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En unos países tan pobres, como los del Sahel, cualquier cambio político tiene que ser bienvenido, porque hasta el momento las cosas no han podido ir peor. Es el motivo de que últimamente estemos de enhorabuena: todo está cambiando muy rápidamente.
En 2020 y 2021 sucesivos golpes de Estado llevaron al poder al coronel Assimi Goita en Mali.
En 2022 se produjeron otros dos golpes de Estado en Burkina Faso, el último de los cuales llevó al poder al capitán Ibrahim Traoré.
En julio del año pasado fue el turno del general Abdourahamane Tchiani, quien tomó las riendas de Níger tras otro golpe de Estado.
Se acabaron las operaciones militares de los ejércitos occidentales. Las bases militares de Estados Unidos, Francia y Alemania se cerraron. Algunas embajadas occidentales también bajaron la persiana y algunas empresas se han tenido que marchar.
Los tres países fueron expulsados de la Cedeao, la sucursal de las potencias coloniales en África occidental. Se cerraron las fronteras y se impuso un bloqueo económico para asfixiar a los nuevos gobiernos militares, llegando a amenazar con una intervención militar.
Los tres países acuden a Moscú pidiendo ayuda militar y económica y los tres países anuncian ahora una nueva confederación política en el Sahel. Al día siguiente la Cedeao se reúne en Abuja para expresar su preocupación y amenazar con un nuevo embargo económico.
Hace una semana el jefe de la Comisión de la Cedeao, Omar Alieu Touray, advirtió que en el futuro los nacionales de los tres países de la Alianza del Sahel podrían tener que solicitar visados para viajar al resto de la región y que también podrían imponer obstáculos a la creación de empresas.
El vicepresidente de la Comisión de Defensa del Consejo Nacional de Transición en Mali, Fousseynou Ouattara, lo ha explicado muy claramente: “Malí, Níger y Burkina Faso tienen en común la zona de Liptako Gourma, muy codiciada por Francia y los países occidentales por las riquezas de su subsuelo, lo que supone para ellos una fuente de desestabilización. Al unir fuerzas, los tres Estados no sólo protegerán [sus fronteras] y pondrán fin al terrorismo, sino que también acelerarán su desarrollo”, asegura Ouattara.
Preguntado por el impacto de la Alianza en la lucha contra el terrorismo, el dirigente maliense fue categórico: “Tendrá un impacto definitivo, porque estos países estaban siendo utilizados por todos los bandos para desestabilizar la región”.
La Alianza entre los tres países más pobres del mundo preocupa, sobre todo en Europa. Ouattara no descarta una intervención militar de los países de la Cedeao en Níger y dirige su llamamiento a los países europeos. Les recomienda que se lo piensen bien, antes de dar a sus lacayos africanos la orden de intervención. Níger no es Libia.
Por qué la alianza entre los tres países más pobres del mundo es un quebradero de cabeza