Estados Unidos e Israel mantienen una evidente alianza militar y de inteligencia que pretende promover los intereses coloniales e imperiales de ambas partes en territorio hostil, mientras los habitantes nativos, incluidos los palestinos , resisten su descarada barbarie.

Poco después del asesinato de Haniyeh, Irán prometió tomar represalias , mientras que Estados Unidos anunció rápidamente que defendería a Israel (como si ese no fuera el status quo) y desplegó más armamento militar en la región.

Durante su guerra más reciente contra el Líbano, a fines de septiembre, Israel también mató a Hassan Nasrallah , secretario general de Hezbolá, y a varios comandantes de alto rango.

Como resultado, Irán está ahora en el centro de atención en cuanto a lo que está dispuesto a hacer, si es que está dispuesto a hacer algo, para demostrar al mundo que no es ningún tipo de benefactor oportunista ni beneficiario de los esfuerzos de resistencia de otras naciones.

Poco margen para tomar represalias

El hecho, sin embargo, es que Irán tiene poco margen o voluntad para tomar represalias contra una colonia de colonos rebeldes, no por sus propios medios militares, sino porque Israel está profundamente enredado con sus socios en Estados Unidos y Europa. Israel puede así actuar como un Goliat loco con esteroides, matando a gente inocente en el norte, el sur, el este y el oeste con total impunidad.

La reacción iraní, o la ausencia de reacción, es entonces resultado tanto de la prudencia, si no de la cobardía, como de la naturaleza misma de la guerra asimétrica en una región dominada por el poderío militar estadounidense. 

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Es poco probable que Israel haga algo sin el pleno conocimiento, aprobación y participación de Estados Unidos. Israel actúa en la práctica como un ejército mercenario contratado por Estados Unidos para llevar a cabo sus desagradables órdenes. La farsa de la administración Biden tratando de negociar un alto el fuego es una farsa mal ejecutada.  

Por necesidad, Irán ha dominado el arte de sacar ventaja de las crisis regionales existentes y emergentes generadas por Estados Unidos e Israel en Afganistán, Irak , Palestina, Líbano, Siria, Yemen y otros lugares. La matanza masiva en Líbano, mientras el genocidio en Palestina todavía se desarrolla, podría volverse en contra de Israel y sus benefactores estadounidenses.  

Es muy poco lo que Irán necesita o puede hacer directamente contra la colonia de colonos israelí en este momento.

Pero ¿qué pasó con el contraataque prometido por Irán? A pesar de las amenazas que ha recibido, Irán nunca actúa de manera puramente reactiva. Históricamente, ha tenido su propia actitud de cámara lenta y constante, que ha utilizado para sumergir a Israel en una guerra asimétrica en varios frentes. Pero ¿sigue siendo plausible esa estrategia?

Todo frente que se opone a Israel se convierte también en un frente a favor de Irán. Pensemos en los cientos de miles de israelíes que participan en las protestas contra el gobierno. Irán no tuvo necesidad de crear esta crisis; los instintos genocidas de Israel, plenamente al servicio de Estados Unidos y sus aliados imperialistas, hicieron un buen trabajo por sí solos. 

El apoyo equivocado y aparentemente ilimitado de Washington a Israel añade impulso a este proceso. Pero ese apoyo no proviene de la bondad del corazón estadounidense: más bien, Estados Unidos utiliza a Israel para obtener el máximo provecho de su imperio. Como suele decir el presidente Joe Biden , “si no hubiera un Israel, tendríamos que inventarlo”. Israel funciona hoy como un portaaviones estadounidense desembarcado en Oriente Medio. 

Paranoia estatal 

En este contexto, Irán observa con paciencia cómo Israel ataca Gaza, Cisjordania ocupada, Líbano, Siria y Yemen, reclama territorios egipcios cerca de Rafah y asesina a decenas de miles de personas. Pero ¿cuándo esa «paciencia» se convertirá en cobardía y acabará costándole a Irán su influencia regional?

Antes de que se calme la situación, Irán suele aprovechar la crisis para sacarle partido estratégico, reforzando su red regional de aliados y agentes. El odio y la ira que arden en Washington y Tel Aviv contra Teherán se deben precisamente a que ven cómo el régimen iraní utiliza sus propias locuras asesinas contra ellos.  

En este momento, es muy poco lo que Irán necesita o puede hacer directamente contra la colonia de colonos israelí. Israel se ha convertido en un paria global debido al genocidio que está cometiendo en Palestina y ahora a la matanza masiva en el Líbano. Está en guerra en múltiples frentes, incluso en el interno, donde una facción de sionistas protesta contra otra.

Como escribió recientemente un observador israelí en Haaretz: “A juzgar por sus patrones de comportamiento político, Israel está gobernado actualmente por un primer ministro que padece un agudo síndrome de Masada. Como en el año 73 d. C., está tratando de inculcar en los israelíes la sensación de que somos unos pocos justos perseguidos, rodeados por un mundo hostil y odioso. Estamos bajo un asedio cruel y enfrentamos la amenaza de la aniquilación, sin nada que perder y con la profunda convicción de que esta es una guerra existencial, que puede acabar con todo o nada”.  

Israel es hoy un Estado paranoico y guarnición cuyos dirigentes lo presentan como una nación rodeada de millones de personas que desprecian su propia existencia. Por eso los sionistas y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, lanzan horribles acusaciones de “antisemitismo” contra cualquiera que se atreva a criticar la política estatal.

Pero, a medida que aumenta la condena mundial, los adversarios de Israel sólo tienen que sentarse y observar cómo el régimen se autodestruye.

Las opiniones expresadas en este artículo pertenecen al autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Middle East Eye.