El Sudamericano Alberto Pinzón Sánchez
15 de Octubre de 2024
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El abrazo intercambiando sombreros entre el presidente (legítimo) de Colombia G. Petro y el genocida y criminal de guerra (convicto y confeso) Sr. Salvatore Mancuso, alias triplecero, ocurrido este 03 de octubre en Montería, sin que medie ningún proceso de paz, es, obviamente un acto político, que demanda o exige un análisis o tratamiento político, más allá de lo emocional, los aplausos y vivas, o el rechazo fúrico, las asqueas y la náusea existencial sartreana.
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Algo que trascienda las columnas edulcoradas y hasta justificadoras de la falsimedia, como por ejemplo la “del ahogado el sombrero”, o el ·las lágrimas del ojo izquierdo”. Lo que significa un reto casi kafkiano, dada la dificultad de encontrar un perfil biográfico sin opacidades del Sr Mancuso, también conocido como el “perpetrador de masas colombo italiano apodado triplecero”, es decir, el tercero en la jerarquía de su máquina terrorífica estatal de exterminio, después de comandante general doble cero Carlos Castaño, y del hasta ahora “incógnito matarife número uno”.
Un perfil biográfico más o menos ajustado de su tan fructífera y productiva vida, será de seguro una obra que superará al libro gordo de Petete, y rebasaría cualquier columna periodística; por lo cual, me atrevo a sugerir a mis lectores, lo que me parece una aproximación ilustrativa que ayuda a formarse una idea sobre el tema, así sea general, de las ejecutorias del Sr. Mancuso y que se puede consultar en wikipedia donde se puede leer el siguiente aperitivo:
..”Salvatore Mancuso… es un exnarcotraficante y ex jefe paramilitar colombiano,1 ex comandante de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC); desmovilizado en 2005 y extraditado a Estados Unidos en 2008.2345
En 2020, tras cumplir su condena en EE. UU.,6 el gobierno de Colombia a solicitud de las autoridades judiciales de Justicia y Paz7 pidió que Mancuso fuera llevado a Colombia para ser juzgado,8 sin embargo, en 2019 una juez del Tribunal Superior de Bogotá ordenó su libertad.910 Actualmente Mancuso está acusado de cometer 75. 000 crímenes en territorio colombiano11 y permanece en la cárcel de Atlanta debido al Coronavirus12
Mancuso ha reconocido su participación en por lo menos 300 asesinatos,13 incluido el de una niña de 22 meses14 y se le atribuye la autoría como comandante de la masacre de Mapiripán en la que murieron veinte campesinos en estado de indefensión y la masacre de El Aro donde fueron asesinados otros 15 en 1997, y por la cual se le dictó una condena de 40 años de cárcel (no purgada por su sometimiento a la Ley de Justicia y Paz); igualmente es señalado por la masacre de la Gabarra en 1999 donde fueron asesinadas 35 personas y la Masacre de El Salado en febrero de 2000, donde fueron asesinadas más de 100 personas15 y es considerada una de las acciones más sanguinarias de las AUC.13 Mancuso, confesó que el Bloque Catatumbo que él comandaba fue responsable de la muerte de cinco mil civiles y que las autodefensas habían infiltrado todas las ramas del poder público.16…La justicia italiana y la Guardia di Finanza de Milán también lo acusan de haber traficado con drogas en unión con la mafia calabresa.17”….
Con esto, es posible plantear varias lecturas:
Lo primero a destacar es, la imperiosa necesidad de separar dos contrarios, la justicia de la política, genocidios e impunidad, fusionados a lo largo de toda la historia de Colombia, lo que dificulta, aún más, cualquier análisis objetivo del tema. Por ejemplo, así por encima y para mencionar tan solo mis trasnochados recuerdos de los miles de masacres y genocidios ordenados desde las alturas del Poder, que han atormentado al pueblo colombiano desde hace tanto tiempo: ¿Quién ha respondido (jurídicamente se entiende) por la masacre de las bananeras en 1928? O ¿del medio millón de muertos despedazados, descuartizados o decapitados al corte de franela, documentados en la obra (1962) de Guzmán, Fals Borda, y Umaña Luna (1962), ocurridos durante la violencia liberal-conservadora del medio siglo xx en Colombia? O ¿dónde están los responsables del más reciente genocidio de la Unión Patriótica 1985, que dejó 4. 616 fusilados y 1.117 desaparecidos? O, ¿los fusilamientos cobardes de los 6.402 Falsos Positivos. ocurridos durante el “Uribato” de Uribe Vélez y Mr. Santos?
Si continuar la impunidad es la pretensión del Bloque de Poder Contrainsurgente (BPCi) dominante, y lavar los crímenes contra la civilización humana cometidos por un agente del Estado, no cualquier agente, sino uno organizador planificador y ejecutor; educado (según las fuentes) en la Universidad Javeriana y en una academia de idiomas de Pittsburg; homenajeado en el “recinto sagrado de la democracia colombiana” en julio del 2004, en pleno gobierno de Uribe Vélez. Y, si el acto político, público y abierto realizado en Montería, entre el presidente Petro y un hombre en libertad judicial, va en esa dirección; lo más seguro es que encuentre una férrea resistencia y oposición no solo de las víctimas de los crímenes cometidos por el terror del Estado, quienes continuarán reclamándole al Estado y al gobierno de turno: “Paz verdadera, justicia, reparación y no repetición” de tales atrocidades, así como de la oposición de muchos sectores avanzados y humanitarios de la comunidad internacional y global, que con evidente razón, reclamarán ante las falencias obvias de las dos jurisdicciones del Estado colombiano (la ordinaria y la especial), en este caso, la intervención de la Corte Penal Internacional o de la justicia Italiana, para que hagan honor de la justicia verdadera en estos tiempos de tanto genocidio global impune que avergüenzan a la humanidad.
En segundo lugar, deslindada la justicia, de la política de la impunidad centenaria y crónica, se debe valorar la relación dialéctica entre la táctica y la estrategia políticas: Por ejemplo, hay comentaristas que a manera de justificación del “sombrerazo de Montería”, han señalado la reunión privada, que no oficial, realizada en la casa provincial de los jesuitas en julio del 2017, entre miembros del antiguo secretariado de las FARC con los jefes de las AUC ,Báez, Vecino y Rendón, que (según la fuente) ..”Conversaron sobre lo que se viene para el país en temas de posconflicto con un evidente propósito, que se sepa la verdad y no volver por ese camino de guerra, odio y sangre”, reunión que, una vez firmado el Acuerdo de la Habana en el 2016, puede ser considerada táctica, y limitada al lapso del post conflicto.
Cosa muy diferente, del asunto estratégico irrenunciable, de la “desestructuración” del Bloque de Poder Contrainsurgente (BPCi) dominante (establecido por la ciencia social desde 2009) que continúa vigente y actuante en la actual Colombia, así como del consecuente desmonte de la Contrainsurgencia, cuyo crecimiento exponencial alarmante, se puede constatar en esta información del 07 de octubre 2024: https://emisoraatlantico.com.co/nacionales/clan-del-golfo-crecio-un-95-desde-2018/. Asunto estratégico serio y difícil que, lo más probable, no se pueda resolver con intercambio publico de sombreros costeños.
En tercer lugar, separado en la política, lo estratégico de lo táctico; se puede hacer un contexto más amplio de lo acontecido en Montería:
Una primera consideración es el tiempo restante del gobierno actual, el que al parecer, cayó en la maniobra “electorera” de la oposición que está pidiendo elecciones anticipadas, dado que dicho conglomerado opositor considera llegado el momento del triunfo de la señal electoral lanzada desde la campaña presidencial rival de Hernández, de que “Petro no ganará y si gana, no podrá gobernar, ni realizar sus reformas”, ha dado el resultado esperado, y, para contrarrestar el desánimo creciente, la casa de Nariño recurre a un acto espectacular y de masas como el programado en Montería con el Sr. Mancuso, quien, repetimos, no se encuentra en ningún proceso de paz con el Estado colombiano.
Una segunda consideración, es la confluencia en el gobierno, cada vez mayor, entre el denominado sector Petrista y el Santismo o sector manejado por Mr. Santos, quien aprovechando las dificultades del presidente y obviamente pensando en las próximas elecciones presidenciales (sean estas adelantadas o en la fecha constitucional) ha metido al gobierno en la áspera y vieja disputa entre Mr. Santos y Uribe Vélez, sobre cuál sector de la clase dominante y quien, se hará con la hegemonía dentro del Bloque de Poder dominante. De aquí, las airadas reacciones del expresidente Uribe Vélez hacia el sombrerazo de Montería, quien no cesa de repetir que el Sr Mancuso regresó a Colombia a vengarse de Él, por haberlo traicionado y extraditado a los EE.UU., junto con los otros jefes paramilitares.
No es ningún azar que el alfil del Santismo J.F Cristo, haya tomado la dirección política del gobierno y esté trabajando activamente en sacar adelante su versión sobre el malhadado tema del “Acuerdo Nacional”, con el que el presidente reculó la anterior propuesta de una Asamblea Constituyente.
Como tampoco es un azar, la sorpresiva nominación y elección parlamentaria del nuevo procurador Sr Eljach, antiguo asesor principal de su padrino político Iragorri Hormaza, cacique liberal ligado a la violencia latifundista contra los indígenas en el Cauca, quien lo sostuvo por largos años como su cuota en el cargo ocupado por en el parlamento colombiano. A la muerte de Iragorri, el nuevo procurador, se puso bajo la sombrilla política de Mr. Santos en su partido de la U, quien continuó su respaldo hasta la fecha, cuando el Santismo lo impuso al presidente en la terna para la elección del procurador.
Así las cosas, no es descabellado, captar la sugerencia política pública hecha al pueblo colombiano, el guiño como llaman los electoreros estos eventos, de que el abrazo simbólico y el intercambio de sombreros en Montería, es la ratificación de una alianza política entre el presidente Petro y el Sr. Mancuso (junto con sus potenciales seguidores) con los ojos puestos en las próximas elecciones presidenciales, y en las implicaciones en la solución de la aguda rivalidad entre Mr. Santos y Uribe Vélez (AUV) por la hegemonía en el Bloque de Poder (BPCi) y porqué no; una alianza de mayor alcance, en la reconfiguración de dicho bloque de Poder.
Al final de todo ¿Quién puede estar seguro que, en 15 años y 10 meses en una cárcel de máxima seguridad en los EE.UU., el Sr Mancuso no solo “lavó” su delito de narcotráfico sino también su cerebro con nuevas ideas? Basta ver su nueva expresión, su facies, en la fotografía original promocionada por la presidencia de la república de Colombia, para pensarlo.