PdF: El otro Sade por Jorge Veraza Urtuzuástegui

Fuente: https://elsudamericano.wordpress.com/2020/10/04/el-otro-sade-por-jorge-veraza-urtuzuastegui/                                   

LEER Y DESCARGAR: EL OTRO SADE. Democracia directa y crítica integral de la modernidad (Los escritos políticos de D. A. F. de Sade. Un comentario) por Jorge Veraza Urtuzuástegui

El libro n° 234 de nuestra Colección Socialismo y Libertad

Sade, el clítoris y la revolución social

Esta obra audaz, vibrante, elocuente y erudita, que forma parte de una trilogía deslumbrante, es sin lugar a dudas uno de los grandes libros de teoría política e historia de las ideas, de la última década.

Escrita en los márgenes del orden dominante y desde el corazón mismo de la lucha de clases, es una experiencia intelectual incomparable, de alcance universal, que desafía todos los prejuicios, las convenciones y lugares comunes respecto a la biografía y la literatura del Ciudadano comunista y libertario Donatien Alphonse François de Sade.

Como muestra de nuestra admiración y respeto por el eminente Maestro Jorge Veraza Urtuzuástegui, sin más interés que hacerla del conocimiento del amplio público de habla castellana fuera de México, ponemos al servicio de la causa de los trabajadores del mundo entero esta edición digital de distribución gratuita.

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La Oficina Internacional
HIJOS
Red Mundial

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Los hijos de Scévola

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La ideología burguesa siempre desconoce el hecho de que Sade critica a sus personajes sádicos, no los enaltece. Pero los intérpretes y comentaristas de su obra presentan la idea inversa pues creen, y quieren hacernos creer, que Sade elogia a esos personajes, que aplaude sus actos malvados y los convalida y por lo tanto también la violencia, el dominio, el autoritarismo. Sin embargo, los describe para denunciar y criticar la explotación, la propiedad privada y el autoritarismo que tienen una proyección sexual en esos personajes. Como veremos, la perspectiva política y de crítica social de Sade está invertida, distorsionada, en los más diversos intérpretes, no sólo en los de derecha sino también en los de izquierda. De ahí la necesidad de poner a Sade sobre sus pies como hiciera Marx con la dialéctica hegeliana, pero no porque el propio pensamiento de Sade esté invertido, como el idealismo hegeliano, sino porque ha sido reiteradamente tergiversado.

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¿Existe otro personaje que haya sido tan denostado en la historia de la política o de la filosofía?

Sí, más vituperado que Freud ha sido Marx, pero tampoco al grado de inventar un término para referirse a algo que no es él sino sus personajes, como ocurrió con el término de sadismo. Sin embargo, desde 1982, durante el neoliberalismo, con su filosofía posmoderna, el término marxismo empezó a tener esas características, marxista ha llegado a ser lo mismo que stalinista, dictador o agitador violento. Al marxismo le han construido la fama del peor autoritarismo. No es –se ha dicho– que atente contra la propiedad privada en tanto ‘expresión de la libertad’ sino que atenta contra la libertad misma. Así es como los ideólogos neoliberales convirtieron el marxismo en todo lo contrario de lo que realmente es. Pero aun así se lo escarnece y confunde en tanto concepción, no al personaje. A Marx no lo tocan, o no directamente, aunque lo implican en su vituperio, pero no tan brutalmente como a Sade.

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Ciertamente [Sade] tuvo tiempo para cultivarse pues pasa 29 años leyendo, escribiendo y pensando, encarcelado por los gobiernos aristócratas y burgueses. Así llega a serle evidente que todas las injusticias que experimenta y que observa tienen carácter de clase y va elaborando sus ideas despacio, con grandes esfuerzos y con sufrimiento.

Otro que saca las consecuencias de la Revolución francesa trascendiendo su horizonte burgués es Graco Babeuf, cuyos escritos conoció Marx y con quien Sade confluye implícitamente. Ambos llegan a la conclusión de que hay que abolir la propiedad privada. Babeuf también postula la democracia directa y perfecciona su propuesta igualmente en la cárcel debido a su participación en la última insurrección popular –casi solamente obrera–, que tuvo lugar en el barrio de Saint Antoine, casi puramente proletario, el 1 de Pradial (20 de mayo de 1796), contra la carestía y la extensión de la Ley del Máximo a los salarios, es decir, contra la represión de los salarios, y el desmantelamiento por parte del gobierno de lo que el pueblo había ganado hasta entonces. Es la franca contrarrevolución.

En la cárcel, Babeuf saca sus conclusiones políticas de aquella primera insurrección de la clase proletaria, aunque muy limitada, pero que ya le permite plantear la abolición de la propiedad privada y la democracia directa en contraposición con la democracia parlamentaria. Ya hemos visto cómo Sade, en “Idea sobre el modo de sanción de las leyes…”, del 2 de noviembre de 1792, explica el mecanismo de la democracia directa para que el pueblo pueda sancionar las leyes sin depender del parlamento.

En el curso de la revolución, como enseñanza de la derrota de la primera insurrección proletaria para la próxima posible revolución, Babeuf llega a esta misma idea que Sade había anticipado en contra del parlamento burgués y a favor de la democracia popular para contrarrestar el poder de éste, y los dos retoman esta idea de Marat, que la concibió en 1790, todavía en la fase de la revolución en contra del Antiguo Régimen y en contra del parlamento monárquico. Babeuf ya logra distinguir con claridad entre la revolución proletaria y la revolución burguesa, que en Sade y en Marat aún se confunden.

La novedad que aporta Sade, en lo que antecede a Babeuf, consiste en que hace valer la democracia directa en contra de la burguesía y en el curso de la lucha, es decir, antes de que se muestre de manera completa la traición de la burguesía y comience el enfrentamiento abierto y directo de Robespierre y los jacobinos contra las vanguardias revolucionarias del pueblo.

Casi un año antes, Sade observa que el modo en que se promulgan las leyes en el parlamento asegura que éstos actúen contra el pueblo. Por eso propone cambiar el modo en que se sancionan las leyes de manera que este poder no caiga en manos del parlamento sino de una democracia directa de asambleas populares en todo el territorio. Babeuf, que retoma esta idea, quizá no conocía a Sade o sus escritos políticos, pero sí a Marat.

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