Petro y el Frente Nacional: ¿Una solución o una trampa para Venezuela?

Alfonso Insuasty Rodríguez

A primera vista, la propuesta parece ser un llamado a la reconciliación y a la estabilidad en Venezuela. Sin embargo, un análisis más profundo revela que se trata de un mensaje de doble filo, una «manzana con un corazón envenenado».


La propuesta del presidente Gustavo Petro de Colombia resulta sorpresiva e imprudente, ignorando las complejidades geopolíticas de Venezuela y socavando la necesaria integración latinoamericana en favor de los intereses de EE.UU.

El pasado 15 de agosto, el presidente Gustavo Petro, en sintonía con sus homólogos Lula Da Silva de Brasil y Joe Biden de Estados Unidos, presentó una propuesta en su cuenta X (anteriormente Twitter) que ha generado un intenso debate. En su mensaje, Petro afirmaba:

De Nicolás Maduro depende una solución política para Venezuela que lleve paz y prosperidad a su pueblo. La experiencia del Frente Nacional colombiano es una experiencia que, usada transitoriamente, puede ayudar a la solución definitiva… Un acuerdo político interno de Venezuela es el mejor camino de paz. Depende solo de los venezolanos.” (Petro 2024)

A primera vista, la propuesta parece ser un llamado a la reconciliación y a la estabilidad en Venezuela. Sin embargo, un análisis más profundo revela que se trata de un mensaje de doble filo, una «manzana con un corazón envenenado».

El Frente Nacional, citado por Petro como referente, fue un acuerdo político entre los partidos Liberal y Conservador en Colombia, que gobernaron alternadamente desde 1958 hasta 1974. Petro propone un modelo que, históricamente, ha demostrado ser perjudicial para los intereses de las mayorías y que podría socavar los avances logrados por las fuerzas progresistas en la región, sin duda el frente nacional fue un atentado contra la democracia (Mesa García 2009), solo revisar la amplia literatura al respecto para encontrar las desventajas y contrariedades, acá algunas de las consecuencias de dicho Frente Nacional.

Exclusión política: El Frente Nacional marginó a otros partidos políticos y movimientos sociales, limitando la participación democrática. Esto consolidó un sistema bipartidista que impidió el surgimiento de alternativas políticas reales.

Represión social: Durante este periodo, el gobierno reprimió severamente a movimientos sociales y estudiantiles, como el movimiento de 1968. La respuesta estatal ante cualquier disidencia fue la violencia, perpetuando un ciclo de represión.

Concentración del poder: El acuerdo entre liberales y conservadores perpetuó la concentración del poder en manos de las élites tradicionales, reforzando las estructuras económicas y políticas excluyentes.

Desigualdad social: A pesar del crecimiento económico en este periodo, la desigualdad social no solo persistió, sino que se profundizó, generando brechas que siguen afectando a la sociedad colombiana.

Violencia paramilitar: El Frente Nacional no abordó las causas profundas de la violencia en Colombia, facilitando la emergencia de grupos paramilitares. Estos grupos, muchas veces apoyados por sectores del Estado, se convirtieron en actores clave en la perpetuación del conflicto.

Limitaciones democráticas: La democracia se convirtió en una fachada, con una participación ciudadana limitada a un espectro muy reducido de opciones políticas. Esto dejó como legado un sistema político rígido y excluyente, donde las verdaderas demandas populares fueron sistemáticamente ignoradas.

Proponer un modelo similar para Venezuela no solo es una lectura errada de la historia, sino que subestima la complejidad de la situación venezolana. Como señala Claudio Katz, “las elecciones en territorios con petróleo ambicionado por el imperio nunca son normales, porque incluyen un componente geopolítico de enorme gravitación” . Venezuela no es la excepción; su vasta riqueza petrolera la convierte en un objetivo primordial para Estados Unidos. (Indymedia 2024)

Siguiendo el análisis de Atilio Borón, es vital entender que lo que está en juego en Venezuela no es simplemente un veredicto electoral. La verdadera batalla es por el control de sus vastas reservas de petróleo. Parafraseando a Bill Clinton: «Es el petróleo, estúpido.» La ambición de Washington no se limitará a robar el petróleo venezolano; también tienen sus ojos puestos en el «Presal» brasileño. Aunque menor en comparación con las reservas venezolanas, el «Presal» sigue siendo un objetivo codiciado. (Boron 2024)

Borón también subraya que la reactivación de la IV Flota de Estados Unidos en 2008, poco después del descubrimiento del «Presal», no fue casualidad. En el ámbito de la geopolítica, las coincidencias no existen. Washington, para apoderarse del petróleo y gas brasileños, primero necesita romper la unidad sudamericana. Fomentar la enemistad entre Brasil y Venezuela es parte de esta estrategia para desarticular la resistencia regional y asegurar sus intereses imperiales. (Boron 2024)

La propuesta de Petro, lejos de ser un puente hacia la paz, podría convertirse en una ruta expedita para entregar el poder a las élites económicas y políticas, garantizando la exclusión y represión de las mayorías populares.

Estas propuestas, en última instancia, afilan la daga que amenaza a los proyectos progresistas en la región, irónicamente, incluidos aquellos que los mismos proponentes dicen defender y representar.

Por otro lado, es esencial reiterar, como lo hace Estenssoro (2023), que la crisis de hegemonía global y la emergencia de un nuevo orden multipolar complican aún más la situación. Este orden, dominado por superpotencias del hemisferio norte, deja a América Latina en un «Sur absoluto», con una capacidad de influencia extremadamente limitada. Ante este panorama, la integración regional se presenta no solo como una opción, sino como una necesidad urgente para que los países de la región puedan defender sus intereses y evitar quedar atrapados en un ciclo perpetuo de subdesarrollo.

La propuesta de Petro no solo es histórica y políticamente imprudente, sino que también ignora las complejidades geopolíticas que subyacen en la situación de Venezuela y la región. Es imperativo que América Latina acelere su integración y fortalezca sus lazos de cooperación para resistir las embestidas de un imperio que no cejará en su intento de apropiarse de los recursos naturales y socavar los avances democráticos en la región.

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