Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2022/11/30/pers-n30.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws Thomas Scripps 30.11.22
Diez años después de que el editor de WikiLeaks, Julian Assange, fue obligado a asilarse en la Embajada ecuatoriana en Londres y tres años desde que lo arrestaron y sometieron a confinamiento solitario, los editores del New York Times, el Guardian, Le Monde, El País y Der Spiegel emitieron una carta abierta al presidente estadounidense Joe Biden pidiendo poner fin a su procesamiento
Por fin estas publicaciones reconocen que el material publicado por Assange fue de vital importancia e interés público, señalando que puso al descubierto “corrupción encubierta, escándalos diplomáticos y actividades de espionaje a escala internacional”, así como “decisiones que le costaron muchísimo al país en términos de vidas y dinero”.
Dicen que incluso hoy día “los periodistas e historiadores siguen publicando nuevas revelaciones, utilizando este conjunto único de documentos”.
La carta declara: “El 12 de abril de 2019, Assange fue arrestado en Londres con una orden de arresto estadounidense y ha permanecido detenido por tres años y medio en una prisión de alta seguridad británica utilizada para terroristas y miembros de los grupos criminales organizados. Se enfrenta a una extradición a EE.UU. y una sentencia de hasta 175 años en una prisión de máxima seguridad estadounidense”.
Los autores se oponen al empleo contra Assange de “una antigua ley, la Ley de Espionaje de 1917 (diseñada para procesar a posibles espías durante la Primera Guerra Mundial), que nunca se ha utilizado para procesar a un editor o un medio difusor”.
La carta concluye que esto “sienta un precedente peligroso y amenaza con socavar la Primera Enmienda de EE.UU y la libertad de prensa. Obtener y publicar información sensible cuando es necesario en interés del público es una parte fundamental del trabajo diario de los periodistas. Si se criminaliza tal trabajo, nuestro discurso público y nuestras democracias se debilitarán significativamente…es momento que el Gobierno de EE.UU. ponga fin a su enjuiciamiento de Julian Assange por publicar secretos”.
La carta abierta deja en claro que Assange ha sido víctima de una monstruosa campaña de persecución estatal que le ha quitado años de su vida y una buena salud por desenmascarar la criminalidad estatal. Esto procura usarlo como ejemplo para otros.
Pero plantea las interrogantes: ¿Por qué se tardaron tanto? ¿Por qué les tomó 10 años al New York Times y el Guardian pedir que se detenga la persecución de Assange?
La conducta de estos diarios en la última década ha sido totalmente condenable. Sus intentos de envenenar la opinión pública contra Assange y dar credibilidad a las falsas acusaciones en su contra facilitaron la persecución de este periodista de principios y valiente a manos del Estado estadounidense.
El primero en trabajar con WikiLeaks para publicar los cables fue el diario británico Guardian. Pero rompió la relación un mes tras su publicación y poco después emprendió una campaña de calumnias junto a los medios de comunicación de todo el mundo, buscando convertir a Assange en un paria internacional.
En un editorial de diciembre de 2010 intitulado “WikiLeaks: el hombre y la idea” donde explica su colaboración temprana con WikiLeaks, el diario señaló que solo había acordado publicar “un pequeño número de cables” y resaltó su meticuloso “proceso de editar, contextualizar, explicar y redactar”. En otras palabras, buscó controlar el impacto de los detalles sobre los asesinatos, la tortura, el espionaje y la corrupción que aparecían en los documentos.
Al lograr su cometido, el Guardian y otras publicaciones traicionaron viciosamente a Assange, concentrando sus ataques en la fraudulenta investigación de agresión sexual y la solicitud de extradición en Suecia, cuyos objetivos eran difamarlo, garantizar su captura y preparar su extradición subsecuente a EE.UU.
Posteriormente, el caso colapsó y fue abandonado, pero bastó para someter a Assange a una detención arbitraria efectiva de siete años, cuando se vio obligado a buscar asilo en la Embajada ecuatoriana en Londres mientras lo esperaba un equipo policial afuera para arrestarlo. La carta omite este periodo, durante el cual Assange fue espiado por la inteligencia estadounidense y fue objeto de planes de secuestro y asesinato.
Mientras tanto, los ataques difamatorios contra Assange continuaron. El Guardian incluso inventó una reunión entre Assange y el aliado de Donald Trump, Paul Manafort, que reportó como una exclusiva. Esto formó parte de su campaña para implicarlo en una supuesta conspiración del Gobierno ruso para interferir en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016.
Incluso cuando el alcance del caso estadounidense contra Assange fue revelado en abril de 2019, la primera respuesta del Guardian fue proponer nuevamente su extradición a Suecia para silenciarlo sin tener que preocuparse por el uso de la Ley de Espionaje.
La carta deja en claro que, desde el comienzo, los editores de estos periódicos entendían que Assange había actuado como un periodista y era inocente de cualquier crimen.
Si el Guardian, el New York Times y compañía, en un importante giro de 180 grados, se oponen explícitamente a la persecución de Assange, se debe a su preocupación de que un juicio fraudulento contra el periodista que expuso los crímenes de guerra de EE.UU. provocará una gran crisis política para el Gobierno de Biden.
Cualquier juicio de Assange se enfrentaría a una oposición popular masiva y arrojaría más luz sobre los crímenes cometidos por el imperialismo estadounidense, incluso bajo la Administración demócrata de Barack Obama, en la que Biden fue vicepresidente.
Esta exposición de los crímenes de guerra de Estados Unidos llegaría en un momento en que Estados Unidos está ampliando su guerra por delegación contra Rusia en Ucrania, vendida al público con el argumento de que la intervención de Estados Unidos es necesaria para evitar las atrocidades rusas
Además, cualquier juicio arrojaría luz sobre el reprobable papel del New York Times y el Guardian en facilitar la persecución de Assange.
La clase obrera debe redoblar su lucha para forzar la libertad de Assange. El World Socialist Web Site advirtió que el Gobierno de EE.UU. estaba tratando de “crear las condiciones para la persecución de los periodistas, editores y activistas en todas partes”, pero también que Assange era “la víctima de una conspiración criminal monstruosa, que involucra a los gobiernos más poderosos del mundo, las agencias de inteligencia y sus portavoces en los medios de comunicación corporativos”.
El movimiento en defensa de Assange debe basarse en la clase obrera internacional, una fuerza más poderosa que todos los Gobiernos, las agencias de inteligencia y las corporaciones juntas. Debe luchar por su defensa como un punto central de una contraofensiva contra el militarismo y todos los ataques a los derechos democráticos y sociales. Mientras la guerra de la OTAN y Rusia continúa, con el apoyo entusiasta del New York Times, Guardian y compañía, esta lucha es más importante que nunca.
(Publicado originalmente en inglés el 28 de noviembre de 2022)