Fuente: https://www.telesurtv.net/bloggers/Por-que-Semilla-no-apuesta-por-la-plurinacionalidad-en-un-pais-multicultural-como-Guatemala-20230728-0001.html?utm_source=planisys&utm_medium=NewsletterEspa%C3%B1ol&utm_campaign=NewsletterEspa%C3%B1ol&utm_content=31 Itzamná Ollantay 28 julio 2023
El Emperador de Roma, para mantener distraídos y desmovilizados a ciudadanos romanos y esclavos, aplicó por mucho tiempo la política imperial de: “pan y circo para el pueblo”.
Fiestas o circos bacanales que duraban hasta cien días consecutivos, donde leones se batían con gladiadores, con la finalidad de impedir “el despertar y los levantamientos populares”.
En Guatemala, el Emperador estadounidense y su oligarquía guatemalteca fraccionada en más de un bando, aplican esta milenaria política circense romana, aprovechando la coyuntura electoral. En el circo electoral actual ya no son leones y gladiadores que se enfrentan a muerte (como en Roma), sino son los promotores y benefactores del bicentenario Estado criollo racista que se sacuden a muerte para hacerse del turno por cuatro años para su administración corrupta.
El objetivo del Imperio, para recrear este circo, reeditado en el 2015, es evitar a toda costa que la revuelta plurinacional de los pueblos despojados y hambrientos reviente nada menos que en la puerta de ingreso a su patio trasero, como es Guatemala. Después de todo, ya perdió el control de México, Centroamérica (excepto Guatemala), Colombia… Solo le queda Chile y la dictadura de Perú.
Si el Imperio pierde Guatemala, el Oso (Rusia) y el Dragón (China), sin disparar un solo tiro, llegarán hasta el ingreso de la Casa Blanca en busca del Halcón cada vez más vetusto.
En Guatemala nunca hubo democracia ni elecciones democráticas
Para legitimar su circo en el imaginario de los pueblos hambrientos de Guatemala, el Emperador y sus operadores instalaron dos falacias potentes: “La democracia corre peligro” y “el voto popular debe de ser respetado”.
Lo cierto es que para las grandes mayorías despojadas de Guatemala jamás hubo democracia. Muestra de ello es que, en un país indígena, jamás las y los indígenas fueron elegibles, ni mucho menos llegaron a ser gobiernos o funcionarios públicos en dos siglos de República criolla.
Del respeto del voto, ni que se diga: los patrones llaman y organizan los procesos electorales (mediante sus caporales) cuidando que candidatos o partidos incómodos no participen en los procesos electorales. Recuerden el caso del Partido de Trabajadores de Guatemala (siglo pasado) o el caso del MLP (en las recientes elecciones).
El asunto no es tanto que el Imperio y sus oligarquías racistas (corruptas y menos corruptas) ensayen circos o promuevan falacias. La cuestión es que la guatemalticidad progre, indigenista, feminista, campesina o urbana festeja y replica esas y otras premisas falsas.
¿Dónde están los plurinacionales o las y los mayas que clamaban la frase: “de la resistencia al poder”?
Del teatro o circo de la “lucha anticorrupción” del 2015, promovido por los EE.UU., al circo electoral 2023, las condiciones existenciales de Guatemala, lejos de mejorar, empeoraron para las grandes mayorías. Según datos oficiales, en 2015, el 59 por ciento de guatemaltecos se encontraba en situación de pobreza, y para el 2022 ese porcentaje subió al 63 por ciento.
En aquella oportunidad, como voz profética retumbó desde las comunidades y pueblos organizados en resistencia de Guatemala: “Vamos por un proceso de Asamblea Constituyente Popular y Plurinacional (ACPP)”. Pero, en esa oportunidad, progresistas e indígenas cualificados dijeron: “debemos avanzar progresivamente”. “Hagamos reformas, luego vamos hacia la plurinacionalidad”. Y así fue cómo se neutralizaron los procesos de cambios estructurales en Guatemala.
Es lo mismo que ocurre ahora, en 2023. Progres e indígenas cualificados llamando a que indígenas y campesinos plurinacionales se sumen al proyecto del partido Semilla. Sabiendo incluso que dicho proyecto partidista es parte del circo estadounidense, con la finalidad de anular por completo las apuestas genuinas de plurinacionalidad en Guatemala.
Al parecer, la plurinacionalidad que en los últimos años había ganado espacio en el relato de algunas ONG o dirigentes indígenas, ahora, en el circo electoral “made in USA” se despinta como barniz superficial, mostrando lo que en esencia es la aspiración de la “subalternidad cualificada”: esforzarse por ser como el patrón colonial, indolente con la agenda de los pueblos.
¿Por qué Semilla no apuesta por la plurinacionalidad en un país multicultural?
Bernardo Arévalo (hijo del expresidente Juan José Arévalo) no solo conoce la amarga historia del intervencionismo estadounidense en Guatemala, que truncó el proyecto político de su padre, sino también por tener título de Antropólogo Social conoce la realidad del colonialismo interno que padecen los pueblos de su país y los desafíos urgentes de la plurinacionalidad.
Pero, muy a pesar de ello, no solo se apoya en Washington para salir avante en las próximas elecciones de la segunda vuelta, sino que obvia por completo la realidad y las agendas de los pueblos originarios y campesinos en Guatemala.
En Guatemala no se necesita hacer estudios doctorales para identificar que una de las principales causas y mecanismos del despojo, empobrecimiento y corrupción pública fue y es el proceso de las privatizaciones de bienes y servicios públicos. Pero revisar los contratos de privatización no está contemplado en el programa de gobierno de Arévalo.
Semilla, en su programa de gobierno, a lo sumo se refiere a derechos individuales con “pertinencia cultural”. Ningún derecho colectivo de los pueblos incorporados en el derecho internacional está presente en el ideario de Semilla. Mucho menos los derechos políticos colectivos. Ni hablar de los territorios indígenas o la propuesta de Estado plurinacional.
Esta mutilación de la realidad en el programa de gobierno de un letrado “progre” no es gratuita, ni ignorancia. Obedece a un mandato constitutivo y trascendental que viene de sus progenitores: Repeler a toda costa la posibilidad de la difusión y materialización de la idea de la plurinacionalidad posneoliberal en Guatemala. Es decir, Semilla es una condición de posibilidad para la aniquilación total de las propuestas de plurinacionalidad y de los horizontes del Buen Vivir en Guatemala. Desearía equivocarme, pero hacia allí vamos.
teleSUR no se hace responsable de las opiniones emitidas en esta sección