Fuente: https://kaleidoskopiodegabalaui.com/2020/04/19/politicamente-incorrectos/
Un grupo de personas armadas protestó en las escaleras del Capitolio Estatal de Michigan por las medidas de prevención y protección frente al coronavirus, que incluyen el cierre de comercios y quedarse en casa. Algunas acciones que realizaron fueron bloquear las calles de la ciudad e impedir el acceso a un hospital. Estas protestas se han producido también en Ohio, Kentucky y otros estados. En todas ellas, detrás de los manifestantes estaban, según The Guardian, organizaciones neofascistas como Proud Boys, milicias armadas, fundamentalistas religiosos, grupos antivacunación y otros pertenecientes a la derecha radical.
A su vez detrás de estos grupos se encuentran políticos republicanos como Diego Rodríguez, pastor y candidato republicano para el Senado, o Betsy DeVos, secretaria de educación de los Estados Unidos. La vinculación entre organizaciones de extrema derecha y políticos es cada vez más notoria, en la medida en que que candidatos afines como Donald Trump, Viktor Orban o Jair Bolsonaro han llegado al poder. Estos son los espejos en los que se miran los aspirantes de otras naciones a gobernar. Son el ejemplo real de que pueden llegar a alcanzar el poder.
Viktor Orban es un paradigma en este sentido. Primer ministro de Hungría en dos ocasiones. La primera en el periodo comprendido entre los años 1998 y 2002. La segunda desde el año 2010. Durante este tiempo ha conseguido construir, sin grandes complicaciones, un estado autoritario dentro de la Unión Europea. Anticomunista y xenófobo, fue uno de los precursores de la ley mordaza en territorio europeo en la que se inspiró el Partido Popular para implantarla en el Estado Español. Aún vigente en ambos países. Al albor de la actual pandemia ha sorteado el control del Parlamento para la aprobación de los decretos ley que estime oportunos y ha limitado la acción de los periodistas con penas de prisión de 5 años si interfieren en la “protección exitosa” de la población. Su poder aumenta en paralelo a una de las mayores crisis sanitarias de la Unión. Durante su gobierno ha promovido y tolerado la persecución del pueblo gitano y la persecución de inmigrante y refugiados, ha limitado la libertad de expresión, la libertad sindical y los derechos de las mujeres, ha aprobado leyes homófobas y la indignante ley de esclavitud, y ha impuesto valores conservadores personales, el cristianismo o la concepción tradicional de la familia, como valores propios de la nación. Pablo Casado y Santiago Abascal apoyan y ensalzan a este personaje.
Es habitual escuchar que no hay derecha más reaccionaria que la española pero solo hay que sacar un poco la cabeza por la ventana para comprobar que el salvajismo y la barbarie derechista es compartida por muchos otros países. Podríamos aquí relatar las sinrazones de los gobiernos de Rodrigo Duterte o Jair Bolsonaro pero sería redundar en la estupidez y en la brutalidad. La cuestión está en que estas características son rechazadas por una parte no desdeñable de la población mundial, que han aupado a estos líderes y a sus partidos a posiciones de poder. Son los adalides de la libertad. Defienden que se han liberado de las constricciones del pensamiento buenista y progre y actúan desde el sentido común, aunque la mayor parte de sus ideas y sus prácticas sean viejas conocidas y de funestas consecuencias. Agitan sus planteamientos como si hubieran descubierto el santo grial obviando que se encontraban en el baúl de las rancias propuestas, tratadas como si fueran algo novedoso. Son las mismas y antiguas ideas que recortaron derechos sociales y laborales, restringieron o anularon libertades, enfrentaron a las sociedades y discriminaron a las personas.
Hoy la estupidez se define como ser políticamente incorrecto. Probablemente más incorrecto que nunca. El terraplanista es una persona políticamente incorrecta que defiende su libertad de decir la verdad frente a la conspiración mundial para que se calle. Esta frase resume la visión paranoica y estúpida que acompaña a la derecha reaccionaria española (y mundial). Destaca su elevada autovaloración y la creación de una narrativa de resistencia. Sus escritos rebosan de alusiones a la patria y a Dios pero sin misericordia con sus enemigos, supervivientes en una dictadura progre, amantes de la libertad [aunque defiendan recortar las de otros], presumen de no morderse la lengua, luchadores por España y contra la opresión, soñadores incansables, orgullosos de ser fachas, la camaradería del team facha y el si me sigues te sigo, el corazón verde junto con la bandera de España, el sentimiento de persecución, la defensa a ultranza del ejército, la policía y la Guardia Civil o la agresividad desaforada contra el enemigo. Transforman un partido socialdemócrata [por los hechos les conoceréis], como Podemos, en un partido comunista, conscientes de la activación emocional, ciega, que provoca en muchos derechistas españoles, rehenes de la narrativa fascista española. Su actividad en las redes es desenfrenada, organizando continuas acciones colectivas con mucha participación, y jalonada con una irracional y disparatada deformación de los hechos. Múltiples cuentas zombies en redes sociales que actúan en rebaño, vigilantes del bien y la verdad. Y al igual que en las protestas de Michigan, la acción de la extrema derecha española está vinculada con políticos y partidos extremistas como VOX y paniaguados como el Partido Popular. Son su aliento. Los abanderados de lo políticamente incorrecto.