tesis de Boutang se puede implementar con la pulverización de las finanzas y cobrando la “responsabilidad socioambiental del sistema financiero”, haciendo con que los préstamos exijan el financiamiento de proyectos que no generen impactos ambientales ni promuevan exclusión social y violación de derechos humanos.
Sistema financiero y política
Cuando el sistema financiero se vuelve cómplice de gobiernos corruptos, viabiliza el lavado de dinero, la evasión fiscal, transfiere recursos públicos a la iniciativa privada para que cumpla lo que es función del Estado, cuja función no es “lucrar”. Cuando protege al mercado ilícito de armas, drogas, prostitución, entre otros, la sociedad debe tener el poder de impedir que esa economía subterránea siga propagándose. La propuesta de redes y movimientos que cuestionan las inversiones y tantas otras pautas pueden hacer la transmutación de las finanzas y alcanzar lo que hace dos décadas estamos proponiendo como acción proactiva.
Entendiendo ese sistema y esclareciendo a la sociedad, didácticamente, cómo funciona, es que promoveremos una estrategia efectiva para combatir los males del mercado financiero. Otra cuestión pasa por la rendición de cuentas y auditorías de los recursos a fondo perdido, despejados en ONGs y OSCIPs.
Las OSCIPs (Organizaciones Sociales de Interés Público) han pasado a ser un híbrido entre Estado y sociedad civil organizada, enyesadas por la dependencia del dinero público y sin condiciones de combatir al sistema financiero. En favor de la Amazonía existen miles de ONGs e OSCIPs que siquiera han puestos los pies en la región. Afirman que pretenden defender ese bioma, pues es donde hay el más grande interés financiero, diferentemente de regiones como el Cerrado y la Caatinga, donde pocos quieren invertir y donde los proyectos socioambientales se autosostienen justamente por carencia de recursos. Deben ser creativos y hacer con que la economía prospere, una vez que esos biomas – como la Mata Atlántica, el Pantanal, la Pampa y la Amazonía – son ricos en biodiversidad.
De esa forma, habrá recursos financieros suficientes para invertir en educación, salud, protección y preservación ambiental, seguridad pública, y principalmente para la transición de la economía en que vivimos para la economía que queremos. En verdad, la economía es un todo y no está ni funciona fragmentada. Todos los sistemas y sectores están directa e indirectamente interconectados por la globalización y la tecnología de la información. Lo que afecta a uno afectará a todos en cualquier parte del mundo.
Lo que hace falta es la reestructuración del sistema financiero y, con su regulación, una política fiscal y tributaria específica para ese sector, que propicie la migración de fortunas virtuales. Los impuestos son más pesados para los pobres y más baratos para los ricos, que siempre logran líneas de financiación. La población se está financiando con tarjetas de crédito, límites del cheque especial, con crédito consignado, mientras los capitalizados se financian con préstamos de largo plazo y bajos intereses.
Hay, por lo tanto, varias acciones proactivas; la necesidad de una política de fomento y de incentivo a la producción; el financiamiento de la transición de una producción degradadora para una producción ambientalmente sustentable e inclusiva; la fiscalización y la auditoría de las cuentas públicas y privadas, principalmente de empresas cuyas acciones son negociadas en las bolsas de valores; la reforma tributaria y fiscal, además del código del consumidor, a hacerse valer. Finalmente, en lo que sea ilícito, ilegal e inmoral, debe haber aplicación de la acción del Poder Judicial, pues no se puede ser tolerante con la corrupción, la evasión fiscal y el lavado de dinero. Tenemos que actuar en conjunto con las instituciones jurídicas, asesorando y estimulando. No faltan razones. Se puede aún recordar que en mercados desregulados muchos contratos entre partes terminan en la mesa del juez y los magistrados no entienden de finanzas ni su lenguaje – como las palabras o expresiones en inglés que aparecen en los contratos financieros y mercantiles, como, por ejemplo, commodities, spread, gap, swap, etc.
Transición energética
Para viabilizar la transición energética, es necesario repensar el modelo económico. La mayor parte de la población vive en ciudades. Cuando Brasil pasó a ocupar la posición de sexta economía del mundo, irónicamente el IBGE divulgó datos asustadores sobre las favelas brasileñas. Según esos datos, seguramente conservadores, Brasil tiene 6.329 áreas irregulares y precarias en las que viven 11.425.644 personas. Juntas, equivalen a la población de Grecia (FERNANDES, E.; ALFONSIN, B. FDUA, n. 61).
Las ciudades consumen energía, forzando una política energética de Brasil necesariamente dirigida a la construcción de más hidroeléctricas, además de proyectos que pretenden resucitar la energía nuclear y financiar al carbón. La energía producida por una hidroeléctrica en la Amazonía genera impactos ambientales y sociales en aquella región para abastecer el Sur y Sureste, que recogen sus tributos en la punta distribuidora de energía y no en el lugar impactado en la Amazonía.
Los diferentes sectores de energía renovable compiten en tributos, tasas y formación de precios con la producción de energía no renovable. Cuando se alienta la producción de energía renovable, como la eólica, la solar, el biodiesel y el etanol, no hay planeamiento para limitar esa producción, que termina por generar más impactos con su producción a escala, que debería, por coherencia, ser equilibrada y armónica de región para región, analizada caso a caso, en un paquete energético diversificado.
Es necesario, por lo tanto, que el planeamiento energético considere las demandas de la región y la población que puede ser afectada con la construcción de hidroeléctricas, usinas nucleares, con la exploración de petróleo, gas natural, carbón, gas de esquisto, mineral radioactivo o aún con la construcción de parques eólicos, solares, fotovoltaicos y monocultivos para la producción de etanol y biodiesel.
Precisamos desarrollar un modelo de transición energético con planeamiento financiero simultáneamente con la transición del modelo económico, sino no habrá energía renovable o no renovable que soporte la demanda de la producción y resuelva los problemas socioambientales, que, consecuentemente, provocan bruscos cambios climáticos. Es de fundamental importancia mantener a la población campesina, indígena, tradicional y ribereña en los campos y las florestas, así como el pueblo del agreste en el Nordeste, invirtiendo la migración de los centros urbanos para el campo, para las regiones ribereñas, etc., de modo a revertir el cuadro desolador del crecimiento de las favelas, el desempleo y la violencia urbana. Ese ha sido el desafío de siglos y hasta hoy no salimos de ese cuadro crítico.
Los plazos para la implantación de una política energética socialmente justa no están de acuerdo con los plazos de la política partidaria. El político que proponga una estrategia con la pretensión de contribuir con la comunidad en la gestión de las aguas o con la transición energética quedará marcado como gestor público para toda la vida, pues el mandato termina, pero la gestión pública se queda y su militancia será reconocida por el pueblo.
Cuando el gestor público elabora una propuesta con la participación de la comunidad para una agenda de transición económica a partir del binomio agua y energía, estará invirtiendo en un proyecto consistente y de largo plazo, con efectos visibles en el corto plazo, que son la adhesión y el apoyo de la comunidad. Hay recursos para eso circulando en el sector financiero y el sector de energía es el que más ha acumulado en las últimas décadas.
Ingreso decente e ingreso universal
Debería haber un ingreso decente, o un ingreso universal para todos. Es lo que garantiza la Constitución brasileña cuando trata de la “dignidad de la persona humana” sin desigualdades. Si hacemos valer la Constitución, sea por el derecho a la dignidad de la persona humana, sea por el derecho al uso de los bienes comunes (bienes difusos: agua, energía, biodiversidad, minerales), seguramente estaríamos garantizando un ingreso decente, y aún universal.
Si logramos entender que esos dos pilares componen un conjunto indisociable de la conquista de esas condiciones, estaremos trabajando para la transición de la economía en que vivimos (globalizada, en fase neoliberal del capitalismo), para la economía que queremos (socialmente justa, políticamente participativa e integrada y ambientalmente sustentable).
“Favelización”
La “favelización” es resultado de la degradación ambiental y la exclusión social. Ese fenómeno se multiplica justamente porque las personas salen de su medio e hinchan las ciudades buscando alternativas para mantener sus familias. Si buscamos alternativas de generación de empleo, trabajo e ingreso, fijando al ser humano en el campo e impidiendo la expulsión de los pueblos indígenas y pueblos tradicionales de sus territorios, tendremos la forma de existencia de ese ingreso decente. Es por lo que nos movilizamos a favor de la cultura de resistencia, con la finalidad de evitar guerras, conflictos y la migración de masas de refugiados económicos, del clima, de las guerras y de la política genocida y etnocida practicada por gobernantes y corporaciones de sus países.
Si de un lado la tecnología de la información hace migrar fortunas de un continente a otro, esa tecnología permite que podamos crear conexiones de redes en que las florestas de todo el mundo, los campos y los grupos de resistencia se comuniquen y se movilicen por la emancipación de los pueblos, habiendo posible la utopía del ingreso decente universal que deseamos.
Gobernanza ambiental
El concepto de gobernanza ambiental ha sido confundido con gobernanza corporativa, como vimos en la COP19, cuando el sector de energía no renovable se unió con cementeras y el sector siderúrgico para proponer la falsa solución del mercado de carbono, postergando soluciones reales por más un instrumento de financierización de la naturaleza.
La gobernanza ambiental que proponía el diálogo entre la iniciativa privada, el gobierno y la sociedad civil organizada ha sido dragada por la gobernanza corporativa, la misma que hizo la fusión de Bayer con Monsanto. Es necesario identificar y confrontar esa tendencia para que se sepa quién es quién y con quién se está tratando. Ellos tienen la habilidad de absorber nuestros argumentos para meternos en contratos financieros y mercantiles dudosos y peligrosos.
Si rescatamos el concepto de gobernanza ambiental por la perspectiva crítica de Yann Moulier Boutang, Ignacy Sachs, Edgar Morin, Vandana Shiva y tantos otros pensadores, además de los que lo debaten en nuestras redes y demás foros, en buena hora esparciéndose por toda Latinoamérica y el Caribe, será posible construir una política de gobernanza ambiental para la realización de una transición energética para una finanza posible y emergencialmente necesaria.
Se utilizamos los mismos sistemas que han fortalecido ese modelo degradador y inhumano, evidentemente será posible reprogramarlo para una nueva consciencia. Eso no depende de dinero; depende de la sensibilización de corazones y mentes. Depende, especialmente, de un código de ética y moral universal, válido para todo el mundo. Es en ese sentido que la encíclica ecológica Laudato Si, y más recientemente el documento vaticano “Oeconomicae et pecuniariae quaestiones”, que trata de las economías y finanzas de nuestros tiempos, del Papa Francisco, venidos en buena hora, contribuyen como un principio norteador.
Si hemos sido nosotros, los humanos, quienes creamos el problema, tenemos que ser nosotros, los humanos, que busquen soluciones, pero no por el mismo sistema y en el mismo grado de consciencia que lo ha creado, como decía Albert Einstein. Una economía solamente puede ser justa se es humanitariamente digna y ambientalmente sustentable, y solamente será posible si lastreada en el trípode legitimidad, credibilidad y ética.
Referencias:
EL KHALILI, Amyra. A construção de outro modelo de finanças depende de uma estratégia socioambiental. Fórum de Direito Urbano e Ambiental – FDUA, Belo Horizonte, año 16, n. 92, p. 22-27, mar./abr. 2017.
FACHIN, Patrícia. A construção de outro modelo de financeirização depende de uma governança ambiental. Entrevista Amyra El Khalili. 04 out. 2016. Disponible en: <http://www.ihu.unisinos.br/560761-a-construcao-de-outro-modelo-de-financeirizacao-depende-de-uma-governanca-ambiental-entrevista-especial-com-amyra-el-khalili>. Acceso el 1º dic. 2016.
VATICAN. Carta Encíclica LAUDATO SI’ del Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la Casa Común, el día 24 de mayo – Solemnidad de Pentecostés – 2015. Acceso en junio de 2020. http://www.vatican.va/content/francesco/pt/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html
VATICAN. “Oeconomicae et pecuniariae quaestiones” Consideraciones para un discernimiento ético sobre algunos aspectos del actual sistema económico-financiero. 17.05.2018. Acceso em: junio de 2020. http://press.vatican.va/content/salastampa/it/bollettino/pubblico/2018/05/17/0360/00773.html
*Amyra El Khalili – Profesora de economía socioambiental. Fue economista con más de dos décadas de experiencia en los mercados futuros y de capitales. Es editora de las redes Movimiento Mujeres por la P@Z! y la Alianza RECOs – Redes de Cooperación Comunitaria Sin Fronteras. Es autora del e-book Commodities ambientais em missão de paz: novo modelo econômico para a América Latina e o Caribe.
Versión en español: Beatriz Cannabrava, Diálogos del Sur
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Convocatória:
“Las economías transformadoras se encuentran a nivel mundial: https://rebelion.org/wp-content/uploads/2020/06/convocatoria.pdf