Editorial

Confinados por el estado, felizmente confinados, es de vergüenza ajena contemplarlos aceptando sin resignación y ni siquiera con pena o dolor cantando y bailando desde el balcón, recuperando viejas tradiciones españolas como lo es la tarea inquisitorial contra el «insolidario» vecino que ejerce la tan reprobable (sarcasmo activado) actividad de acudir a por varias barras de pan mientras consume un cigarrillo para evadirse de la reclusión domiciliaria amparada en la pandemia a la que nos somete el estado; logrando hacer como en un campo de concentración, que los familiares de niños o personas con enfermedades y discapacidades les coloquen lazos o pañuelos azules, así quedan ya marcados y los señores y las señoras ‘inquirere’ pueden obrar sin dificultad distinguiendo y ubicando perfectamente sus objetivos desde las tribunas de sus terrazas.

Pero lo que realmente no les preocupa a los «Torquemada» de balcón es que los vecinos que salen a la calle puedan estar exponiendo y propagando el virus de la pandemia, sino – que sean sinceros- ellos tengan que estar “jodiéndose” enclaustrados en casa y otros no lo hagan o consideren que se están “escaqueando” de hacerlo. También les podemos ver jaleando bofetones y tirones de pelo policiales, son unos «hooligans» del ciudadanismo más modélico y ejemplar, de la ley y del orden. Personas que, como acertadamente digo una amiga, que «no siempre se crean que van a estar en el lado de la ley» pues hoy la defienden recluidos en el hogar presididos por el lema de «yo me quedo en casa» bajo el cual se entregan como felices altruistas esclavos) , pero «mañana» pueden estar evadiendo la ley cuando se manifiesten en las calles de su barrio por ejemplo (y se me ocurren tantos ejemplos) la instalación de un vertedero cercano a sus casas sin «permiso» de la delegación del gobierno , y sean disueltos y detenidos por las fuerzas del estado que «ayer» aplaudiste desde la tribuna de tu balcón.

Con esta introducción os dejamos ya con el resto de este errante periódico, bienvenidas, bienvenidos y gracias por las colaboraciones. A disfrutar.

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León Darío                                                                                                                            Editor de El errante