Por eso Nicolás

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Blanco de toda guerra sucia, con la verdad la va derrotando. Temprano los traidores lo acusaron de traidor, pero Nicolás nunca se entregó.

Blanco de toda guerra sucia, con la verdad la va derrotando. Temprano los traidores lo acusaron de traidor, pero Nicolás nunca se entregó. | Foto: Prensa Presidencial

Nicolás nos recogió huérfanos, huérfano él también; valiente como pocos, metió el pecho y la vida para cumplir con la tarea que Chávez le dejó. Nos dejó…

Al principio, Nicolás se volvió mi candidato porque, plena como la luna llena, yo sabía que Chávez sabía. Y Chávez nos dijo, en aquel momento desgarrado, cuando sentíamos que el suelo se abría bajo nuestros pies, que Nicolás era el que iba a conducirnos a salvo a través de la tormenta que Chávez no dudaba que vendría.

Y la tormenta no esperó ni medio segundo. No nos dio ni un ratico para llorar al padre que se nos fue. Llegó inclemente, desalmada, y nos golpeó con saña suponiendo que ya estábamos a tirito de reventarnos y caer.

Así empezó Nicolás la conducción de esta etapa compleja, dolorosa. Nos recogió huérfanos, huérfano él también, valiente como pocos, metió el pecho y la vida para cumplir con la tarea que Chávez le dejó. Nos dejó…

La apuesta del enemigo era -y es- la guerra de perros. Los venezolanos debíamos matarnos entre nosotros para servirles el país en bandeja a las trasnacionales. Tantas veces nos llevaron al borde de ese abismo. Tantas veces Nicolás cabeza fría, nervios de acero, frenó la violencia y dejó a los halcones con las ganas… y con la rabia. Nicolás, descubrí, es el papá de los helados de la paciencia estratégica.

No contaban con su astucia.

Maburro, le decían y solo ellos lo creían. La soberbia no les permitía ver el brillo en los ojos de Nicolás. Un brillo de inteligencia, sí, pero más importante que eso, el brillo de un alma buena, sensible, humilde, que no se iba dejar intoxicar por el poder, que tiene sus venenos para los débiles de alma y carácter. Ni de alma, ni de carácter, Nicolás no conoce la debilidad.

Ahí en la presidencia, en el dificilísimo plano de la alta política, está el mismo de siempre: Nicolás, el hombre bueno, paciente que cree en la conducción colectiva, que sabe escuchar, que quiere escuchar… Nicolás, el de toda la vida, el muchacho que recorría las calles y barrios de Caracas inventando formas de hacer que las cosas fueran mejor para todos.

Blanco de toda guerra sucia, con la verdad la va derrotando. Temprano los traidores lo acusaron de traidor, pero Nicolás no se entregó, ni cuando bajo toda la presión y amenazas de los Tres Chiflados -Bolton, Pompeo y Pence-, que le decían públicamente que entregara el país a cambio de un retiro multimillonario en un paraíso tropical. Ofertón para los dirigentes cobardes y traidores: millones de dólares y casota en Miami a cambio de no joder al amo. ¡Qué equivocados están siempre con Nicolás! ¡Vayan a lavarse el paltó!

Ante nuestra terca decisión de ser libres y soberanos, nos montaron guerras de todo tipo y de todas las generaciones. Venezuela se convirtió en un campo de experimental de métodos de guerra perversos. ¡Qué no nos han hecho! Guerra económica, guerra psicológica, guerra pranes y malandros, sabotajes a la infraestructura, invasiones con mercenarios, drones magnicidas, bloqueo, saqueo de nuestros bienes en el exterior…

Y a cada ataque una respuesta estratégica, siempre en defensa de la Patria, de nuestro pueblo golpeado por tanta saña y tanta maldad. Cada obstáculo, una idea novedosa, una razón para vencer y vamos venciendo. Nicolás y el pueblo chavista que lo ha sabido acompañar porque Nico nos ha sabido conducir.

Tantas veces tan cerca del punto de no retorno de la violencia desatada, hoy disfrutamos la paz que construimos a pulso, y nos parece tan lejana toda la angustia que vivimos hace apenas unos pocos años atrás. Y es un alivio sentir la angustia lejos, pero es un peligro olvidar de dónde venimos y con quién. Quién ha hecho hasta milagros para lograr la paz y la estabilidad que nos permite hoy abrir ventanas y ver al futuro posible, brillante frente a nosotros.

Es un peligro olvidar porque del otro lado solo hay revancha conflicto, entreguismo, retroceso, guerra. Todo lo que han intentado, todo lo que hemos evitado y superado.

Nicolás es el único candidato que nos llena de certezas de paz, dignidad, inclusión, amplitud, estabilidad, futuro… y un montón de esperanzas, de todo lo que aún podemos hacer.

Por lo que hemos vivido, por lo que hemos logrado, por lo que debemos seguir logrando… porque lo quiero mucho y porque lo respeto y lo admiro más, mi candidato es Nicolás.


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