Fuente: Iniciativa Debate/Armando B. Ginés
Se ha ido Anguita; nos queda Julio, de profesión maestro de escuela, comunista de sangre anarquista, de la estirpe machadiana que siempre quiso ser pueblo llano.
Fue alcalde, fue diputado; se jubiló y solo quiso ser jubilado renunciando a las prebendas de exparlamentario. Como Gerardo Iglesias, exsecretario general del PCE, que volvió a la mina, su oficio, y se retiró por enfermedad.
Todos los políticos no son iguales. Miren los currículos, los de verdad, en los que figuran los servicios prestados al gran capital: Aznar, Felipe González, Esperanza Aguirre, Acebes, Solbes, Atutxa, Narcís Serra, Martín Villa, Pujol. Por desgracia para la gente del común, la lista inmunda sigue y seguirá. Definitivamente, todos los políticos no son iguales.
Se puede discrepar de las ideas de Julio Anguita; aciertos y errores que nunca traicionaron el saber dónde estaba, lo que era y a quienes representaba: estaba con su clase, era trabajador y representaba a la clase trabajadora.
Con su pensión de maestro, su coche, su ordenador, su bar de barrio a la vuelta de la esquina, su capacidad para seguir pensando críticamente en el presente y en el futuro sin faltar al respeto a nadie… Gestionando el pasado -la muerte de su hijo Julio en la guerra de Irak por un misil USA- con la dignidad de la procesión que llora por dentro… Marcando estilo; siendo genuinamente Julio Anguita, mejor solo Julio, Julio a secas como el dolor entrañable y silencioso que se tiene a un hermano mayor que se ausenta para siempre, a un compañero de la misma clase, de la que vive de su propio esfuerzo.
Lo suficiente es bastante para vivir en paz consigo mismo ¿Para qué más?