Para prevenir el próximo brote vírico

Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/para-prevenir-el-proximo-brote-virico                                                                                             Michal Rotem                                                                                                          19/03/2020

El coronavirus (Síndrome Respiratoria Agudo Severo-CoV-2, SRAS-CoV-2) plantea desafíos globales y muchos científios están tratando de desarrollar vacunas para la enfermedad. Más allá de la importancia de descubrir un medicamento, hay que entender por qué el virus se ha extendido y aprender de ello para evitar las epidemias que puedan surgir en el futuro.

El brote, tal como concluía el escitor científico Brian Resnick, se debe al comportamiento humano. ¿Y eso, por qué? Científicos y reporteros de China explican que hay que remontarse a 1970.

Hambruna en China

Ese año se produjo una grave hambruna en China, que tuvo como consecuencia que dejó famélicas a más de 36 millones de personas. La administración del Partido Comunista, que controlaba la producción de alimentos, fracasó miserablemente a la hora de salvar a su pueblo. En consecuencia, en 1978 renunció al control exclusivo sobre la agricultura y permitió comerciar a los empresarios particulares. Comenzó a crecer el sector privado.

Mientras la mayoría de los campesinos dometicaban animales como aves de corral, cerdos y vacas, además de cultivar cereales y legumbres, un sector más reducido y más rico empezó a cazar y domesticar fauna salvaje, como murciélagos, tortugas y serpientes. En un principio se trataba de algo muy pequeño, de criar y comerciar con animales salvajes en sus casas. Aunque inicialmente se trataba de algo illegal, el gobierno hizo la vista gorda, porque contribuía al sustento de quienes se dedicaban a ello, necesario durante esos años de crisis.

Una vez cayó en la cuenta del potencial económico de vender animales salvajes, el gobierno cambió la ley en 1988, determinando por vez primera que la fauna salvaje constituía un ‘recurso natural’ que podría por tanto utilizarse para las propias necesidades. Con ello el de animales salvajes se convirtió en un comercio cada vez más interesante para sectores en los márgenes.

Pronto quedó claro, sin embargo, que la decisión se hacía precursora de la difusión de nuevos virus. A medida que se desarrollaba el sector, surgieron enormes mercados en espacios limitados que vendían una amplia variedad de animales: rinocerontes, lobos, ratones, cocodrilos, patos y serpientes, junto a cerdos, pollos y demás. Allí donde hay concentraciones de grandes poblaciones animales, existe la posibilidad de que una enfermedad animal se propague a otras especies y al ser humano, que es exactamente lo que sucedió.

Un mercado de Guangdong

En 2003, en un mercado de la provincia de la provincial de Guangdong brotó el virus del SRAS (o SRAS-CoV), cuyo origen estaba en un animal salvaje de Asia, la civeta de palma enmascarada. El virus se extendió a 71 países y mató a unas 774 personas. Después del brote, el gobierno repudió el sector de alimentación de fauna salvaje..

Aunque su valor era mínimo para el conjunto del product ointerior bruto de China, quienes perdieron grandes beneficios tras esa decision hicieron fuerza: pocos meses más tarde, el gobierno declaró 54 especies de vida animal salvajes como objeto legítimo una vez más de comercio. En 2016 se añadieron más variedades, como tigres y pangolines (manis escamoso).

En 2019 apareció el coronavirus. Esta vez el virus ha llegado a 80 países y ha matado a más de 3.000 personas. Los científicos especulan con que el origen se encuentra probablemente en un murciélago, que transmitió el virus a un pangolín, y se introdujo entre los humanos en el mercado de Wuhan.

Elevada concentración

Lo que tienen en común los dos mercados en los que surgió el SRAS y los coronavirus es la elevada concentración de diferentes tipos de animales en condiciones de gran densidad, que permitieron la transmisión de virus de unos a otros. La interacción de los tres (murciélago-pangolín-humano) depende de su estrecha proximidad. Tal como explicaba Peter Li, profesor especializado en tráfico de animales en China: ‘Las jaulas están amontonadas unas junto a otras. Los animales que quedan abajo están empapados de fluidos, uno tras otro’. Así es como aparecen los virus.

Después del surgimiento del coronavirus, la administración volvió a bloquear la venta de animales salvajes. Pero hay organismo de todo el mundo que presionan a los chinos para revocar por completo la ley que lo permite. Sin embargo, puesto que el gobierno detuvo el comercio tras el brote del SRAS sólo para transigir luego ante las presiones, no necesariamente tomará un rumbo diferente esta vez.

Cuando Resnick le preguntó a Jonathan Epstein, veterinario y epidemiólogo, por qué es importante comprender el origen del virus, su respuesta fue, evidentemente, que para evitar su repetición. En su opinion, las epidemias se deben a la actividad humana: no son culpa de los animales.

Duras condiciones

El problema ¿estriba intrínsecamente en la venta de animales salvajes o en las condiciones de vida de los animales? Probablemente, en ambas cosas.

En otros países también hay animales que viven en duras condiciones que provocan brotes de enfermedades. Así por ejemplo, el origen de la gripe porcina que se extendió desde México en 2009 estaba probablemente en la ciudad de La Gloria, al este de Ciudad de México, donde se radicaban pocilgas de cerdos a escala industrial. La gripe aviar y la enfermedad de las ‘vacas locas’ que apareció en Gran Bretaña se pueden considerer a la luz de todo esto.

No debería juzgarse a los chinos por consumir animales que otros no comen: la verdad es que no hay diferencia entre sacrificar tigres, vacas o pollos. El problema principal son las condiciones, no las especies.

Bienestar animal

La solución puede estar, por tanto, en condiciones más soportables para los animales o, ciertamente, en el cese del procesamiento industrial de animales. En lugar de ponerle una “tirita” al problema (con vacunas), hay que encararlo de manera más fundamental. Si nosotros, los seres humanos tratamos el bienestar animal como algo necesario —no sólo para los animales sino también para nosotros —e insistimos en que la salud pública es más importante que el bienestar de poderosos sectores económicos, entonces puede prevenirse el brote de esas plagas.

Bienestar animal… bienestar humano. Es hora de pensar en las implicaciones de nuestras acciones para los animales, no solo en términos de moralidad sino también de nuestra salud. Y por supuesto (pero ese es otro tema), en el medio ambiente.

es estudiante de doctorado del Departmento de Ciencias Políticas de la Universidad de Tel Aviv, e investiga la influencia mutual de las ideas provenientes de las ciencias naturales y las sociales. Suele escribir sobre el calentamiento global, los derechos de los animales y el conflict palestino-israelí.

Fuente:

Social Europe, 16 de marzo de 2020

Traducción:Lucas Antón

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